Todas putas: el negocio de la vagina

El pasado mes de mayo salió en prensa un artículo sobre una reforma realizada por parte de la Corte Suprema de la India que supuestamente pretende mejorar el tratamiento que las autoridades, agentes sociales y fuerzas de seguridad del Estado dan a las mujeres prostituidas. Cabe apuntar que en la India la prostitución “voluntaria” está legalizada y regularizada como “trabajo” y reconocida como una “profesión” desde hace años. Resulta paradójico que siendo este uno de los países con mayores tasas de feminicidios que hay en el mundo, con terribles tradiciones que atentan contra los DDHH de las mujeres, con una cultura misógina ancestral y con uno de los porcentajes más bajos en tasas de condena a feminicidas, por no mencionar las granjas de mujeres para la explotación reproductiva a través de los mal llamados vientres de alquiler, es cuanto menos curioso que mientras las vidas de las mujeres no importan nada, en cambio se reconoce la prostitución como “trabajo” y se hace una reforma para según parece proteger a las “trabajadoras sexuales” de los abusos de los agentes de la ley.

Lo que deja claramente en evidencia es que la preocupación no es tanto por las condiciones de vida de las mujeres prostituidas, como la preocupación por mantener el privilegio masculino del libre acceso a los cuerpos de las mujeres a través de la explotación sexual, legalizándola y legitimándola, y encima bajo un paraguas cínico de buenismo. Dicen que es por ayudar a las prostituidas, pero en realidad a los únicos que ayudan y protegen son a los puteros, chulos y a las mafias proxenetas. Porque siendo serias, para acabar con la prostitución y los abusos que se comenten dentro de ella no va de dejar de tratar a las prostituidas como “criminales”, puesto que ciertamente no lo son, sino de sí reconocer a los puteros, chulos, mafias y proxenetas como lo que sí son ellos, criminales.

La prostitución es violencia sexual extrema contra niñas y mujeres, en este caso, de las más vulnerables entre las vulnerables del mundo, por lo que pedirle a un país que trata a las mujeres como menos que nada no es de extrañar que prefieran legislar para mantener a las mujeres y niñas “trabajando” de prostitutas en burdeles que darles una salida de la explotación sexual para que tengan una vida digna, con derechos reales que las permitan vivir sin que sus cuerpos sean comprados para ser violados sistemáticamente.

Y es que, como ya decía Sheila Jeffreys en su libro “El negocio de la vagina”, las mujeres tenemos entre las piernas una caja registradora que da mucho dinero a mafias, a la industria del sexo, a empresas que se lucran a través de la explotación reproductiva y sexual de las mujeres (vientres de alquiler, la ovodonación, la pornografía, páginas webs y apps de citas, plataformas como OnlyFans o Pornhub), sin olvidarnos de Estados proxenetas que se benefician del dinero negro que la explotación sexual genera como es el caso de nuestra querida España, o como cuando sí está legalizada y regularizada como sucede en Alemania (entre otros muchos) y el dinero generado encima es blanqueado como “dinero legal procedente del trabajo sexual”.

En resumen, en blanco o en negro, legal o ilegal, la explotación de la vagina de las mujeres es altamente lucrativo para todos los que viven de ello, gobiernos, mafias, traficantes, chulos, proxenetas, puteros… Excepto para las propias mujeres que ven como son despojadas de sus derechos humanos más básicos, de su dignidad, de su salud física y mental; sin autonomía alguna sobre sus cuerpos, y sin recibir nada a cambio salvo violencia, pobreza, marginalidad y un estigma social por ser “puta”.

El artículo publicado el 26 de mayo tenía como titular, “Indian Supreme Court Recognizes Prostitution as a ‘Profession,’ Attempts Reform” (La Corte Suprema de la India reconoce la prostitución como una ‘profesión’ e intenta reformarla) https://4w.pub/indian-supreme-court-recognizes-prostitution-as-a-profession-attempts-reform/

A continuación, dejo la traducción del mismo porque es importante leerlo para su posterior análisis desde una postura abolicionista y comparándolo con las medidas que una Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional (LOASP) contiene.

El objeto de la reforma de la ley es el de mejorar el tratamiento de las ‘trabajadoras sexuales’ por parte de las fuerzas del orden, pero se basa en una noción falsa de ‘consentimiento’. Un tribunal de tres jueces dirigido por el juez L. Nageswara Rao aprobó una orden para reconocer el «trabajo sexual» como una «profesión», utilizando poderes especiales en virtud del artículo 142 de la Constitución. Según la orden, la policía no debe “interferir ni emprender acciones penales contra las trabajadoras sexuales adultas y consentidas” mientras allanan un burdel. La prostitución ‘voluntaria’ ya es legal en India, y los burdeles siguen estando prohibidos. La orden pretende salvaguardar los derechos de las mujeres individuales, siempre que sean mayores de edad y afirmen «dar su consentimiento» para su participación en la industria del sexo. Los tres aspectos generales de discusión en la Corte Suprema incluyeron la prevención de la trata, la rehabilitación de las “trabajadoras sexuales” que desean dejar la prostitución y la provisión de condiciones seguras. La Corte Suprema de la India ordenó al Gobierno de la Unión que respondiera a sus recomendaciones en un plazo de seis semanas.

Las siguientes son algunas de las recomendaciones:

  • Las “trabajadoras sexuales” tienen derecho a igual protección de la ley. El derecho penal debe aplicarse por igual en todos los casos, sobre la base de la ‘edad’ y el ‘consentimiento’.
  • Las medidas que las “trabajadoras sexuales” emplean para su salud y seguridad, como el uso de condones, no deben interpretarse como delitos ni verse como evidencia de la comisión de un delito.
  • Cuando una “trabajadora sexual” presenta una denuncia por un delito penal/sexual/cualquier otro tipo de delito, la policía debe tomárselo en serio y actuar de conformidad con la ley.
  • Ningún hijo de una “trabajadora sexual” debe ser separado de su madre simplemente porque ella se dedica al comercio sexual.

La prostitución es una industria de aproximadamente 8 mil millones de dólares en India, con más de 2 millones de prostitutas y 275,000 burdeles. Hay hasta 10 millones de mujeres atrapadas en el comercio sexual, incluidas muchas más que no han sido contabilizadas. Si bien puede haber varias mujeres que afirman hacerlo por «elección», es casi imposible entender la palabra, y mucho menos saber qué edad tiene realmente una mujer. El Gobierno de la Unión, representado por el procurador general adicional (ASG) Jayant Sud, planteó la cuestión de la imposibilidad de determinar el consentimiento y, por lo tanto, advirtió al tribunal sobre las consecuencias de esta ambigüedad. Pero fue derribado con el argumento de que la policía trata mal a las ‘trabajadoras sexuales’ y que aquellos que operan con el ‘consentimiento’ no deberían ser tratados como criminales.

La India es conocida por su rango de misoginia, incluida una de las tasas más bajas de condenas penales por violencia masculina contra las mujeres. La policía tiene la reputación de no perdonar cuando trata a las mujeres que llaman a las puertas del sistema de justicia penal. Los casos de violaciones bajo custodia por parte de agentes de policía y el maltrato de las delincuentes son un secreto a voces. Las violaciones bajo custodia de Mathura y Padmini por parte de agentes de policía en Maharashtra y Tamil Nadu, respectivamente, son solo dos de los numerosos ejemplos recientes. La corrupción dentro del sistema indio necesita una mención especial en el tema porque no hay un crimen que la policía no entierre a cambio de un fajo de billetes. Es admirable que la Corte haya ordenado a los agentes de policía que finalmente tomen en serio las quejas de las ‘trabajadoras sexuales’ sobre los abusos que enfrentan durante su ‘trabajo’. Pero dado el grado de desprecio que la sociedad india siente por las mujeres, especialmente aquellas involucradas en una industria de abuso sexual, es una ilusión. Apenas la semana pasada, una Sala de División del Tribunal Superior de Delhi no pudo llegar a un consenso sobre si la violación por parte de un esposo podría considerarse un delito. El veredicto dividido dejó la ley sin cambios, trasladando el asunto a la Corte Suprema. Si este es el caso de las mujeres, incluso las influyentes, uno solo puede llorar ante la perspectiva de cómo se desarrollará esta reforma de la ley.

La reforma de la Corte Suprema también incluía instrucciones explícitas de no quitarle el hijo de una ‘trabajadora sexual’ simplemente porque está en la industria del sexo. Si bien una orden de no quitarle el hijo a la madre es noble, está plagada de complicaciones de quién ejerce derechos sobre dicho hijo. En casi todos los casos, las mujeres no operan solas; a menudo hay un marido o un tío que decide su destino. Incluyendo su «consentimiento». A menudo, el ciclo es interminable. Los niños nacidos de «trabajadoras sexuales» son traficados o forzados a trabajar, incluso si las madres hacen todo lo posible para evitar que eso suceda. Si bien ninguna de estas mujeres quiere que sus hijos entren en el comercio sexual, solo unas pocas logran ayudarlos a escapar. Otra medida incluida en la reforma es la de salvaguardar la identidad de las mujeres que realizan “trabajo sexual”. Aconsejaron a los medios que tengan “el máximo cuidado de no revelar las identidades de las trabajadoras sexuales, durante las operaciones de arresto, allanamiento y rescate, ya sea como víctimas o acusadas, y que no publiquen ni transmitan ninguna foto que resulte en la divulgación de tales identidades”. Esto podría brindar oportunidades de salida adicionales a las mujeres que desean abandonar el comercio sexual en la India, muchas de las cuales han sido avergonzadas públicamente. Sin embargo, queda por ver qué tan efectivamente se puede lograr esto en un país donde los medios de comunicación prosperan con el sensacionalismo de la difícil situación de las mujeres.

La mayoría de los medios de comunicación en India afirman que la prostitución, una vez tratada como otras profesiones, dará a las mujeres más reconocimiento y legitimidad de «trabajo», haciéndose eco de las opiniones de muchas organizaciones y activistas a favor de la prostitución. Sin embargo, no se ha discutido si este reconocimiento alentaría a los hombres a explotar aún más a las mujeres. Johns (compradores de sexo) comúnmente insisten en tener relaciones sexuales sin condón. Una mujer prostituida en la India comparte su desgarradora experiencia:

“No puedo rechazar a los hombres que se niegan a usar un condón porque necesito el dinero para cuidar a mis hijos. Contraje el VIH cuando tenía 14 años y tuve relaciones sexuales sin protección con 3000 clientes. Muchos de los clientes de las prostitutas son hombres del campo, algunos de los cuales contrajeron el SIDA y regresaron a casa y se lo contagiaron a sus esposas. Muchos otros eran estudiantes que transmitieron la enfermedad a sus esposas cuando se casaron”.

Ahora que la industria está legalmente reconocida, y con la demanda que está a punto de aumentar aún más, las mujeres de las zonas económicamente empobrecidas de la India no tendrán otra opción. En muchos países del sur de Asia, los proxenetas ponen a las niñas menores de edad en una dosis alta de Oradexon (comúnmente conocida como droga para engordar vacas). Está destinado a tratar la inflamación y las alergias en humanos, pero los granjeros lo utilizan principalmente para engordar su ganado. Esto hace que el cuerpo de un niño parezca curvilíneo debido a la distribución de la grasa, haciéndolo parecer mayor para ayudar a evitar las leyes de edad de consentimiento. La reforma no es clara en cuanto a cómo afecta exactamente el estatus legal de la prostitución, que nunca fue ilegal en India. Sin embargo, parece tener como objetivo afianzar aún más la industria del sexo en la economía india al legitimar la compra y venta de mujeres para el sexo. En otros países que probaron este enfoque, hubo un aumento exponencial de la demanda a medida que más hombres se interesaban en comprar sexo. Para satisfacer la mayor demanda, un mayor número de mujeres y niñas son traficadas para la prostitución. En una investigación realizada por Cho, Dreher y Neumayer, se analizaron datos de 116 países sobre el efecto de la prostitución legalizada en los flujos de tráfico de personas. Encontró que hubo un aumento directo en los países que aceptaron formalmente la prostitución. A medida que el mercado se inunda, se espera que las mujeres realicen actos sexuales extremos o peligrosos con más frecuencia, pero se les paga mucho menos.

Debido a ciertas reservas planteadas por el procurador general adicional (ASG) Jayant Sud, la propuesta de la Corte Suprema no pudo incorporarse a la legislación. Queda por ver qué va a hacer el Parlamento con estas recomendaciones. Independientemente del resultado, la única forma de combatir verdaderamente la grave explotación sexual de las mujeres en la India es adoptar un enfoque abolicionista. Y si las historias dolorosas de ex prostitutas sirven de algo, debe actuar como una llamada de atención para las partes interesadas que buscan empujar aún más a las mujeres hacia abajo en este espectáculo de terror. Un extracto del libro ‘Paid For: My Journey Through Prostitution’ de Rachel Moran resume perfectamente los temores sobre estos desarrollos políticos aparentemente progresistas: “La suposición de elección lleva a la conclusión del consentimiento, pero aquí la elección y el consentimiento son conceptos erróneos. Su invalidez se basa en el hecho de que la conformidad de una mujer en la prostitución es una respuesta a circunstancias fuera de su control, y esto produce un entorno que prohíbe incluso la posibilidad de un verdadero consentimiento. Hay una diferencia entre el consentimiento y la sumisión. Como dice la abogada y académica Catharine Mackinnon: “cuando el miedo y la desesperación producen asentimiento y el asentimiento se interpreta como consentimiento, el consentimiento no es un concepto significativo”.

ESPAÑA, ESTADO PROXENETA: DATOS

España es el tercer país del mundo y el primero a nivel europeo en consumo de prostitución (el mayor macro burdel de Europa se encuentra en La Junquera, “EL PARADISE”).

En tan solo 10 años España ha pasado de ser un país de tránsito a ser país de destino del tráfico de mujeres con fines de explotación sexual (en España que se sepa hay entre 1.200-1.500 burdeles). Las comunidades autónomas de Castilla La Mancha, Cataluña, la Comunidad Valenciana (costa alicantina, sobre todo) y la costa andaluza son los principales focos de explotación sexual de mujeres, siendo Castilla La Mancha la primera con el 80% de burdeles.

Casi el 40% de hombres españoles (entre 35-55 años) reconoce haber consumido sexo de pago, pero es el tramo de los 18-25 años donde más aumentado el consumo. “Ir de putas” se ha convertido en los últimos años en una forma más de ocio entre los varones jóvenes como forma de iniciación al sexo y divertimento.

Las prácticas más demandadas son: el sexo con embarazadas, doblemente rentables para los proxenetas porque no solo sacan gran beneficio de explotar a la mujer, sino que luego al bebé pueden venderlo a terceros para el tráfico humano, para explotarlo en las redes de pedofilia y pederastia, o a través de la explotación reproductiva (vientres de alquiler); sexo con mujeres con discapacidad mental, y últimamente están “de moda” las ucranianas; además de por supuesto que todas las prácticas llevadas a cabo son sin preservativo y muy frecuentemente bajo los efectos del alcohol y las drogas que los puteros también obligan a consumir a las mujeres prostituidas y a las que las mujeres no pueden negarse pues los chulos y los proxenetas les ordenan obedecer, y ya se sabe que “quien paga manda” y “el cliente siempre tiene razón”, aún más en este “negocio”.

La prostitución genera en España entre 5 y 10 millones de euros/día, lo que representa un 0’35% del PIB (entre 4 y 5 mil millones euros/año), siendo el negocio ilícito que más dinero negro mueve, incluso por encima de la droga o el tráfico de armas (el Estado español se lucra de la explotación sexual de mujeres por eso decimos que es España es un estado proxeneta). 

Alrededor de 300.000 mujeres (que se sepa) son prostituidas en nuestro país.  Según datos de la Policía Nacional: 80% de ellas son víctimas de TRATA. TODAS ellas extranjeras. Siendo Colombia, Venezuela, Paraguay, Brasil, Rumania, y Nigeria los principales países de origen. También las hay de China y el sudeste asiático, pero por la complejidad de cómo operan las mafias de estos países son muy difíciles de perseguir e identificar

Las mujeres prostituidas españolas copan sobre todo las páginas de contactos de internet, y webcams en directo (se prostituyen en su casa. Es en el plano virtual y doméstico donde el mayor porcentaje lo representan mujeres españolas, siendo la precariedad laboral, la pobreza y la exclusión social, las principales causas de ello).

Y si hablamos de Europa, EUROPOL estima que el negocio de la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual genera 32.000 millones de euros anuales en la Unión Europea.

LA RECIENTE “LEY ABOLICIONISTA” DEL PSOE

El pasado mes de mayo el PSOE presentó una propuesta de ley en materia de abolición de la prostitución que finalmente se aprobó el 7 de junio con 218 votos a favor (PSOE con el apoyo del PP).

La realidad es que la propuesta del PSOE no es una ley abolicionista. La proposición de ley del PSOE solo modifica el Código Penal en materia de proxenetismo, tercería locativa y compra de “servicios sexuales” (sanción al putero). Esta reforma está muy bien y es un paso adelante, pero a todas luces es totalmente insuficiente pues penalizar solo el proxenetismo, a los puteros y dejarlo ahí, lo único que va hacer es perjudicar a las mujeres prostituidas. Para que sea realmente eficaz hay que poner a disposición de las mujeres toda una red de recursos en materia social y económica a la que puedan acudir para salir de la prostitución, denunciar con verdaderas garantías de protección y para aquellas que están en peligro de caer en las garras del sistema prostituicional tengan un recurso alternativo al que acudir para ser atendidas; además es necesaria la reforma de otras leyes existentes que son lesivas para las mujeres prostituidas como son la Ley de Extranjería que impide a las mujeres prostituidas en situación irregular denunciar a sus captores por temor a la deportación, a las represalias de sus proxenetas y la inseguridad de sentirse totalmente desprotegidas; o la Ley de Seguridad Ciudadana que multa a las prostitutas en situación de calle.

La única ley abolicionista que existe a día de hoy es la Ley Orgánica Abolicionista del Sistema Prostitucional (LOASP), elaborada por el Movimiento Feminista basándose en el modelo nórdico, remitida desde diciembre 2020 al Congreso de los Diputados y que parece que no interesa al Gobierno pues no se entiende hacer una ley “light” que lejos de solucionar algo es lesiva para las víctimas, y en cambio no coger la que tienen en el cajón desde hace cerca de dos años que sí es una ley integral abolicionista del sistema prostitucional y que sí desmantelaría toda la industria del sexo en España.

ABOLICIONISMO: Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional (LOASP)

La LOASP sí contempla TODAS las medidas preventivas, educativas, y disposiciones destinadas a brindar apoyo a las mujeres en situación de prostitución, así como recoge la necesaria modificación de otras leyes necesarias para la abolición, desde la Ley de Extranjería a la de Enjuiciamiento Criminal. TODO ESTO ES necesario para ABOLIR LA PROSTITUCIÓN. Además de un compromiso y voluntad política reales de hacerlo, claro. Sin recursos económicos necesarios y sin compromiso, no será posible.

Estamos hablando de que el Estado español ocupa el tercer lugar a nivel mundial y el primero a nivel europeo en consumición de prostitución, por lo que el Estado tanto a nivel gubernamental como a nivel social necesita tomar conciencia del GRAVE PROBLEMA que tenemos con la prostitución y obrar en consecuencia, pues la solución es directamente proporcional al problema, lo que significa que se va a necesitar muchísimo dinero para rescatar a las mujeres y perseguir a las mafias proxenetas, a los chulos y a los puteros. Aunque es muy importante apuntar que la LOASP recoge que el dinero incautado a los puteros, a las mafias proxenetas; y de la expropiación de burdeles, clubs, hoteles, pisos y demás locales y bienes a las mafias y a los chulos, tendrá que ser por ley utilizado para reparar a las víctimas en forma de indemnizaciones y ayudas a las mujeres.

Con la LOASP, las mujeres prostituidas pueden disponer de los derechos y de los recursos necesarios para recuperar sus vidas fuera de la esclavitud y explotación que significa la prostitución pues en ella se reconocen los derechos para todas las mujeres prostituidas con independencia de su país de origen sin importar si tienen papeles o no, si provienen de la trata o no, si entraron en el sistema prostitucional “libremente” o bajo coacción alguna, y sin tener que denunciar a sus proxenetas para acceder a los recursos y derechos que la ley abolicionista recoge.

La LOASP (el abolicionismo) NO SANCIONA NI ESTIGMATIZA A LAS MUJERES. Al contrario, el abolicionismo libera a las mujeres de la prostitución y las cubre de derechos. En ella se establecen sanciones administrativas y penales a los puteros e incorpora penas para todas las modalidades de proxenetismo (Art. 187 del C.P). De modo que el estigma social pasa a los puteros y proxenetas, son ellos los criminales, no las mujeres, pues son ellos la razón y el motivo de que España ostente una de las primeras posiciones a nivel mundial como país proxeneta. Las mujeres, por el contrario, son reconocidas como víctimas del sistema prostitucional y víctimas de violencia de género con lo que automáticamente acceden a los recursos económicos (ingreso mínimo vital, renta básica, ayudas, etc.), habitacionales, atención psicológica integral, ayuda a la inserción laboral, y concesión de papeles para residir en el país.

En resumen, y con más detalle, la Ley Abolicionista del sistema prostitucional (LOASP) del Movimiento Feminista tiene 3 ejes centrales:

  1. Garantizar a las mujeres en situación de prostitución que el sistema las reconozca por ley como víctimas de la violencia machista, y que como tales, se les garanticen los derechos y recursos necesarios para su protección, rehabilitación y atención integral por parte de personal profesional público especializado, independientemente de su origen o situación administrativa, y que el acceso a estos derechos y recursos no estén nunca condicionados de ninguna manera a la denuncia ni a la participación en la persecución de los delitos cometidos contra ella u otras mujeres prostituidas.
  2. El desmantelamiento de la industria de explotación sexual, del sexo y de las actividades de los proxenetas que, con medios coercitivos o por mero ánimo de lucro, intervienen o median en la prostitución para sacar beneficios de ella y de las mujeres.
  3. La penalización de la demanda de prostitución por ser razón y motivo principal para la existencia de esta forma de violencia y explotación. Los puteros pagan para ejercer violencia sexual y deben responder por ello ante la justicia como los criminales que son.

La LOASP reconoce la prostitución como lo que es, violencia extrema contra las mujeres y no debe seguir siendo promovida ni reconocida explicita y/o implícitamente como un “trabajo” en el sistema educativo, en los medios de comunicación y en las instituciones, por lo que no se debe seguir dando cabida a la propaganda del lobby proxeneta y su discurso del “trabajo sexual” que demasiado a menudo vemos en universidades, en medios de comunicación, incluso en discursos políticos, por ser este un modo de captación de futuras víctimas. Sí, promover y defender el discurso de que la prostitución es “un trabajo como otro cualquiera” es proxenetismo y un método muy peligro de captación sobre todo para las mujeres jóvenes, vulnerables y con problemas económicos. 

Son esenciales las medidas de prevención, detección, sensibilización y formación ya que la erradicación de la prostitución pasa por una sensibilización social que sitúe a la prostitución como lo que es, una forma de violencia de género y sexual con terribles efectos físicos y psicológicos para las mujeres donde los hombres consumidores no son clientes sino agresores.

El estigma social tiene que dejar de recaer sobre las mujeres para pasar a poner el foco en los prostituidores, los proxenetas y los puteros, pues son éstos los que se lucran, usan, abusan, maltratan y violan, previo pago, los cuerpos de las mujeres prostituidas. Es por esto que es un elemento esencial de esta Ley, eliminar de nuestra normativa todos aquellos aspectos que vengan a sancionar o responsabilizar a las mujeres prostituidas; por lo que en la LOASP se propone, entre otras, la modificación del artículo 36.11 de la Ley de Seguridad Ciudadana, que dice así “podrá constituir infracción grave la inobservancia de los requerimientos de los agentes de la autoridad para que se abstengan de ofrecer servicios sexuales”.

Para una real y total abolición del Sistema Prostitucional en España es también ineludible abordar la reforma del Código Penal actual que está vigente desde 1995 año en el que el gobierno de Felipe González reformó y que supuso la despenalización de la tercería locativa, siendo este hecho muy grave ya que impide perseguir de forma eficaz a las mafias de la prostitución.

Posteriormente, en el año 2015, bajo el gobierno de Rajoy, se despenalización el proxenetismo no coercitivo. Lo que supuso dejar en manos de mujeres prostituidas la responsabilidad de demostrar la coerción, lo que significó una mayor impunidad para las mafias ya que sabemos que ellas jamás denuncian o dicen que están allí bajo coación por miedo a las represalias contra ellas por parte de sus proxenetas.

Otras reformas necesarias son la modificación de toda la normativa que permite el blanqueo de la prostitución, como puede ser la Ley General de Publicidad para prohibir la publicitación de la prostitución que a menudo está presente de manera implícita en programas y medios de comunicación; así como la también necesaria incorporación de la pornografía como una forma de violencia machista que promociona la cultura de la violación y que tan graves efectos está teniendo entre los más jóvenes por ser escuela de violación.

Toda la información detallada sobre la LOASP del Movimiento Feminista se encuentra en https://leyabolicionista.es/

ABOLICIONISMO VALENCIANO: Ordenanza Municipal Abolicionista y modificación de la Ley de Espectáculos

Según datos (2020) de la Consellería de Justicia la prostitución supone el 0’24% del PIB de la Comunidad Valenciana; 8.500 hombres al día pagan por acceder al cuerpo de una mujer prostituida en València, Alicante y Castellón, y se estima que entre 10.000 – 13.000 mujeres al día son prostituidas y explotadas sexualmente en el territorio valenciano (principalmente en la costa alicantina), en 164 locales identificados, y publicitado en alrededor de 52.000 anuncios en internet de “servicios” de prostitución.

La Generalitat Valenciana ha puesto a disposición de todos los ayuntamientos, a través de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, un modelo de ordenanza abolicionista que pueden incorporar a su marco jurídico.

Esta ordenanza, es pionera en España, toma como referencia la aprobada en los municipios valencianos de Albal y Quart de Poblet. 

La ordenanza aborda la prostitución no como un problema de orden público sino como de vulneración de los DDHH de las mujeres. Esta ordenanza pretende ser un modo de presión al Gobierno central pues a través de ella se da el mensaje al Gobierno de España que, si en el ámbito municipal y en el autonómico es posible cambiar las leyes para acabar con la prostitución, el Estado puede hacerlo también.

La ordenanza tipifica como sanción leve la publicidad del consumo de prostitución o el turismo de explotación sexual; como sanción grave pagar por “servicios sexuales”; y como muy grave tanto si esto ocurre a 200m de colegios, parques, eventos festivos o deportivos como si ocurren en lugares aislados. Las multas van de 500 a 3.000 euros. Pone el foco en putero y por primera vez en nuestro país se reconoce a las mujeres prostituidas como víctimas de violencia de género.

Por otro lado, la modificación de la Ley de Espectáculos (marzo ‘22), permitirá sancionar administrativamente a prostíbulos que se camuflan con licencias de establecimientos de hostelería u ocio. Mediante esta ordenanza y la modificación de la Ley de Espectáculos, reclamamos al Gobierno de España una Ley Integral para la Abolición de la Prostitución.

Para finalizar voy a proponer un ejercicio a los y las lectoras del artículo. Tras leerlo, cierren los ojos y pongan en su mente la imagen de la mujer que más quieran en el mundo. Una mujer que sin duda es maravillosa, bonita por dentro y por fuera, a la que aman profundamente, a la que desean ver feliz, realizada, teniendo una vida digna, libre de experiencias malas y violentas que las hagan daño; y una vez hecho este ejercicio, pongan a esa mujer en la realidad que describe el artículo de la India, y después sitúenla en la realidad que describe la LOASP ¿En cuál de las dos realidades la dejarían? Seguro que la dejan en la LOASP. Porque eso es lo que ocurre cuando humanizamos a las mujeres prostituidas. A menudo con ellas sucede como con las personas sin techo. No se las ve. No se las reconoce. No se las humaniza ni dignifica. Hablamos de ellas en abstracto, como una realidad alejada de nosotros y nosotras, como si nunca nos fuera a pasar algo así, pero si hacemos el ejercicio de pensar en ellas como mujeres de nuestro entorno a las que amamos, o incluso nos ponemos a nosotras mismas en esa situación, entonces la cosa cambia, y la prostitución ya deja de ser vista como algo deseable. Así que, lo que no queráis para vosotras/os y para las mujeres a las que amáis, no lo queráis para ninguna, porque ninguna mujer en el mundo nace para ser puta, ni ninguna soñó jamás de niña con serlo. Ellas, nosotras, TODAS.

Cierro la columna de junio con una frase mítica abolicionista de Françoise Héritier:

“Decir que las mujeres tienen derecho a venderse es ocultar que los hombres tienen derecho a comprarlas”

Publicado originalemente en NuevaRevolucion.es, 23/06/22

Por Laura Isabel Gomez Garcia (La Gata Negra)

Terrorismo machista

España tiene un grave problema de Terrorismo Machista. No hay más que ver los datos. Según cifras de la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género, desde 2003 en España se han registrado 1.046 asesinatos de mujeres por Violencia de Género (sin contar otras víctimas que no entran en la estadística porque su perfil de víctima no se ajusta a la ley); más 36 menores asesinados, y 264 huérfanos desde 2013.

En 2019 fueron asesinadas 55 mujeres (más de dos asesinadas por semana), y quedaron huérfanos un total de 46 menores, y otros 3 asesinados junto a sus madres; más a parte las familias rotas que quedan devastadas en estos casos.

El 2020 no apunta a que esta sangría vaya a parar. En lo que llevamos de año (dos meses), ya son 13 mujeres y una menor asesinadas, junto a un total de 8 menores huérfanos.

¿Por qué hablamos de TERRORISMO MACHISTA?

Pues porque ETA asesinó en 50 años a 854 personas. Por ello es justo decir que España es un Estado machista y feminicida cuyas cifras de violencia de género superan con creces la barbarie que durante 50 años vivió nuestro país a manos de ETA, por lo que el paralelismo entre el número de víctimas totales entre ambos es más que evidente.

IGUALDAD FORMAL NO ES IGUALDAD REAL

Tanto como se cita la Constitución del ’78 para otros asuntos, cuando se trata de Igualdad se cita mal e ignorantemente, porque siempre se menciona el Artículo 14 (Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.) y todo el mundo se queda ahí. En la Igualdad Formal. Igualdad que sobre el papel queda muy bien, y que más o menos hemos logrado alcanzar a niveles importantes en un Estado democrático como es hoy España.

En cambio, se obvia el Artículo 9.2 (Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.) que es el que realmente garantiza la Igualdad real; ya que deja claro que los Poderes Públicos harán todos los esfuerzos necesarios para conseguir dicha Igualdad.

Parece ser que cuando se trata de cumplir la Constitución en según qué menesteres éstos no sean de obligado cumplimiento porque no se entiende que después de más de una década de vigencia de las leyes 1/2004 (Ley de Igualdad) y 3/2007(Ley contra la Violencia de Género) tengamos los terribles datos que tenemos en materia de violencias sobre las mujeres y en desigualdad en el ámbito laboral (entre otros). Para más inri, tenemos personas trabajando en las Instituciones públicas que siguen sin querer entender, incluso negando, la problemática de la violencia sobre la mujer, las desigualdades socio-laborales entre mujeres y hombres, y las razones del por qué ésta violencia es específica y por lo que necesita una atención especial e integral, así como una legislación también específica para combatirla. Dejo dos frases de dos hombres profesionales expertos en Violencia de Género que son bien claras:

«Ninguna violencia asesina a 60 personas del mismo grupo de población cada año, salvo la violencia de género».

(Miguel Lorente, Profesor y Médico)

«En la violencia en la pareja el 95% de los condenados son hombres. Y casi el 100% de los agresores sexuales también son hombres. Hay que ser muy machista para no captar la discriminación estructural de las mujeres y para no entender la necesidad de medidas de protección».

(Joaquim Bosch, juez)

Algo que está tan claro en otros casos como el Racismo, la LGTBI-fobia, por lo visto aún no se entiende el Machismo y la Misoginia hacia las mujeres de igual manera, porque de hacerlo nadie cuestionaría que existieran leyes específicas para la lucha contra la violencia de género. Violencia que, por cierto, no afecta a una minoría social, un colectivo, o un sector, sino que afecta de manera transversal e interseccional al 50% de la población mundial.

Si todo esto no fuera bastante, tenemos ahora a un partido político en el Parlamento español que lucha activa y profusamente contra estas leyes, y no solo eso, sino que además en los Ayuntamientos y CC. AA en los que forman parte del Gobierno Municipal/Autonómico están logrando que avances que a las mujeres nos han costado 40 años conseguir estén siendo volados por los aires, sean además paraguas de maltratadores, machistas, y sirviendo de altavoz a la corriente negacionista de la violencia de género. Me estoy refiriendo al Ayto. de la ciudad de Madrid, a la Asamblea del Gobierno Madrileño, al Gobierno andaluz, o al murciano, por poner unos ejemplos.

La violencia contra las mujeres no es ideología, es un hecho. Y ahí están los datos tanto nacionales, como internacionales. Lo que sí es ideología es negar que aun a día de hoy nacer mujer te hace más vulnerable que nacer hombre; porque no solo te atraviesan las violencias que atraviesan al sexo masculino, sino que además tienes otras añadidas por nacer mujer. Por ello no es cuestión de ideología, no es cuestión de ser o no ser feminista, es cuestión de justicia social y que desde el poder político se ha de luchar profusamente por erradicar, legislando y aplicando la ley.

Incluir medidas del Convenio de Estambul de 2011, (Convenio ratificado por España), en una necesaria reforma de la ley de VG algo que está recogido en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género de 2017 y del cual tan solo se ha ejecutado el 25% (según datos del Ministerio de Igualdad) por la desidia y el abandono de los Gobiernos que hemos tenido en comprometerse en hacer de la violencia machista un problema de Estado, como sí se hizo con ETA.

Llevamos viendo más de un mes a nuestras señorías matándose entre ellos por la cuestión del “Delcy Gate” mientras cada semana la violencia machista se cobra una media de dos mujeres, a veces hasta 3 en 24 horas como el pasado miércoles negro 27 de febrero. Pero nada… No pasa nada. Me pregunto si este pasotismo sería igual si esta sangría se diera en otros colectivos: futbolistas, periodistas, políticos, cantantes, taxistas, etc. Supongo que en esos casos estaríamos en estado de emergencia nacional, ¡como mínimo!

Otros de los focos olvidados es el que tiene que ver con la prevención y la dotación de medios tanto económicos como de servicios integrales que ha de hacerse en todos los ámbitos de la sociedad y desde todos los Ministerios de manera transversal y específicamente desde la Educación (el 10% de las medidas del Pacto de Estado están dirigidas a la prevención en la escuela y no se han aplicado), la Justicia y la Sanidad públicas. Faltan profesionales formados en perspectiva de género y con formación específica en el tratamiento y detección de casos en víctimas de violencia machista.

El presidente del TSJA ya advirtió hace unos meses del elevado porcentaje de asesinatos de mujeres que no habían interpuesto denuncia contra sus maltratadores, y es que estamos hablando de un 75% de las mujeres asesinadas que no habían denunciado a sus agresores.

Algo que denunciamos desde colectivos feministas, ONG’s que trabajan con víctimas de violencia machista, y profesionales de las diferentes instituciones implicadas, y que no nos cansamos de repetir es que estamos ante un fenómeno “iceberg”, lo que quiere decir que no son ya el elevado número de mujeres que son asesinadas o que interponen denuncia, que es la superficie del problema, sino la realidad que subyace, y que son los casos que no se denuncian; ¿y por qué? La causa es múltiple: miedo, culpa, vergüenza, temor a no ser creída, a que el maltratador acabe con su vida o con la de sus hijos e hijas, muchas mujeres maltratadas no quieren denunciar a sus parejas por una dependencia emocional, la falta de apoyo social porque muchas son aisladas por sus maltratadores de familiares y amistades, falta también de recursos económicos dado que dejaron el trabajo para quedarse en casa porque su maltratador las obligó, porque además de la violencia física, son víctimas de violencia psicológica y económica que a menudo destruyen a la mujer aún más si cabe, dejándolas anuladas y sin autoestima. A todo esto, hay que sumar que, en el momento de interponer la denuncia, o en el momento de declarar ante el tribunal falta mucha sensibilidad por parte de policías, jueces, juezas y fiscales. Demasiadas veces la víctima es revictimizada por las Instituciones y por los profesionales que deberían protegerlas y asegurarles una protección integral para ellas y sus hijos e hijas menores. Por todo ello es normal que tan solo el 25% de las mujeres víctimas de violencia de género sean las que saquen las fuerzas para poder denunciar y enfrentarse a ese proceso tan brutal.

Según datos de la Fundación ADECCO, el 81% de mujeres víctimas de VG está en situación de desempleo o trabaja en la economía sumergida, y este es otro lastre que hace que no denuncien a sus parejas, y las que denuncian tardan una media de 8 años en interponer una denuncia como así reveló el «Estudio sobre el tiempo que tardan las mujeres víctimas de violencia de género en verbalizar su situación«, de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

En 2017, los juzgados españoles recibieron un total de 166.260 denuncias por violencia de género, la cifra más alta desde que el Consejo General del Poder Judicial contabiliza los datos.

Siguiendo con los datos, esos que tanto les gusta a los incrédulos, he aquí algunas cifras del 2019 extraídos de fuentes oficiales para que se ilustren en la materia:

Según el Portal Estadístico de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género se registraron hasta junio del 2019, 80.814 denuncias. De las cuales, 40.495 fueron interpuestas en el segundo trimestre (801 presentadas directamente por la víctima en el juzgado; 493 por familiares de la víctima; 1.164, por terceros, mientras que la mayor parte corrieron a cargo de atestados policiales (34.297) y 3.740 se registraron mediante partes de lesiones directamente en el juzgado. Estos datos son muy importantes porque desmontan ese mito de que las mujeres denuncian falsamente a sus parejas de manera sistemática en la mayor parte de los casos de violencia de género, ya que las cifras evidencian que la gran mayoría se efectúan a cargo de atestados policiales, y no de las propias mujeres; o es que ¿acaso la Policía Nacional y la Guardia Civil actúan de manera improcedente en todos estos casos?

De hecho, según datos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, se tramitaron más de 64.000 denuncias por delitos de violencia de género desde enero a octubre de 2019 en los casi 400 ayuntamientos adheridos al sistema policial de seguimiento de las víctimas de violencia de género.

En cuanto a llamadas realizadas al 016, según el Portal Estadístico de la Delegación del Gobierno, hasta final de octubre del 2019 se recibieron 51.273 llamadas. El66,5% de las personas que llamaron fueron las propias mujeres,y un 27,5% fueron de familiares o personas cercanas a la víctima. 

Las estadísticas relacionadas con el sistema de seguimiento de las medidas y penas de alejamiento revelan que había 1.353 dispositivos electrónicos de seguimiento activo antes del fin de octubre del 2019.

Cabe mencionar también los datos relativos a otros delitos sexuales contra la mujer que aún no se encuentran marginados del término «violencia de género«, datos que se compartieron el pasado 20 de noviembre desde la secretaria de Estado de Seguridad, y que revelan que entre enero y octubre del 2019, la Policía Nacional detuvo a 40.919 hombres por delitos de violencia machista, doméstica o sexual. De los detenidos, el 20% fue arrestado por maltrato a su pareja o expareja o por otras conductas delictivas en el ámbito familiar.

La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres, ambas, aunque sobre el papel quedan muy bien, en la práctica no se aplican como se debería, ni con recursossuficientes, ni con dotación presupuestaria necesaria, ni con profesionales debidamente formados. Aun así, es cierto que ambas leyes han supuesto avances, pero el monstruo del Machismo es un germen que está incrustado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, clases sociales, medios de comunicación, etc.que parece no parar de crecer.

El Machismo se combate con políticas públicas feministas, con Coeducación, con profesionales formados en Igualdad de Género, con Feminismo, y aplicando la perspectiva de género de manera transversal. Sin todo ello no es posible erradicar las violencias machitas que día a día nos roban el Bienestar social y los derechos a las mujeres.

Urge que nos pongamos a ello porque las cifras en España de violencia de género, violaciones, abusos sexuales, acoso sexual, feminicidios, etc. son escalofriantes. Algo que resulta imposible de creer teniendo las leyes de VG e Igualdad que tenemos, pero que son explicables cuando se observa la gran ineficacia de los poderes públicos para llevarlas a cabo tal y como se debería.

EL 8M NO ES UNA FIESTA

No, el 8 de marzo no es una fiesta. El 8 de marzo es una fecha para salir a la calle a gritar que NOS ESTAN ASESINANDO, NOS ESTAN VIOLANDO, ACOSANDO, Y QUE NO HAY UNA BRECHA SALARIAL ENTRE HOMBRES Y MUJERES, SINO QUE HAY UN SOCABÓN. QUE ESTAMOS HARTAS, QUE YA BASTA, Y QUE YA NO NOS CALLAMOS.

No, el 8 de marzo no es una fiesta. El 8 de marzo es un día en el que no hay nada que celebrar, ni nada que felicitar. El 8 de marzo no es el día de congratularnos por ser mujeres, sino que es una fecha para visibilizar que el 50% de la población mundial está discriminada, y en desigualdad respecto al otro 50%.

Hasta ahora hemos callado, pero ya no. Poco a poco las mujeres estamos revelándonos contra los mandatos de género patriarcales establecidos, y que hasta hace unas pocas décadas nos limitábamos a acatar. YA NO. Ahora estamos empezando a desafiarlos, a combatirlos, y a abolirlos, porque no nos resignamos, y porque tenemos en nuestras manos el testigo que nos han pasado nuestras madres, abuelas y bisabuelas que comenzaron la emancipación de la mujer hace siglos. Por respeto a su memoria, y por respeto a las que el día 8 no podrán salir a la calle a gritar porque las han asesinado, o las están maltratando, o están encerradas en un CIE, o están siendo explotadas en un club de carretera, o trabajando en un hotel, o de internas limpiando en una casa; mujeres sobre las que cae todo el peso del Patriarcado; por ellas, por todas, honrémoslas con una jornada de lucha y reivindicación, que le haga saber al Patriarcado que sus privilegios se van a acabar.

#8M2020!

#LaRevoluciónSeráFeministaOnoSerá!

Artículo originalmente publicado en:

https://nuevarevolucion.es/terrorismo-machista/

Artículo por: Laura Isabel Gomez Garcia, La Gata Negra

(02/03/2020)

España, Estado proxeneta. País de puteros

Se avecinan elecciones y parece que lo que determina el voto (¡otra vez!) son los mismos mensajes vacíos de siempre, llenos de promesas que no significan nada y que enmascaran los verdaderos problemas del día a día de las personas; me estoy refiriendo al marketing de la perversa propaganda política que nos venden y que nos tragamos con patatas, como si esos fueran todos los males que tenemos a la hora de ir a comprar al súper, cuando buscamos empleo, cuando queremos alquilar/comprar un piso, plantearnos el ser madres o padres, tener pensiones dignas para nuestros mayores, etc. Pero nada de eso, los grandes problemas de España son Cataluña, la exhumación de Franco, la nueva crisis que se avecina cuando aún no hemos salido de la anterior… Y ahí tenemos a los machos alfa de los partidos políticos luchando entre ellos, con un discurso vacío cargado de elocuencia creado únicamente para demostrar quien de todos la tiene más larga, pero soluciones a los problemas reales ni una. Así pasamos los días… Creyendo que esa es la única realidad que existe.

Por otro lado, tenemos el consuelo de decir que España es ese país de rico solecito, playas de ensueño, sangría, paella, siesta, toros, chiringuitos, fiesta sin fin y Rosalía tocando las palmas y ganando premios, ¡Qué gran país!

Pues… ¡DESPERTAD Y OLER EL CAFÉ!

Vivimos en un Estado Proxeneta. En un Estado que está en manos de mafias de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, en un Estado lleno de burdeles, puticlubs y pisos donde se esclaviza a mujeres traficadas, en un Estado de puteros, de chulos y de discotecas donde “un completo” es bebida + sexo por el módico precio de 20€. Padres, madres, enteraos, vuestros hijos adolescentes van a discotecas a practicar sexo con mujeres que están esclavizadas para tener el sexo que ven en el porno que están consumiendo desde que tienen 12 años y que sus novias no quieren tener con ellos porque es un sexo violento, y carente de afecto. Mujeres, esposas, novias de hombres respetables, sabed que mientras vuestras parejas son hombres respetables en sus trabajos, en sus casas, con sus familias, son puteros en los polígonos de las afueras de las ciudades y pueblos, capaces de pagar por sexo con una chica de 19 años que lleva 14 horas subida en unos tacones de 15 cm mientras la DANA está cayendo, caladas hasta los huesos y temblando de frío. Familias, sabed que el primo Pepito que se sienta con vosotros y vosotras, vuestros hijos e hijas, cuando se levanta de la mesa después de la reunión familiar, se va a consumir mujeres prostituidas al Polígono Marconi, a la Calle de la Montera, o a una de las “carreteras del amor” que hay en España. Aunque aún hay algo peor, sabéis que el primo es putero y encima le reis la gracia, pero mientras él se sienta en la mesa, ¡Dios le libre de traer a una prostituta a la casa!, porque claro, “una puta” en la mesa… Eso está mal. Es feo. Poco decoroso. Él en cambio es el machote graciosito. Y así suma y sigue… Porque “el primo”, no solo es “el primo”, luego están los jefes puteros, los compañeros puteros, los amigos puteros, los vecinos puteros… A los que lo que he dicho antes del “primo Pepito” es extrapolable a ellos.

Cuanto antes hagamos toda la sociedad toma de conciencia y empecemos a señalar con el dedo a quienes pagan por explotar a mujeres prostituidas, antes empezaran a cambiar las cosas. Si tu amigo, compañero de trabajo, primo, hermano, tío, vecino es putero, deja de hacer como que no sabes nada. Porque, aunque tú no pagues por sexo, el silencio te hace cómplice.

Por eso organizaciones como Médicos del Mundo dirige muchos de sus esfuerzos en realizar campañas de sensibilización que ponen el foco en el consumidor, los puteros, en vez de sobre las mujeres prostituidas que son las víctimas de este sistema prostitucional enquistado en España. La prostitución es una forma más de violencia de género, así se recoge en La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) de las Naciones Unidas, y que España ha ratificado por lo que se comprometió a la lucha activa contra ella; como así se recoge en el documento de la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer, en la que los Estados se comprometen a adoptar las medidas necesarias a fin de suprimir esta discriminación en todas sus formas y manifestaciones, y que queda expresamente recogido en el Artículo 6 de dicha Declaración:

“Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer.”

Para ello una de las medidas necesarias y que no se hace aún es la de poner el foco en los prostituidores, porque sin demanda no hay prostitución. Y sin prostitución no hay trata.

«Queremos empezar por romper el silencio; les pedimos a los entornos familiares y sociales de los puteros que no miren para otro lado, que dejen de reírles la gracia. Les pedimos que den un paso más y avergüencen a quien explota a las mujeres.” (Celsa Andrés, vicepresidenta de Médicos del Mundo)

El Protocolo de Identificación y Derivación de Víctimas de trata con fines de explotación sexual de Aragón, (2018) también apunta a la importancia en la implicación de las administraciones, instituciones y entidades no solo privadas, sino también públicas desde los gobiernos estatal y autonómicos, desde las capitales de provincia a los pueblos, que tienen las responsabilidad en procurar una atención integral, especializada y con perspectiva de género, a las personas víctimas de trata con fines de explotación sexual. También en el citado protocolo se pone en valor, la importancia de la erradicación de la demanda de mujeres prostituidas, ya que es la alta demanda una de las principales causas de la trata en todo el mundo y en España especialmente (el tercero a nivel mundial, y el primero a nivel de la UE).

¿Qué pasaría si en vez de la prostitución, fuera el tráfico de drogas?

Tendríamos en los Espejos Públicos, en los Programas de Ana Rosas, y noticiarios a todo el país escandalizado porque tenemos un Estado de narcos y drogadictos. Pero donde he puesto drogas, pongo prostitución (Mercancía Mujer) y “mágicamente” el problema desaparece.

  1. LAS MUJERES SON LA MERCANCIA MÁS LUCRATIVA DEL MUNDO. Repito. LA MERCANCÍA MUJER ES LA MERCANCÍA MÁS LUCRATIVA DEL MUNDO

Las mujeres representamos el 50% de la población, de las cuales dos tercios de ellas están en países empobrecidos, y las mafias de Tráfico Humano lo saben. EN ESPAÑA, es el sector económico que más dinero negro mueve, incluso por encima de la droga o el tráfico de armas.

La existencia de la prostitución a nivel mundial propicia la excusa perfecta para comprar y vender mujeres en países del sur global y llevarlas al norte. Así todos ganan. Los países del sur pobre venden a sus mujeres a las mafias, y los países del norte las compran para llenar sus burdeles, puticlubs, pisos de citas, macro discotecas, pubs de alterne, carreteras y polígonos.

Pero ya que a la gente le gustan tanto los datos y estadísticas porque si no nada parece creíble, aquí dejo algunos:

  • 30 millones de mujeres y niñas han sido forzadas a la explotación sexual en las últimas décadas
  • Según datos de 2010, la Oficina de Naciones Unidas contra el Crimen y las Drogas, calculó que en la Unión Europea había 140.000 víctimas, para la esclavitud sexual. Lo que equivale al 84% de las víctimas de trata
  • La EUROPOL estima que el negocio ilícito de la trata con fines de explotación sexual genera 32.000 millones de euros anuales en la Unión Europea.
  • La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2014, cifraba las ganancias per cápita de la trata con fines de explotación sexual mucho más elevadas que las derivadas por la trata de personas con otros fines.
  • Las políticas migratorias son cada vez más duras, y al contrario de lo que se cree, facilitan la proliferación de redes de tráfico humano en general, y de trata de mujeres en especial (limitación de visados, permisos de trabajo, leyes de extranjería, etc.) ya que las fronteras Norte-Sur son cada vez más infranqueables, por lo que proliferan las redes de trata y tráfico de seres humanos que facilitan estos cruces de frontera de manera irregular vulnerando los derechos humanos de las personas

Me detengo en este punto para hacer una mención especial al tan nombrado “EFECTO LLAMADA” del que tanto hablan los Partidos de la Extrema Derecha Europea y grupos xenófobos, puesto que sí existe tal “efecto”, pero no tal y como esos políticos la describen. Según EUROPOL, el “Efecto llamada” es aquel que se produce de la combinación del reducido coste (del proceso de la trata de seres humanos) y los elevados beneficios de la explotación sexual de personas que luego en los países de destino esas personas generan. EUROPOL estima que hablamos de unos beneficios anuales de 32.000 millones de euros, siendo la prostitución el segundo negocio ilícito más importante tras el tráfico de drogas.

La trata es evidentemente un negocio de “bajo riesgo y alto rendimiento”, donde que la materia prima (seres humanos) es ilimitada, especialmente las mujeres, ya que el 100% de las mujeres (el 50% de la población mundial) es fácilmente captable, transportable y prostituible para el tratante/explotador, además que resulta muy difícil a las autoridades identificar a mafias y explotadores, quienes se valen de diversos artificios para camuflar sus actividades mediante la coacción, la intimidación, tortura y amenazas de muerte.

  • Según datos de ONU MUJERES y la OMS, 1 de cada 3 mujeres prostituidas han sido víctimas de violaciones (el 62%), agresiones físicas y violencia extrema contra ellas
  • Datos de Médicos del Mundo, muestran que entre el 80 y el 95 % de las prostitutas ha sufrido alguna forma de violencia antes de empezar a ejercerla (violación, incesto, pedofilia), además el 68 % sufre trastorno de estrés postraumático
  1. ¿Por qué España es un Estado Proxeneta? Porque las cifras y datos hablan
  • ESPAÑA, es el tercer país a nivel mundial en consumición de prostitución, detrás de Tailandia y Puerto Rico
  • ESPAÑA, es el PRIMER país europeo en consumición de prostitución
  • ESPAÑA, es habitualmente el primero/segundo país con mayor Turismo del mundo, lo que no te cuentan que uno de los motivos es que es debido a que nos estamos convirtiendo en un paraíso de turismo sexual
  • ESPAÑA, ha pasado de ser un país de paso de tráfico a ser un país de destino de mujeres traficadas para la explotación sexual
  • En ESPAÑA se estima que, entre el 90-95% de las mujeres en situación de prostitución son víctimas de trata con fines de explotación sexual (datos del Gobierno de Aragón)
  • En ESPAÑA, el 99% de personas prostituidas son mujeres. De ellas, el 90% están prostituidas contra su voluntad y son mujeres extranjeras en situación irregular lo que hace que solo el 10% lo haga libremente (supuestamente)
  • En ESPAÑA, un 40% de hombres de entre 35-55 años, mayormente, consumen sexo de pago (4 de cada 10)
  • En ESPAÑA, se consumen, para sexo, los cuerpos de entre 300.000-400.000 mujeres (número aproximado de mujeres prostituidas en el Estado español)
  • En ESPAÑA, el 99.7% de la demanda de prostitución son hombres
  • En ESPAÑA, según estimaciones del INE, la prostitución supone en nuestro país el 0,35 por ciento del PIB anual (entre CUATRO y CINCO MIL MILLONES de euros/año)
  • En ESPAÑA el consumo de los cuerpos de las mujeres a través de la prostitución genera OCHO MILLONES DE EUROS AL DÍA
  • En ESPAÑA, los anuncios en prensa de prostitución generan CUARENTA MILLONES DE EUROS
  • En ESPAÑA el consumo de prostitución es diez puntos superiores al observado en la media europea
  • En ESPAÑA entre las prácticas sexuales más demandadas por los puteros son el sexo con embarazadas (cuanto más avanzado el estado de gestación mejor), el sexo en grupo (Manadas), el sexo con mujeres con discapacidad mental (ya se han detectado casos de captación de chicas españolas con Síndrome de Down para la prostitución), y la mayoría prefiere no usar condón, lo que implica que la inmensa mayoría de las prostitutas estén expuesta a ETS continuamente, al VIH y a embarazos no deseados y abortos forzados
  • En ESPAÑA, según datos de la organización Médicos del Mundo, el tramo de edad en el que más ha crecido el consumo de prostitución es entre los 18 y los 25 años
  • En ESPAÑA, el elevado porcentaje de hombres puteros (40%) refleja, según estudios realizados por Médicos del Mundo, que en nuestro país “ir de putas” es una práctica socialmente aceptada y extendida asociada a la imagen de hombría tradicional del macho alfa con unas necesidades fisiológicas que tienen que ser cubiertas para la estabilidad emocional y psicológica de los varones
  • En ESPAÑA, según la investigación, Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, 000 jóvenes españoles de entre 16 y 29 años se ha iniciado en la prostitución a través de las web de pornografía. Aunque los autores de la investigación aseguran que esta cifra podría ser mayor dado que el 25% de los encuestados se negó a responder. De esta investigación se desprende también que la edad de inicio en sexo de pago es cada vez más temprana.
  • En ESPAÑA, Médicos del Mundo, advierte que el consumo de prostitución está normalizado dado que se paga por sexo en la discoteca, al salir de ella, cuando se va de botellón, en celebraciones deportivas, en fiestas privadas, despedidas de soltero y en cualquier contexto que implique fiesta y celebración. El putero solitario que iba a la esquina a pagar por sexo, a día de hoy es minoritario. Hoy la prostitución se ha convertido en una forma más de ocio, especialmente entre grupos de chicos jóvenes. Esto es debido también a que las mafias proxenetas captan clientes a través de RRSS, páginas porno de Internet, o de la publicidad callejera en parabrisas, tarjetas que se reparten a las salidas de eventos deportivos o lugares de ocio frecuentados por la gente joven
  • En ESPAÑA, la Asociación APRAMP, entre enero y septiembre de 2019, ha atendido a 2.400 mujeres víctimas de trata
  • En ESPAÑA, según datos del Instituto de La Mujer, en nuestro país existen unos 1.200- 1500 burdeles y locales destinados al consumo de sexo de pago; siendo Castilla-La Mancha la región que acumula el 80% de ellos. Cabe puntualizar que muchos de estos locales están “camuflados” como locales dedicados al ocio y hostelería (discotecas, clubs, pubs, hoteles, bares…)
  • En ESPAÑA, el 34% de los varones cree que la prostitución no es una forma de violencia contra las mujeres

Anuncios reales de prostitución en discotecas y pisos-burdeles

Si con estos datos, nuestros políticos y políticas NO son capaces de ver que ESPAÑA tiene un problema de Estado con la prostitución, no sé qué más hace falta. He remarcado la palabra “España” tanto, para ver si alguno de los partidos políticos se anima a incluir a esta “otra España” que libremente ignoran porque por lo visto no da votos, en sus eslóganes para las Generales del 10N,  a ver si de una vez hablan claro y alto sobre la prostitución, hacen leyes efectivas, dotan de recursos eficaces y eficientes para acabar con esta carnicería, ayudan y apoyan a las organizaciones que trabajamos cada día con estas mujeres y a las cuales no podemos llegar como y cuando deseamos porque no tenemos apenas medios ni recursos. A ver si se enteran de una vez que tenemos un país que socialmente, económicamente y moralmente es una basura.

Además ESPAÑA tiene firmados y ratificados varios convenios internacionales que la vinculan a la lucha activa contra la Trata y la Prostitución: La Declaración para la Eliminación de Todas las formas de Violencia y Discriminación contra las Mujeres, el Protocolo de Palermo, el Pacto de Estado que se firmó en 2017 en el que se incluye la lucha contra la prostitución y la trata, y el compromiso que se adquirió en el mismo en la modificación de la Ley 1/2004 para ampliarla y recoger en ella a la prostitución como otra forma más de violencia de género.

No estaría de más que ante este panorama, ya que se preocupan tanto por ESPAÑA nuestros políticos, podrían incluir en sus Programas Electorales y Debates el tema de la trata y la prostitución en España y comprometerse a erradicarla, cambiando el Código Penal haciendo una ley rigurosa y efectiva que acabe con esta lacra y proteja a las víctimas de manera integral, ofreciéndoles una salida, apoyo y recursos para que puedan salir de las redes de mafia y explotación que las mantienen esclavizadas en carreteras, pisos y burdeles.

Para quien no lo sepa, en nuestro país la prostitución se encuentra en un limbo de alegalidad, es decir, no es legal ni ilegal, y cuando su ejercicio se hace “libremente” (supuestamente), no está penado; pero he ahí el meollo de la cuestión, ¿Cómo saber cuándo la mujer está prostituida contra su voluntad y cuando no? Para quienes conocemos el problema desde dentro, la pregunta se responde rápido. Nadie, que viva atemorizada, bajo coacción, amenazas, torturas, palizas, y bajo el yugo de quien te está explotando, diciéndote todo el tiempo que si no ganas un mínimo de 400-500 euros al día (unos 30-40 puteros/días), si te escapas, si no cumples, si no te “portas bien” y obedeces, tu familia, hijos, hijas y tú misma seréis asesinados, creo que es pedir demasiado a una de estas mujeres que vaya a la Policía y denuncie a su chulo y tratantes, porque he aquí otro problema, no existe ninguna ley integral de protección a víctimas en esta situación, por lo que si denuncian se arriesgan a morir, no solo ellas, sino sus seres queridos. La Ley de Extranjería es un gran escoyo para estas mujeres puesto que es esa Ley la que se les aplica, y el requisito es ese: ¿Quieres salir de la red de explotación? Denuncia. Pero luego ¿qué?, ¿qué espera a estas mujeres? LA NADA.

Otra puntualización y escoyo en todo esto, es la Ley de Seguridad Ciudadana (Ley Mordaza) que nuestros señores políticos hicieron para que no les “asalten” el Parlamento y ellos estén tranquilos en sus sillones, y no sufran escraches en la calle, a las mujeres prostitutas las condenaron aún más a la invisibilidad y desprotección, pues para quien no lo sepa, la Ley Mordaza sanciona el consumo de prostitución cuando “éste se solicite y disfrute en zonas de tránsito público, cerca de lugares destinados a su uso por menores (colegios, parques…) o en zonas que pueda generar un riesgo para la seguridad vial» , y establece para esta “falta grave” multas de entre 601 y 30.000 euros, además pese a que ejercer la prostitución libremente no está penado, (salvo en casos de prostitución de menores), en nuestro actual Código Penal, los municipios tienen la capacidad de regularla en las calles a través de sus ordenanzas cívicas. Ósea, una hipocresía máxima.

  1. Para finalizar, puntualizaciones y reflexiones

En España “los señores” de la prostitución, son hombres españoles. Ellos regentan y son propietarios de la inmensa mayoría de locales, burdeles, discotecas, etc. donde se ejerce la prostitución y explotación de mujeres.

Los tratantes y mafias son en gran parte extranjeras, son ellos quienes venden a las mujeres a los propietarios de los prostíbulos, en la jerga del mundillo, son los encargados de proveer de “carne fresca” a estos locales cada “x” tiempo.

Las mujeres prostituidas en España, en su inmensa mayoría son extranjeras que provienen de Latinoamérica, África, Este de Europa, y Asia Oriental. Los métodos de captación más frecuentes son el “Lover boy” (sobre todo en el Este de Europa), el Ritual del Vudú (en caso de las nigerianas principalmente), o porque son engañadas, captadas y vendidas por sus propias familias a las redes de mafiosas (muy común en el caso de las Latinoamericanas y en las comunidades gitanas rumanas).

Por cómo está diseñado el Sistema Prostitucional hoy en día, el ejercicio “libre” de la mujer prostituta autónoma en la calle es prácticamente imposible. La prostitución o se ejerce en burdeles, o en pisos, o en carreteras y polígonos en las afueras. Las mujeres son siempre “propiedad” de una mafia, un chulo y/o proxeneta que las controla.

Al contrario de lo que pudiera parecer, las mujeres prostituidas víctimas de estas mafias prefieren ejercer en carreteras y polígonos, dado que en los locales están encerradas, obligadas a estar disponibles 24hrs, y bajo un sistema ficticio de multas que las sanciona por todo, haciendo que su deuda contraída con la mafia nunca sea saldada, al contrario, es incrementada continuamente. Además, están hacinadas en habitaciones donde viven, siendo éste el mismo lugar en el que comen, duermen y realizan “los servicios” a los puteros, lo que los convierten en lugares insalubres.

Tras la lectura del artículo, lanzo unas preguntas abiertas al lector/lectora:

Cuando una mujer tiene hambre o necesidad, y/o sabemos que la tiene, ¿es ético meterle un pene para que pueda sobrevivir?

Que una mujer decida por “x” razones prostituirse, ¿da derecho a un hombre a comprarla, y pagar por sexo con ella, cuando sabe que ella ni lo desea, ni le gusta?

Si legalizamos la prostitución, los proxenetas como “Cabeza de Cerdo”, Los Hermanos Sandulache, o José Manuel García Adán, ¿dejarán de ser proxenetas para ser señores empresarios?

Si legalizamos la prostitución, como salida profesional, ¿cómo te sentirías si tu madre, hija, hermana, novia, recibiera en su móvil una “oferta de empleo” de un local para ser prostituta?

Si legalizamos la prostitución, ¿cuántos años ha de prostituirse una mujer para poder alcanzar la pensión mínima, cuando la mayoría a los 35-40 años “ya no sirve para el negocio”, y los puteros a los 25 años ya las consideran “viejas”? ¿Cómo calculamos las horas, y jornadas laborales? ¿ejercer la prostitución 8hrs/día da para cotizar lo suficiente? ¿y de qué tipos de contratos hablamos? ¿tiempo completo, parcial, temporal? ¿si es autónoma y ha de pagar autónomos, es el Estado entonces “el chulo” de la prostituta? ¿Al estar legalizada, la prostitución ya sería respetable, se acabarían los estigmas sobre las mujeres y podrían tener familias, y vidas normales, como si fueran profesionales de otro sector?

¿Podría el Estado asumir el elevado coste derivado de las enfermedades que produce el ejercicio de la prostitución? ETS, VIH, Hepatitis, abortos continuados, subvención de profilácticos, tratamientos psicológicos para las que sufren Estrés Postraumático, violaciones y otros malostratos físicos y psíquicos? Porque imagino que las personas que defienden que este es un “trabajo”, no son tan ingenuas como para pensar que el hacerlo “legal” ya erradica todos efectos de ejercer este “trabajo”.

Y llegados a este punto, cierro con dos frases de puteros, extraídas del Estudio reciente de Médicos del Mundo para su campaña #SerPuteroNoMola, y que refleja lo que es la prostitución, una escuela de misoginia, que convierte a las mujeres en mercancía barata, solo para que los hombres que acuden a ella se sientan “muy machos”, mientras que a nosotras nos la quieren hacer ver como que es el “trabajo” del futuro porque “nos empodera”. Para muestra, un botón:

  • «La prostitución evita violaciones, si los hombres no pueden consumir prostitución se verán forzados a violar a mujeres de verdad»

Jose (34 años), funcionario y putero

  • «En casa hay siempre lentejas, y a mí lo que me apetece es cerdo asado»

Antonio (60 años), casado y con una nieta. Putero

Artículo por Laura Isabel Gomez Garcia, La Gata Negra

Artículo originalmente publicado en:

https://nuevarevolucion.es/espana-estado-proxeneta-pais-de-puteros/

(14/10/2019)

Brujas

El pasado fin de semana celebrábamos Halloween, lo que viene siendo para nosotros la festividad de Todos los Santos, solo que “americanizada”. La Noche de Difuntos, es de origen celta, una tradición que celebraba el fin del verano, de la cosecha y era cuando los mundos de los vivos y los muertos estaban más cerca que nunca. Posteriormente los romanos la incorporaron a su cultura y de ahí la tomó el cristianismo para recordar a todos aquellos santos que no tenían su día en el calendario, para rezar por ellos y por los familiares fallecidos. Para quien no haya comprado la tradición anglosajona y no se disfrace para burlarse de los espíritus que esa noche nos rodean, en España esta festividad es sinónimo de ir al cementerio a llevar flores a quienes ya nos han dejado, ponerles velas, y rezar por que sus almas descansan en paz.

Entre todo este batiburrillo de tradiciones sale la iconografía propia de esta fiesta: zombis, calaveras, guadañas, vampiros… Y como no, las brujas. Esas señoras feas, de pelo cano largo, que vuelan en escoba, con risa macabra y siempre acompañadas de su gato negro, el caldero y el vestido negro harapiento. ¿Y qué tiene que ver esto con el Feminismo?, pues tiene que ver y mucho, más concretamente con las mujeres en sí, en cómo la cultura patriarcal nos ve a las mujeres, y en especial a aquellas que no nos ajustamos al modelo de “buena mujer”.

Las brujas desde siempre han sido las malvadas de la historia, aunque la revisión histórica de ellas nos ha revelado que en realidad solo eran mujeres que no daban su brazo a torcer, se resistían a ser obedientes y no eran sumisas. Por eso las alegorías con las que representamos a las brujas dice tanto acerca de cómo las culturas, y sociedades patriarcales ven a las mujeres. No hay nada de “inocente”, aleatorio o casual en la imagen grotesca que se nos viene a la mente al oír la palabra “bruja” y la definición que a bote pronto damos de ella.

Por todo esto, esta fecha en el calendario es el momento ideal para desmitificar a las brujas y hacerles justicia, algo que no tuvieron en su momento porque fueron perseguidas y asesinadas simplemente por ser mujeres que no seguían el mandato de género que el patriarcado decidió para el sexo femenino de la época.

Como pasa siempre, nos ha llegado solo la historia de las brujas contada por los hombres, pero falta el relato del otro 52% de la población, las mujeres, en definitiva, la parte del relato histórico que nunca nos ha llegado como pasa con todos los demás episodios históricos. Las feministas tenemos el deber de hacerles justicia a todas esas mujeres. Mujeres solteras, que no se casaban y no tenían hijos, que ejercían el control sobre su cuerpo y su sexualidad; mujeres viudas, ancianas que usaban el poder de la sabiduría en múltiples disciplinas que les daban los años para ayudar a otras; eran cultas con amplios conocimientos en ciencia y medicina, algo que solo estaba reservado a los hombres, en resumen, mujeres libres que escapaban al control y las normas patriarcales.

He aquí su historia.

La caza de brujas

Todo el mundo ha oído hablar de “La caza de brujas” que erróneamente se sitúa en el contexto histórico de la Edad Media mayormente, aunque fue a principios de la Edad Moderna cuando adquiere realmente una dimensión que podríamos calificar de genocidio.

Nos han contado que las mujeres acusadas de brujería eran asesinadas por ser brujas, pero esto no es del todo cierto. Si bien estas mujeres eran acusadas de “ser brujas”, el factor determinante para llamar a una mujer “bruja”, es que eran mujeres, (y no al contrario), o más bien eran un determinado tipo de mujeres lo que convertía “la cacería” en un ejercicio de pura misoginia.

La caza de brujas se desató contra las mujeres de una forma tan amplia como ambigua pues cualquier mujer a la que se consideraba que tenía un comportamiento díscolo o que no se ajustaba a lo que se esperaba de ella podía ser sospechosa de ser bruja y por lo tanto era marcada, perseguida y asesinada.

“Bruja” podía ser desde una viuda de la aldea, mujeres solteras, adulteras, esposas rebeldes, hasta mujeres que eran identificadas como curanderas, parteras, etc. De hecho, unas de las mujeres que más riesgo corrían eran las curanderas y parteras pues ellas eran sabedoras de amplios conocimientos, sobre todo, a lo que respecta a la salud femenina y al control de la sexualidad de las mujeres a las que a menudo solían ayudar para no quedarse embarazadas, para ayudarlas a parir, o por lo contrario a abortar. Eran, en última instancia, mujeres que escapaban al control de la Iglesia, de los hombres y del poder patriarcal en general, así que sus prácticas eran tachadas de peligrosas, malignas y diabólicas. Ellas encarnaban los mayores temores del patriarcado respecto a las mujeres.

En la Edad Media cuya sociedad era teocéntrica, llena de oscurantismo, temerosa de Dios, subyugada a la Iglesia, a los señores feudales y reyes tiránicos podría más o menos explicarse, pero lo que resulta asombroso a la par que aterrador es que esto sucediera en pleno apogeo del Humanismo, del Renacimiento, del surgir de la Ilustración, el conocimiento, el progreso, el surgir de las ciudades, y del despertar de las ideas modernas. Aunque resulte increíble, sí se puede explicar por qué esto es así y ahora lo veremos.

Cuando hablamos de la historia de las brujas, hablamos de una parte importante de la historia de las mujeres, a las que podríamos etiquetar como “las primeras feministas”, solo que hasta ahora siempre nos han contado la historia bajo el punto de vista de los hombres y su misoginia. Pero de un tiempo a esta parte las feministas hemos recuperado esa parte de nuestra historia, la hemos reinterpretado bajo la mirada violeta del Feminismo y siendo conscientes de dónde venimos, pues solo cuando se es consciente de la injusticia que se ha cometido con las mujeres y con nuestro papel a lo largo de la historia, una se da cuenta que es una narración sesgada de los hechos.

Ahora todo ha cambiado. Nosotras hoy tenemos voz y la usamos para dársela a aquellas a las que se les arrebató, para hacerles justicia en el presente.

Por acotar, si nos centramos puramente en la caza de brujas dentro de la historia de las brujas, que es una historia mucho más amplia pues podríamos encontrar referencias a ellas desde los comienzos de la Humanidad misma, podemos datar “la cacería” a finales de la Edad Media (S.XV), entre los años 1420-1430 y principios de la Edad Moderna, en Europa central, en concreto la etapa más dura tuvo lugar a mediados del S.XVI, entre los años 1550 y 1650. Con una duración “oficial” en total que va desde el 1450 al 1750. No existen datos realmente exactos, pero se estima que en esta época alrededor de 60.000 mujeres fueron ejecutadas acusadas de ser brujas.

Aquellas a las que llamaban “brujas” eran en realidad mujeres fuentes de sabiduría en una época en la que esto significaba que una mujer tenía tratos con el Diablo. Mujeres que por lo general eran matronas, curanderas, y hasta cierto punto “ginecólogas” que con sus hierbas medicinales y saber ayudaban a las mujeres de las aldeas a controlar su cuerpo en cuanto a lo que su sexualidad se refiere pues sus conocimientos en materia de aborto y fertilidad eran a menudo requeridos. “La brujas” eran mujeres que osaban practicar la medicina de la época, con hacer alarde de su saber y cultivar el pensamiento, algo que en ese momento solo estaba en manos de Dios (hombre), y algunos pocos hombres que tenían acceso al saber y al conocimiento.

Para explicar el por qué esto sucedió en esta época, debemos contextualizar que Europa aun arrastraba las secuelas de una epidemia de la Peste Negra en el S.XIV que se había llevado por delante entre un 30-60% de la población (entre 80-200 millones de personas). Ante tantas perdidas, la Iglesia hizo de la procreación un deber con el que había que cumplir por mandato de Dios.

Las mujeres habían accedido significativamente al mundo laboral, pero tras la pandemia de Peste se las expulsa de este ámbito para relegarlas a las cuatro paredes del hogar con el único deber de parir y maternar. Lo que significó que su cuerpo quedaba sometido al control del Estado (Estado= arquetipo masculino-> hombre-> patriarcado).

Las mujeres que no acataron este mandato y no se sometieron a este control fueron acusadas de brujería, pues eran pecadoras que se atrevían a utilizar un poder que no era para ellas, lo que las convertía en herejes que violaban las normas del orden patriarcal y religioso, que llevaban por el camino de la perdición a los hombres y eran las culpables de todos los males porque trataban con el Diablo. Hablamos de mujeres a las que se las asesinó porque no se resignaban a vivir bajo el control de los hombres y eran percibidas como una peligrosa amenaza al orden social establecido. Si nos fijamos bien podemos establecer cierto paralelismo con lo que sucede hoy con las mujeres víctimas de violencia de género, pues según datos oficiales, es el momento de la denuncia al maltratador y la separación de éste, con la consecuente pérdida de control del violento sobre su víctima, el momento de mayor vulnerabilidad en la que la vida de la mujer corre mayor peligro de muerte. De hecho, muchas son asesinadas en este momento.

Podemos pues decir que la cacería era el método, las creencias religiosas la excusa y la implantación de un nuevo orden socioeconómico el fin por el que este genocidio de mujeres rebeldes e incómodas para los intereses de la élite masculina de la época lo que hizo que esto tuviera lugar.

En la Edad Moderna es el momento de transición del sistema feudal al sistema capitalista que se impone, estableciendo así la base ideal sobre la que asentar el sistema patriarcal; es también el momento de la aparición de las ideas políticas, teorías económicas, y es cuando el surgir del imperante capitalismo impone la división sexual del trabajo por un lado, y por el otro el sistema patriarcal impone el modelo de mujer sumisa, obediente, pasiva, dócil y que está ligada al modelo de “mujer princesa” que espera a ser salvada por “el príncipe azul”.

Con esta obsesión por el control del cuerpo de las mujeres y su sexualidad, podríamos nuevamente a establecer cierto paralelismo a la larga historia de la batalla por el derecho al aborto que aun hoy seguimos tratando de conquistar en multitud de países tanto del primer como del tercer mundo.

Que en aquella época a una mujer se la acusara de bruja era como llamar a alguien hoy en día terrorista. Los hombres que ostentaban el poder (reyes, señores feudales e Iglesia), hacían las leyes (de los hombres) que crearon todo un sistema fundamentado en tratados y tesis que daban pautas muy concretas a los jueces de entonces de cómo reconocer a las brujas y ajusticiarlas. Hombres expertos en el Demonio escribieron tratados muy ilustrativos como el “Malleus maleficarum” (El martillo de las brujas) que era el manual con el que los jueces emitían sus juicios y sentencias contra las acusadas. Escritos que establecieron todo un imaginario colectivo en torno al mito de la mujer bruja que la hacia fácilmente identificable. Esto se tradujo, por ejemplo, en casos tan terribles como el de Alemania donde algunos pueblos se quedaron sin mujeres porque todas o casi todas fueron perseguidas, acusadas y quemadas por brujería bajo el auspicio de vecinos y señores.

No deja de ser cuanto menos curioso que si nos fijamos, a las mujeres brujas se las ajustició por escapar del control de los hombres y de Dios (hombre), para ponerlas nuevamente bajo el yugo de otro hombre, en este caso el Diablo. Como si para bien o para mal las mujeres siempre estaban/estamos sometidas y controladas por una figura masculina. Nunca somos autónomas, siempre deben sujetarnos a algún tipo de poder patriarcal o figura masculina que nos dicta qué hacer y cómo ser estableciendo así una histórica tutela patriarcal a la que se nos somete como si fuéramos eternas “niñas”.

El uso de las hogueras con altas llamas, como forma de ejecución no era casual tampoco, pues transmitían un mensaje de miedo a todas las mujeres. El mensaje de que la que osase romper con lo establecido acabaría quemada en las llamas del Infierno, un mensaje aleccionador para las mujeres repetido en diferentes formas de castigo a lo largo del tiempo.

Fue en el año 1657, tras miles de asesinadas bajo este delirio fundamentalista y misógino, cuando la Iglesia mostró el primer atisbo de racionalidad e hizo la primera condena a la caza contra las mujeres con la “Bula Proformandis”. Aunque estas prácticas se siguieron aún produciendo hasta el 1750.

El caso de las brujas de Salem en Norteamérica en 1692 merece mención aparte ya que tiene elementos característicos de aquel contexto histórico y situación geografía que para poder ser analizado y desgranado en justicia tendría que dedicarle una columna completa, pero podemos decir quelos procesos judiciales de Salem fueron también asesinatos en masa, que se produjeron bajo un delirio colectivo que señaló a mujeres inocentes a las que tras difamarlas, y procesarlas en unos juicios infames fueron condenadas a muerte.

Las brujas del S. XX- XXI

La historia continúa hoy en día en pleno S.XXI. La cuarta ola feminista de la actualidad la formamos mujeres sin miedo y libres en la lucha por nuestros derechos. Recuperamos la figura de la bruja como símbolo feminista por su valentía, su capacidad de desafiar todas las reglas establecidas, retar al patriarcado para revelarnos contra el destino que nos tiene reservado, y para hacer justicia a la memoria de aquellas “brujas” perseguidas y masacradas durante siglos por el hecho de ser mujeres poderosas que no seguían las normas establecidas. Las brujas y el Feminismo han estado y estarán siempre ligados.

Bruja. Pocas palabras encarnan tanto un conglomerado de prejuicios e ideas tan machistas como esta. Pocas despiertan tanto la imaginación y la fantasía del imaginario colectivo de menores y de adultos. Para niños y niñas es una figura que da miedo, sin embargo, el arquetipo es diferente para hombres y mujeres. Para los hombres la bruja es la encarnación de la madre malvada, la mujer cruel y el poder manipulador de las mujeres. Las mujeres por su parte, ante la disyuntiva entre ser la dulce y bella princesa que vive a la espera del príncipe azul, se decantan mayoritariamente por la bruja, símbolo de fuerza y sabiduría, que llama a la subversión y a liberarse del patriarcado opresor.

Por eso, ahora que los tiempos han cambiado, las brujas regresan rescatadas como icono de las reivindicaciones feministas pues reivindicar a las brujas es una manera de apropiarnos del viejo estigma y hacerlo nuestro como símbolo actual en defensa de otra manera de vivir como mujeres dentro de esta sociedad patriarcal.

Hoy, las brujas estamos a la luz del día, sin complejos, luchamos por la justicia social, la igualdad, contra el cambio climático, con una teoría política propia, y con un ideal de sociedad y economía feminista mucho más justa para todos y todas, y no solo para unos pocos de una élite. Las brujas de hoy nos manifestamos en las calles, nos enfrentamos cara a cara contra dirigentes políticos, bancos y multinacionales para cantarles sus vergüenzas sin miedo a que se nos quiebre la voz; escribimos libros, columnas y artículos como este; rodamos documentales, películas, cantamos y gritamos proclamas feministas sin complejos ni temor en cada una de nuestras acciones.

Este movimiento de reivindicación de la bruja, empezó en siglo XIX con la primera feminista que sacó a la luz la historia de las brujas y que se atribuyó a sí misma la etiqueta de “bruja”, ella fue Matilda Joslyn Cag (la inspiradora del actual movimiento “El efecto Matilda”). Una mujer con una biografía apasionante y que os recomiendo que leáis. Y continuó a finales de los ‘60 y durante la década de los ‘70. Entre 1968 y 1969 se fundó W.I.T.C.H (Women´s International Terrorist Conspiracy from Hell), un acrónimo cargado de significado bajo el que se unieron diferentes grupos feministas de EE. UU y que fueron determinantes para el feminismo socialista y el “Movimiento de Liberación de las Mujeres” de finales de la década de los 60.

Posteriormente, en esta última década, los colectivos feministas hemos retomado esas reivindicaciones de las compañeras feministas de los ‘60 y ‘70. Mujeres de todo el mundo nos hemos inspiradoen las brujas, y hoy son un auténtico icono feminista el cual reivindicamos con orgullo, bajo el grito de “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”, que en muchas manifestaciones del Día de la Mujer se escucha. Incluso organizando públicamente aquelarres simbólicos en torno a hogueras “para que arda el patriarcado” (que no los hombres). Como la representada por la Coordinadora Feminista de Valéncia el pasado 22 de junio en una performance en la plaza del ayuntamiento de la ciudad donde se escenifico esto mismo.

Podemos pues describir a las brujas víctimas de la cacería como mujeres libres que luchaban contra los poderes fácticos, que no se conformaban con la posición subordinada que los hombres tenían reservado para ellas y que se revelaban para vivir la vida que ellas querían, cultivando su pensamiento y ejerciendo el poder tanto como podían que ellas tomaban para sí mismas para ayudar a otras, son pues las brujas sin lugar a dudas las primeras mujeres feministas de la historia, mujeres que no obedecían sin más, que se resistían a renunciar a su autonomía e independencia, y es por ello que muchos y muchas no lo admitirán, pero sabemos que hoy las feministas son tachadas de “brujas” en el peor de los sentidos por aquella parte de la sociedad misógina que aún en 2021 rechaza el ver a las mujeres unirse bajo el Feminismo para luchar por lo que es simple y sencillamente justo para la mitad de la población mundial pero que por raro que parezca chirría y molesta. Como si las feministas tuviéramos que callarnos, y conformarnos con lo que hay. Pues no, somos el 52% de la población y como tal las mujeres queremos esa misma porción del pastel que es justamente lo que nos corresponde, ni más ni menos que la misma que les toca a los hombres. Porque no, ya no nos conformamos con las migajas que el patriarcado quiere darnos para mantenernos calladas y contentas.

El Feminismo ha conseguido dar la vuelta al “estigma bruja”, hemos dado a conocer la realidad y visibilizar a estas mujeres antepasadas nuestras para reivindicarlas y darles el lugar que les corresponde en la historia.

La historia de mujeres acusadas de brujería es triste y es un drama que supuso un auténtico genocidio basado en una lista negra de supuestas practicantes de brujería y magia negra que se produjo en una época en la que a las mujeres no se las permitía tener acceso al mundo laboral ni a la educación más elemental. Se veían abocadas a mendigar, o a prostituirse y cuya única otra opción que les quedaba era ayudar y guiar a otras mujeres a tener el control de su cuerpo y su vida justo lo que el sistema patriarcal más teme. Esas mujeres brujas fueron de las primeras feministas, sí, pero también las primeras científicas de nuestra civilización y pagaron con sus vidas por ello.

Imaginario colectivo de la iconografía “bruja”

La escoba, tradicionalmente, un símbolo de la domesticación de las mujeres transformada en objeto fálico sobre el que tienen todo el poder y sobre el que cabalgan por el cielo, símbolo de la práctica libre del sexo, algo que es directamente proporcional a la imagen que tiene la sociedad de una mujer sexualmente liberada. El caldero (las mujeres cocinan, como símbolo de las tareas del hogar) que siempre tienen preparado para pócimas mágicas con las que someter a los pobres hombres a algún hechizo o envenenarlos, o peor aún, para cocinar a niños que luego se comían porque eran mujeres que no procreaban, sin ningún instinto maternal y que odiaban a la infancia. La fealdad y vejez con la se las representa, las mujeres mayores “son feas y viejas” que carecen de todo atractivo para los hombres. Las ropas a veces harapientas como desprecio a la pobreza, o a una estética descuidada propia de mujeres que no “se juntan con hombres”, o si no también en contra posición se las pinta con vestimenta sexy para encima de brujas convertirlas en putas. El pelo, largo negro con muchas canas, engloba el poder pecaminoso de una mujer con el pelo largo a la par que se la tiñe de canas para recubrirla de un manto de vejez que la hace fea y le quita el poder de seducción y atractivo sexual. Nada es casual en toda la iconografía con la que se representa a las brujas desde una mirada patriarcal.

En el imaginario colectivo, los ángeles son seres etéreos, teóricamente sin sexo, pero con la apariencia de un niño rubio, dulce y regordete y que representan “el Bien”. Sin embargo, cuando hablamos de brujas, la figura que nos viene a la mente es una mujer vinculada “al Mal”, y para muestra un botón. En el Diccionario de la RAE (2019) si buscamos “bruja” encontramos que define a las brujas como: 1) En los cuentos infantiles o relatos folclóricos, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba. 2) Mujer de aspecto repulsivo. 3) Mujer malvada.Pero, por el contrario, asombrosamente la definición que hace la RAE de la palabra “brujo” es:  Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas.

Siempre que hay una mujer ejerciendo en algún puesto de poder, también se la tacha de “bruja”. Tenemos el ejemplo claro en Hillary Clinton, quien fue tildada de bruja por Donald Trump en la campaña de las elecciones de 2016. Pero no solo se la atacó con “bruja”, sino que el machista recalcitrante que abunda en muchos (y muchas) echaron sobre ella la retahíla típica de la iconografía de la bruja: mujer mayor, fea, vieja y mala. Y es que la animadversión que despierta en la sociedad las mujeres de más de 40 empoderadas, fuertes y seguras de sí mismas, se utiliza a modo de insulto en cuanto le tocas las narices un poco a alguien porque esto es lo que subyace en nuestra larga tradición de cultura patriarcal que odia a las mujeres. Aunque este odio a hacia la mujer mayor es algo que ya se dio en las civilizaciones antiguas y que con la caza de brujas se trajo hasta nuestros días, de hecho, eran las mujeres más mayores contra las que más se cebó la cazaría por ser brujas, y encima viejas y feas, como si no hubiera atisbo de nada positivo en una mujer de cierta edad. Así que no resulta extraño encontrar casos como el de Hillary Clinton hoy en día. Son prejuicios de una cultura machista que castiga a la mujer madura despojándola de todo atractivo físico e intelectual, y que ensalza al hombre al que las canas lo hacen interesante y sexy.

La cultura occidental moderna está plagada de arquetipos de la bruja malvada. Desde las brujas de todas las películas de Disney, hasta películas infantiles y para adolescentes como “Jóvenes y brujas”, “Las brujas de Eastwick”, el clásico “Hocus Pocus”, la archiconocida “La maldición de las brujas”, pasando por clásicos de Hollywood como “Atracción Fatal” en la que Glen Close está rodeada de “simbología bruja” de forma tan descarada que hasta tiene situada su casa en un antiguo matadero cerca de una zona industrial donde hay fuegos, hasta el momento presente con los grupos feministas de hoy a las que se nos tacha también de “brujas feminazis” que conspiramos para propagar no-sé-qué teorías misandricas que nada tiene que ver con la lucha feminista real.

Otro caso que merece mencionar es la cándida y divertida serie de los 60’s, Embrujada, que bajo una apariencia de “comedia” se reía de la figura de la suegra odiosa y la ama de casa amorosa esposa y madre. En los 60’s empezaba el movimiento de emancipación de la mujer a armarse y esta serie venía a aleccionar a las mujeres para que no fueran seducidas por el encanto del poder liberarse y ser mujeres independientes, e insumisas. Así tras cada capítulo el mensaje subliminal era que el orden patriarcal es el que ha de ser. La mujer en casa, y ya. Pues si vamos más allá en el papel de la protagonista vemos que era una bruja con poderes reales, que renunciaba a ellos para ser una buena ama de casa perfecta que llega incluso a entrar en conflictos con su madre (la suegra), que es una bruja también pero mala (la mala mujer, la vieja, “la feminista”) que odia a su yerno (porque todas sabemos que las feministas odiamos a los hombres), y que trata de que su hija, y nieta, tomen el control de sus poderes y se empoderen (porque eso es lo que hacen las brujas feministas, llevar por el mal camino a las buenas mujeres obedientes). Es sin lugar a dudas, revelador, lo que subyace cuando se rasca un poco y analizamos con espíritu crítico aquello que nos meten por los ojos a través de la televisión y demás medios audiovisuales.

Las feminazis y terfs. Las brujas de hoy

En resumen, feas, peludas, solitarias, malas, envidiosas, y con poderes diabólicos. Más o menos lo que hoy se dice de las feministas y abiertamente incluso desde el poder político. Aún recuerdo cuando en las elecciones de 2019, el portavoz de VOX, Jorge Buxadé dijo aquello de “hoy votan las feas” refiriéndose a las feministas, como si él fuera Brad Pitt y sin derecho al voto.

Esto se explica porque para el común de los mortales la idea que se tiene de las brujas es que son las que les hacen la vida imposible a las princesas que son en realidad las mujeres no feministas, porque las feministas supuestamente somos feas y envidiamos a las guapas que cumplen con la feminidad patriarcal y las brujas no cumplen con ella porque somos feministas. Por eso las guapas, las no feministas, tienen hombres y las feministas no los tenemos y queremos que las guapas se conviertan en feministas para que tampoco los tengan; a las guapas las piropean, a las feministas como son feas no, y supuestamente también tenemos envidia de eso, codiciamos su belleza, su reino o su príncipe. Pero no es broma, ni divertido, pues esas brujas en un tiempo fueron mujeres reales, y que fueron perseguidas y quemadas en una hoguera por esos prejuicios y estereotipos machistas de los que hoy nos permitimos el lujo de reírnos pero que en el fondo aún perduran y que nos convierten a las mujeres desde el alba de los tiempos como objeto de todos los males. La mujer y su cuerpo. Desde Eva ha sido así.

Una bruja es una mujer que no se adapta a las normas sociales convencionales y que, en esencia, implica un riesgo para el orden establecido. Sus conocimientos y saberes eran atribuidos a la magia, por lo que carecían de validez, a diferencia de los conocimientos masculinos que sí se consideraban científicos por estar dentro de las universidades y por tanto, eran válidos y universales.

La visibilización de las mujeres y su aporte a la humanidad pasa por revisitar la historia con una mirada feminista y contar lo que no se ha contado entre ellas la historia de las brujas. Tenemos que revisitar con mirada crítica los mitos y leyendas populares alrededor de ellas, explicar la simbología que las envuelve para darles su lugar en la historia, y al menos saber de quienes hablamos cuando decimos “bruja”, pues aun hoy en día se sigue utilizando el término bruja como un insulto dirigido exclusivamente a una mujer. Cabe señalar que en la actualidad aún hay países donde una acusación de brujería supone la muerte, como sucede en Tanzania, por poner un ejemplo claro, donde en 2018 se asesinaron a 479 mujeres acusadas de ser brujas.

Por todo ello las feministas reclama justicia para las mujeres acusadas inquisitoriamente de brujas, que la Iglesia pida disculpas de forma clara y contundente por el terror que desplegó sobre las mujeres señaladas, que sean ellos mismos quienes expliquen lo que aconteció en la caza de mujeres durante siglos para que no se olvide jamás ni caiga en saco roto.

Voy a cerrar la columna de este mes con una cita de la escritora y editora francesa Xavière Gauthière que en 1975 editó por primera vez la Revista “Sorcières” (“Brujas. Las mujeres viven”), una publicación literaria y artística que mostraba la visión creadora de las mujeres. En el manifiesto fundacional de la revista se explicó el porqué de este título para la revista, y esto fue lo que expresó:

“¿Por qué brujas? Porque curaban. Eran las curanderas y las sanadoras del pueblo. Eran las comadronas, quienes ayudaban a las mujeres a parir, a dar vida. También quienes las ayudaban a librarse de los embarazos no deseados. ¡Era demasiado! En el siglo XIV la Iglesia declara que, si una mujer se atreve a curar, es una bruja y por lo tanto debe morir”.

Artículo originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/brujas/

Artículo escrito por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra

Ni locas ni histéricas: la salud integral de las mujeres.

En 2004, dentro del marco de la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres,  como respuesta a las recomendaciones de la Unión Europea, y tal y como como insta la comunidad internacional sobre la inclusión de la perspectiva de género dentro de las políticas de salud pública, se creó el Observatorio de Salud de las Mujeres de la Dirección General de Salud Pública, cuyo fin era trabajar en la elaboración de líneas de actuación para acabar con las desigualdades y desequilibrios dentro del ámbito sanitario y de la salud integral que se producen por razón de sexo.

Este observatorio tenía una metodología de trabajo participativa con la colaboración de todos los agentes implicados dentro de la sanidad, con el fin de crear mecanismos y difundir amplios conocimientos de modo que permitieran analizar las diferencias en la salud integral existentes entre mujeres y hombres, promoviendo así el estudio de las peculiaridades diferenciales entre las biologías de ambos sexos.

Este observatorio desapareció en 2014 por decisión del Gobierno conservador como consecuencia de los recortes y ajustes derivados de la crisis económica de 2008.

Más recientemente, en 2019, el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad volvió a crearlo para el mismo fin para el que fue creado en la fecha de su primera creación y actualmente lleva en pleno funcionamiento desde el 24 de abril de 2019.

Este re-creado organismo está adscrito al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Según el BOE describía, este observatorio “es un organismo que permitirá el análisis de las políticas de salud y proponer acciones para reducir las desigualdades en este ámbito, a través del conocimiento y comprensión de la salud de las mujeres y de los hombres, de sus problemas y de sus necesidades, para la mejora del funcionamiento del sistema sanitario, de la salud y calidad de vida de los ciudadanos”.

El observatorio de la salud de las mujeres además da soporte al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud para desarrollar indicadores, metodología y procedimientos para el análisis por sexos de las políticas sanitarias del SNS; y colaborar con la Comisión contra la violencia de género del CISNS dado que esta violencia tiene un efecto devastador en la salud de las mujeres que la sufren y que demasiado a menudo no se tienen en consideración dentro del ámbito sanitario cuando éstas acuden a consulta, como por ejemplo sucede con muchas mujeres que acuden a consultas de atención primaria con sintomatología depresiva y cuya consecuencia está en una relación de malos tratos y no en una depresión endógena per sé.

El caso de Olatz Vázquez

La madrugada del 3 de septiembre falleció como consecuencia de un cáncer de estómago, la fotógrafa y periodista Olatz Vázquez a la edad de 27 años. Aunque como ella misma contó a lo largo de todo el proceso, no fue solo el cáncer lo que la mató. En sus propias palabras, la causa fue “el paternalismo machista”. Esto se entiende mejor cuando se lee toda la historia de Olatz, que lamentablemente es la historia de muchas mujeres entorno a su salud.

El periplo de Olatz comenzó un año antes de su diagnóstico definitivo, (cáncer gástrico), pues durante todos esos meses previos al tratamiento, fue diagnosticada con un sinfín de dolencias varias desde gastritis, a síndrome premenstrual, etc. ¿Por qué? Pues porque todos los facultativos que pasaron por ella le decían que “no entendía su propio cuerpo”, que no sabía discernir si lo que tenía era dolor menstrual o dolor gástrico. Pero a alguien “se le iluminó la bombilla” y por fin le hicieron la colonoscopia y la gastroscopia que debió hacerse la primera vez que Olatz pisó la consulta, pues ella misma sabía que ese dolor no era menstrual ni era un dolor “normal”, pero los profesionales que la trataron, como he dicho anteriormente decían que ella “no entendía su cuerpo y que no sabía diferenciar de donde le provenía el dolor”. Además, para peor suerte, a la ineptitud y estrechez de miras machistas que siempre hay entorno a la salud y dolencias de las mujeres, llegó la pandemia con los consecuentes daños colaterales para el resto de dolencias que hizo que todo se retrasara y que los tratamientos no llegaran a tiempo. Todo ello le costó la vida a Olatz.

Pero el caso de Olatz no es un caso aislado, como suele ser siempre habitual cuando las mujeres nos ponemos a hablar de los problemas que nos atañen. Pensamos que son cosas que solo le pasan a una y cuando te pones a hablar con otras mujeres resulta que esa experiencia es común sino a todas, sí a la gran mayoría.

Habrá quien niegue esto y quiera minimizar nuestras experiencias con el clásico “eso le pasa a mucha gente, no solo a las mujeres por ser mujeres”. Pues miren no, no porque haya quien quiera negarlo o minimizarlo va a ser que no es cierto, pues indicadores, estadísticas, estudios y entrevistas con cientos de miles de mujeres de todo mundo acreditan que esto es así y que no, no estamos locas cuando decimos que ser mujer y acudir a consulta es radicalmente diferente a ser hombre y acudir a consulta con la misma sintomatología inclusive. No son datos e información de las feministas radicales “feminazis”, sino que son datos de organismos tan poco sospechosos de ser feministas como la UE, la OMS, o la ONU que afirman según las conclusiones de los diversos estudios e investigaciones llevadas a cabo, que las mujeres si bien viven más lo hacen en peores condiciones porque normalmente son atendidas de manera sesgada y ante cualquier dolor o malestar, a priori siempre se las diagnostica con dolor menstrual, estrés, depresión… y se las envía a casa sin más, sin contemplar la posibilidad de que es muy probable que estemos ante un infarto, un cáncer u otra enfermedad, y que sea preciso realizar pruebas diagnósticas específicas como un TAC, una resonancia o una ecografía. Todo ello da como resultado que se haya detectado que las mujeres tengan el doble de posibilidades de ser diagnosticadas erróneamente que los varones por razón de sexo.

Por no hablar de medicamentos, vacunas, y tratamientos que rara vez son probados en mujeres porque no se tiene en cuenta que la biología y anatomía de mujeres y hombres son totalmente diferentes.

Nuestros cuerpos no son biológicamente iguales. Ambos tenemos características específicas propias de nuestro sexo, a nivel hormonal, reproductivo, biológico (menstruación, embarazo, lactancia…). Diferencias hormonales y biológicas que en consecuencia tienen una expresión y función génica en los cromosomas sexuales que varían respecto a la prevalencia y presentación de dolencias asociadas con regulación autonómica, hipertensión, diabetes, sistema vascular y la función cardiaca.

Así como diferencias psicosociales en el día a día que hace que mujeres y hombres tengan aun hoy roles diferentes (tipo de contratos laborales, trabajo doméstico, cuidado de la familia, desigualdades varias, etc.) lo que hace que los efectos sean también diferentes entre los dos sexos, de hecho alrededor del 60% de las mujeres tienen mayor riesgo de sufrir efectos secundarios adversos derivados de los medicamentos que los hombres, porque no se tiene en consideración que las mujeres menstruamos y que tenemos un sistema hormonal diferente; nunca “ser mujer” es un factor a tener en cuenta en estudios e investigaciones y una vez nos topamos con el androcentrismo que impera en todos los ámbitos, también en el sanitario, en el que los hombres son la medida universal para todo, solo que cuando se trata del ámbito sanitario cuesta vidas.

Lo hemos visto recientemente con las vacunas del Covid. Como se han producido muertes de mujeres embarazadas, incluso de bebés, así como alteraciones menstruales en las mujeres, por falta de tener en cuenta estas variables durante el proceso de investigación, testado de la vacuna, y por no diferenciar el estudio por sexos. Algo de vital importancia porque que tu sexo sea masculino o femenino hace que las reacciones a los medicamentos, vacunas y tratamientos no siempre sean iguales por lo que no contemplar esto es una irresponsabilidad que atenta contra la salud integral de las mujeres.


Recomiendo el libro de Carme Valls, “Mujeres invisibles para la medicina” en el que se abordan diferentes cuestiones de índole médica entorno a la salud de las mujeres y su atención médica como por ejemplo el por qué cuando un varón presenta dolor en el pecho se le realiza un electro y sin embargo a una mujer automáticamente se le da diazepam para “el estrés”; o de donde viene el cliché de que una mujer con ansiedad o con estrés es “una histérica”, así como la cuestión de la enorme presión social que sufren las mujeres por el físico, la belleza, la perfección y la eterna juventud junto a unos cánones imposibles, mientras que los varones de más de 40 son “maduros sexys”. Por todo ello, Carmen Valls aboga por una medicina que esté realmente adaptada a las necesidades específicas de la mujer porque aun a día de hoy en la medicina seguimos siendo invisibles y no se nos toma en serio. En este libro Carme Valls aborda esta problemática y arroja algo de luz al por qué esto es así y la raíz del problema que no es otra que la base teórica misógina de Freud que aún colea a día de hoy y por la cual las enfermedades “de mujeres” como las mentales, la endometriosis, la fibromialgia y algunos cánceres, están dentro de un saco histérico freudiano que las deja en muchos casos sin un tratamiento adecuado o un diagnóstico temprano, o como las enfermedades que se asocian a la menopausia, que no tienen una medicina aplicada y adaptada a la biología de la mujer y su situación dentro de la sociedad y los roles de género que en ella desempeñan que en muchos casos son factores de riesgo y detonantes que las predisponen a toda esta serie de enfermedades; junto con las derivadas por la tiranía del culto a la perfección física y eterna juventud como los trastornos de la conducta alimentaria en la que los pacientes son en su mayoría mujeres.

“Se nos rompió el corazón de no tratarlo…”

Vamos ahora a hacer un experimento, si digo “Murió de un infarto”, seguramente la persona que os venga a la mente sea un hombre de mediana/tercera edad porque por regla general asociamos de forma automática un infarto a los hombres y esto es un grave error, porque aunque las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en ambos sexos, pero son las mujeres quienes fallecen más por esta causa. Ello es debido a que el infarto frecuentemente pasa desapercibido en el caso de las mujeres porque la sintomatología que presentan no son los clásicos que se dan en los hombres (dolor en el pecho, sudor frío, dolor en el brazo izquierdo…) y esto es así porque los síntomas típicos de un cuadro de fallo cardiaco y las indicaciones para tratarlo están basados en estudios realizados en su mayoría con varones. No ha sido hasta hace relativamente poco que se ha observado que la sintomatología es totalmente diferente en mujeres y hombres.

Esto podríamos denominarlo “sexismo en la investigación y praxis médica” una especie de techo de cristal que perdura de forma latente en pleno S.XXI y que ello hace que demasiado a menudo los infartos en las mujeres no se detecten o se haga de manera tardía, y que tratamientos e intervenciones quirúrgicas no sean los adecuados y como consecuencia de ello siguen siendo las mujeres las que sufren graves consecuencias, pues aunque se ha reducido muchísimo la mortalidad por fallo cardiaco en ambos sexos, las mujeres son las que estadísticamente mueren en mayor número.

Un ejemplo típico de enfermedad cardiovascular que puede provocar un infarto es la cardiopatía isquémica. Ésta sucede cuando los vasos sanguíneos que llevan la sangre al corazón se bloquean. El motivo frecuente por el que esto sucede es por la arterioesclerosis (placas de grasa en las arterias del corazón). Pero en el caso de las mujeres que padecen esta enfermedad (cardiopatía isquémica) más de la mitad de ellas no presentan este bloqueo en las arterias como sí sucede en los hombres. 

Existe un estudio llamado “Evaluación del Síndrome Isquémico en las Mujeres”, (el Estudio WISE), en el cual se descubrió que la cardiopatía isquémica en las mujeres se produce por daños y/o obstrucción en los vasos sanguíneos de la microcirculación.

Los ataques al corazón en su mayoría no se producen de forma súbita y fulminante, sino que suele presentarse con un dolor gradual que puede confundirse con dolores musculares sin importancia o con una gastroenteritis típica. Si bien es cierto que el fuerte dolor torácico es el síntoma más común en ambos sexos, también hay otra sintomatología que se produce en mayor medida en las mujeres, tales como: dolor en el estómago, fatiga, vómitos, punzadas en la espalda o ausencia total de dolor y simplemente presentar un malestar general que no se sabe explicar.

Estas diferencias sintomatológicas si no se tratan adecuadamente y el profesional facultativo no es capaz de darse cuenta que está ante una mujer y que es de vital importancia contemplar la posibilidad de que la paciente esté sufriendo un infarto, sin el consecuente diagnostico a tiempo el tratamiento puede no ser el correcto provocando así un fatal daño en el corazón o incluso la muerte.

Por ello existe un protocolo sanitario que establece una serie de pruebas y tratamientos diagnósticos pero que rara vez contempla la sintomatología especifica del sexo femenino. La organización canadiense “Heart and Stroke Foundation of Canada”, en un estudio concluyó que en los 10 minutos tras la llegada a urgencias a las mujeres se las sometía en menor frecuencia a un electrocardiograma, una prueba imprescindible para detectar a tiempo un fallo cardiaco.

Otra disfunción dentro de las pruebas diagnósticas para determinar el daño en el corazón, es el nivel de proteínas troponinas (proteínas que se liberan cuando se produce un fallo cardiaco), de hecho, este es el biomarcador estándar más valioso para diagnosticar un ataque al corazón. En cambio, nos encontramos con que el criterio seguido para establecer los niveles de troponinas en sangre fue estudiado mayormente en hombres, cuyo nivel es 2’4 veces mayor que el de las mujeres. Lo que significa que cuando una mujer sufre un infarto de miocardio la subida de las troponinas puede no superar el umbral diagnóstico establecido, y esto se traduce en que más del 20% de los infartos en mujeres no son detectados.

En cuanto a las angiografías que detectan las arterias coronarias que se han bloqueado en el transcurso de un infarto, y que son las mayoritariamente utilizadas, dejan de lado la obstrucción en la microcirculación que es generalmente la que se produce en las mujeres. En cambio, los diagnósticos por imagen, como la tomografía que es una técnica precisa que permitiría detectar los infartos en las mujeres, es una técnica que rara vez se utiliza. Es por eso que las mujeres no son diagnosticadas correctamente solo con una angiografía con el consecuente riesgo para su salud.

Por otro lado, cabe mencionar que a todo ello hay que sumar que nos encontramos con otra peculiaridad con las mujeres y su salud, y es que, según diversas investigaciones, las mujeres acuden más tarde al médico lo que hace que los diagnósticos sean tardíos y con peor pronóstico. Además de que se produce el fenómeno del abandono de la terapia de rehabilitación cardiaca tras un infarto. Generalmente, porque las cargas del trabajo dentro y fuera del ámbito doméstico, de los cuidados del hogar y la familia, hace que las mujeres “no tengan tiempo” para seguir los programas.

En cuanto a tratamientos encontramos algunos datos muy interesantes hechos en recientes estudios europeos. Por ejemplo, solo el 15% de las mujeres recibieron un stent, en comparación con el 34% de los hombres. Un 26% de las mujeres, frente a un 43% de los hombres, fueron sometidas a terapia trombolítica, y solo un 16% de las mujeres recibieron medicina preventiva.

Investigaciones y estudios médicos: el ninguneo a las mujeres

El gran problema es que la medicina ha contemplado y contempla aun hoy a las mujeres bajo el prisma de la universalidad masculina ignorando así los problemas de salud y enfermedades propias de la biología de la mujer, salvo en el ámbito de la salud reproductiva que es casi el único ámbito en el que se centran las investigaciones en torno a la salud de las mujeres, como si ahí radicara todo. Es la “visión freudiana” que he mencionado en líneas anteriores. 

Es de vital importancia que de una vez por todas las investigaciones y estudios sobre la elaboración de los tratamientos, técnicas de detección temprana y medicamentos sean realizados atendiendo a la diferencia entre sexos, con datos segregados y paritarios porque a día de hoy eso no se está produciendo lo que hace que resultados y datos obtenidos están sesgados con la consecuente peligrosidad y riesgo para la salud de las mujeres. Para que esto cambie es imprescindible la inversión económica en la investigación de las diferencias en salud y enfermedad entre mujeres y hombres. Así se posibilitaría el desarrollo de terapias específicas para cada sexo; por no mencionar la urgente necesidad de incluir a las mujeres de forma paritaria en todos los ensayos, investigaciones y estudios clínicos de modo que hubiera una sustancial mejora en la salud de las mujeres.

La medicina no puede ejercerse a espaldas de una perspectiva de género que contemple el hecho de que la salud es diferente según el sexo por los factores biológicos tales como los genéticos y/o fisiológicos, además de que es también desigual dado que existen los roles y estereotipos de género que influyen de manera determinante en todas las personas, y las mujeres por los suyos, las hacen especialmente vulnerables a determinadas afecciones y enfermedades diferentes a las que afectan a los hombres, y que son éstas las que no son estudiadas como se debiera.

Ya en el año 2006, en la encuesta Nacional de la Salud los datos reflejaron claramente que las mujeres tenían peor salud, y en concreto despuntó que tenían peor salud mental que los hombres.

Por otro lado, la salud física, psicológica y social de las mujeres se ve afectada especialmente por factores socioeconómicos. Esto es debido a que sobre las mujeres recaen los mayores estragos del desempleo, la precariedad, la temporalidad laboral, niveles más altos de exclusión social, salarios más bajos, pensiones paupérrimas y la doble carga de trabajo dentro/fuera del ámbito doméstico, familiar y de los cuidados, todo ello adscrito al sexo femenino como consecuencia del rol de género asignado a las mujeres. Todos estos factores hacen que la salud de las mujeres debiera tener una mejor atención por parte de la comunidad médica, científica y farmacológica. Además, no deja de resultar algo paradójico si lo pensamos bien, pues sobre quienes recae el rol de cuidadoras de la familia y personas dependientes, son las que a su vez se olvidan de su propio bienestar y salud, y además son también las grandes olvidadas por la medicina cuando recordemos que las mujeres representamos más del 50% de la población mundial, y no somos un colectivo como parece que a algunas personas se les olvida.

Según datos de la OMS las mujeres representan más del 70% del personal sanitario en la mayoría de los países, además de ser las principales profesionales en el trabajo doméstico y de cuidados remunerado (y no remunerado) pero en cambio como sucede siempre, están infrarrepresentadas en puestos de toma de decisiones y directivos del sistema sanitario, y en cuanto a los sueldos si en general la brecha salarial entre mujeres y hombres es del 20%, en el ámbito sanitario alcanza el 30%. 

En resumen, no es solo la necesidad de incluir a las mujeres en los datos, sino que hacerlo con perspectiva de género es vital para ofrecer una mejor atención sanitaria integral y para eso, los estudios/investigaciones/análisis médicos, la diferencia sexual tiene que ser una categoría de análisis central porque es hora ya de que el ámbito sociosanitario entienda lo importante que es ser mujer o ser hombre dentro de la medicina si queremos que ésta sea beneficiosa para todas las personas independientemente de su sexo.

Roles y estereotipos de género dañan la salud.

Para aquellas personas que disienten, dudan o no creen en que la manera en que se socializan hombres y mujeres es diferente y que derivado de ello las mujeres estamos en una posición desigual y subordinada, aun hoy, a la de los hombres, deberían estudiar algo de Sociología. No se trata de ser/no ser feminista. Se trata de saber de qué se habla cuando decimos que la forma en que las personas dependiendo de su sexo son socializadas en un género u otro y que esto lleva parejo una serie de consecuencias que se reflejan a lo largo de toda la vida en los diferentes ámbitos vitales. Por eso, los estudios sociológicos y la psicología social han constatado, probado y evidenciado que la manera en que nos socializamos las personas influye en nuestra forma de vivir, relacionarnos y concebir el mundo, el entorno, las personas que nos rodean y a nosotros mismos, añadiendo a ello que dicha socialización es radicalmente distinta según nazcamos con un sexo u otro.

No querer entender esto y “no bajarse del burro” de esa falsa sensación de “igualdad” que impera y que desde los poderes facticos se repite como un mantra para que cale en la sociedad y hacer creer que ya está todo logrado no hace, sino que negar algo que está ahí, que vivimos día a día todas y que las ciencias sociales han demostrado. 

Tradicionalmente la socialización del sexo femenino mal-enseña a las mujeres desde la primera infancia la importancia entorno a su físico (ser guapa, delgada…), de pensar antes en los demás y en los cuidados de los otros antes que en sí misma, de olvidar sus necesidades por las de los demás, no ser demandantes en exceso, ni desear la independencia como forma de vida deseable sino que su vida es para y por los demás (maternidad, matrimonio, cuidado de familiares, etc.); todo ello aprendizaje que se perpetua hasta la edad adulta y que hace muy difícil después el ser reeducada en la necesidad legitima del autocuidado, la independencia social y económica, la autonomía y desarrollo personal, pues cuando se trata de este tema en talleres con mujeres ya adultas en muchas aparece “la gran palabra”: CULPA. Cuando esto sucede hace falta mucha terapia con ellas para hacerles ver que no hay culpa en la autoestima, y el autocuidado sino SALUD Y VIDA. 

Hay todo un largo historial de estudios y de investigación en torno al malestar que sienten en el día a día las mujeres derivado de la doble jornada (dentro/fuera del hogar) y el esfuerzo por conciliar vida laboral/personal/propia, que acaba repercutiendo en su salud general ya que como he tratado de explicar antes la gran consecuencia de esta sobrecarga emocional y de trabajo se traduce en un menor tiempo libre y de ocio para su propio autocuidado. 

Cabe no olvidar la situación penosa de ser mujer y estar en la tercera edad pues esta circunstancia se convierte en una doble discriminación, por sexo/género y por edad. Pues como mencioné con anterioridad, si bien es cierto que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida respecto a los hombres, no tienen una vejez con mejor calidad de vida.

Y en este hecho influyen varios factores e indicadores económicos como son la cuantía de las pensiones, y el derecho a ellas; es un hecho de que la pobreza tiene rostro de mujer, pero rara vez se menciona que esto se vuelve peor cuando hablamos de mujer y tercera edad. Las bajísimas pensiones de las mujeres se explican por diversos motivos, pero en resumen ello se produce porque son las mujeres en mayor número quienes aparcan su vida profesional a la hora de casarse y tener hijos, o muchas otras optan por trabajos temporales, precarios y jornadas reducidas que hacen que posteriormente sus pensiones sean de una media de 400-600 euros, lo que implica menor poder adquisitivo, mayor dificultad para acceder a una buena calidad de vida, traduciéndose en peores condiciones de vida que llevan parejas más enfermedades y peor acceso a  tratamientos. 

El melón” de la salud mental

Atendiendo a la salud mental de las mujeres, la socialización de género femenino lleva asociado como consecuencia en mucha mayor medida problemas mentales como ansiedad, estrés, insomnio, depresión… Derivados de la doble carga de trabajo; así como los trastornos alimentarios derivados de la baja autoestima y presión por el culto a la perfección, la belleza y la juventud. A todo esto, cabe añadir que muchas de estas enfermedades y trastornos mentales están asociados a la violencia machista, que quiero recordar, que la sufren 1 de cada 3 mujeres. Cuando digo violencia machista no me refiero solo a la que sufren dentro de la pareja o expareja, sino a todo tipo de violencia: acoso/abuso sexual, agresiones sexuales/violaciones, violencia intrafamiliar, violencia psicológica, prostitución, etc.

Uno de los grandes problemas de la salud mental a la hora de ser tratadas es la alta frecuencia en la medicalización, algo que en el caso de las mujeres se produce en mayor medida en parte por sesgos de género a la hora de diagnosticar, de tratar y de investigar. Un claro ejemplo es lo que pasa cuando una mujer acude a consulta con dolor, agotamiento, nerviosismo, insomnio… Síntomas que son por los que las mujeres acuden mayormente a las consultas. Las mujeres quedan sin diagnóstico y con recetas de psicofármacos innecesarios ya que en muchos casos bastaría con una buena terapia psicológica.

No faltará el señor que dirá, “Sí, pero los hombres se suicidan más”, y si bien ese dato es cierto, esto es debido a que no todo es negativo en cuanto a la salud de las mujeres. La socialización en el rol de género mujer favorece que las mujeres desarrollemos aspectos saludables como: resiliencia, la sensibilidad, la comunicación y expresión de sentimientos como es el llorar, algo que no es baladí pues llorar nos libera, nos hace humanos y ayuda a la superación de los problemas, permitirnos sentir y empatizar, es parte fundamental para la superación de adversidades y problemas mentales, algo que la socialización de género masculina tiene “castrado”. Recomiendo muy mucho a los hombres el documental de 2015 “The mask you live in” donde claramente se ve como el patriarcado daña también a los hombres con ese “Se un hombre”, algo que el Feminismo trata también de hacer ver a los varones. El Feminismo no es “el enemigo”, el enemigo es el patriarcado.

La socialización de las mujeres en cierto modo propicia el apoyo social entre mujeres como forma de afrontar los problemas, con nuestras amigas y compañeras solemos tejer una red de apoyo en la que encontramos la manera de afrontar de manera saludable las venturas y desventuras que nos han tocado vivir, encontrando en nuestras iguales los ejemplos de fortaleza, superación y resiliencia que necesitamos, siendo todo esto un gran factor de protección ante el suicidio.

Informe SESPAS 2020

La peor salud mental de las mujeres ha sido demostrada tanto en encuestas de salud como en estudios de base clínica. La hipótesis acerca de una mayor vulnerabilidad biológica de las mujeres es inconsistente, sino que son las condiciones de vida desiguales entre hombres y mujeres, junto con los modelos imperantes de masculinidad y feminidad hegemónicos, lo que puedan estar explicando estas desigualdades de género en la salud mental.

El Informe SESPAS 2020 mostró la existencia de desigualdades de género en la salud mental, la relevancia de la intersección de diferentes ejes de desigualdad y un posible proceso de sobre medicalización de la salud mental de las mujeres, por el cual los/las profesionales de la salud están etiquetando con más frecuencia como depresión y ansiedad estados de salud mental similares en hombres y mujeres, y prescribiendo con mayor intensidad psicofármacos a las mujeres.

Esta realidad, además, parece ser desigual en función de la edad y del nivel socioeconómico de los/las pacientes. En los últimos años se están desarrollando diferentes experiencias dirigidas a afrontar la creciente medicalización de la salud mental desde una perspectiva de género. En la medida en que el fenómeno de las desigualdades de género es complejo, resulta necesario actuar y promover cambios en los sectores político-estructural, cultural y asistencial, que reviertan en su conjunto en la reducción de las desigualdades de género en las sociedades y en una atención sanitaria sin sesgos de género.

Voy a cerrar la columna de esta semana con unas reflexiones de Anna Freixas respecto a las mujeres, nuestra salud y bienestar: 

“Si queremos salir adelante las mujeres debemos tomarnos en serio. Eso requiere valorar nuestra mente y sus producciones, sin pedir perdón por si acaso no están a la altura; nos invita a no estar siempre disponibles, como si el tiempo nos sobrara; supone anteponer nuestras necesidades a las de quienes colonizan nuestro tiempo y, por supuesto, nos insta a respetar nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestros sueños y nuestros deseos. Tomar en consideración la perspectiva de género en la salud abre la puerta al logro de nuestras expectativas vitales.”

Artículo originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/ni-locas-ni-histericas-la-salud-integral-de-las-mujeres/

Artículo escrito por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra.

Hartas

Quiero empezar esta columna con una afirmación rotunda: La violencia de género no es “un problema de mujeres”. La violencia de género es un problema de hombres que sufrimos las mujeres. Solo la sociedad en su conjunto y unida contra esta brutal violencia es como acabaremos con ella. Todo lo demás son excusas y es darle alas a un machismo que enferma a la sociedad en la que todos y todas vivimos.

Recientemente fue 25 de noviembre, día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer, más conocido como el día contra la violencia de género. Un año más nos enfrentamos a la cruda realidad de ponernos cara a cara con la frialdad de los números de las estadísticas que, aunque estrepitosos, no recogen jamás el alcance del drama humano que esconden, ya que las víctimas, no solo las asesinadas, sino sus hijos e hijas huérfanos y las familias de las mujeres que quedan destrozadas para siempre están totalmente invisibilizadas como si no fueran víctimas también de esta pandemia de violencia machista que no cesa. Hemos llegado a la grotesca realidad de haber normalizado que 2 o 3 veces por semana en los telediarios digan “Nueva víctima de violencia de género…”, ocupando una breve mención al caso, un escueto video de menos de un minuto y a menudo tratado de manera frívola e hiriente con comentarios del tipo “mujer muerta”, “mujer muere”, como si la pobrecita hubiera muerto por ciencia infusa, y no asesinada de forma cruel y vil a manos del psicópata que la asesina porque “era suya”, para a continuación tener que tragar el oír comentarios del vecindario de la pareja diciendo lo bueno que era él y lo normal que era la pareja EN PÚBLICO. Es un suma y sigue de dolor que no cesa y al que encima se le añade el morbo de unos medios de comunicación que siguen sin tratar el tema en su dimensión global, total y con la importancia que requiere, además de no seguir ni uno de los consejos que numerosas guías recogen para el buen trato de casos de violencia de género en los medios de comunicación. Lo que hace llegar a la triste conclusión de que NO INTERESA tratar la violencia machista correctamente ni darle la importancia que en cualquier otro caso sí se le daría. Es como si las vidas de las mujeres no valieran ni importara nada. Pues me pregunto ¿qué ocurriría si en vez de haber sido asesinadas una, dos mujeres por semana, hubieran sido víctimas como profesores, taxistas, policías, políticos, futbolistas…? Seguramente en ese caso se hablaría de TERRORISMO.

Lejos de estar mejor, las mujeres, seguimos sufriendo todo tipo de violencias que nos atraviesan solo por haber nacido con sexo femenino. En pleno S.XXI las mujeres seguimos viviendo en una pandemia permanente de violencia machista que nos condena a un toque de queda perpetuo y a una inseguridad que nos merma nuestro estado de bienestar, vulnera nuestros derechos humanos y nos hace vivir en guerra continua contra el machismo, la misoginia, y el patriarcado que nos pone en una posición de desigualdad perpetua no solo en los espacios públicos sino lo que es peor en los propios espacios privados de nuestras casas, donde más seguras deberíamos sentirnos. No hay manera de avanzar, y cuando lo hacemos, el patriarcado se rearma y nos atiza, como el padre que te castiga por haber sido una niña desobediente. Vivimos con la espada de Damocles encima con temor a perder los derechos adquiridos tras años, décadas y siglos de lucha feminista. Nos amenazan a diario con derogar la Ley de Igualdad, la Ley Integral contra la Violencia de Género, la Ley del Aborto, o con nuevas formas de explotación sexual y reproductiva de nuestros cuerpos, con la esclavitud que inunda nuestras calles, carreteras, rotondas, polígonos y pisos donde miles de mujeres son compradas y vendidas para que puteros puedan acceder a sus cuerpos impunemente mientras las mafias proxenetas y las arcas del Estado de dinero negro se llenan a espuertas. ES INSOPORTABLE, ¡ESTAMOS HARTAS! Y en vez de contar con el apoyo total de la sociedad y la condena unánime de la sociedad civil y política en un día como el 25 de noviembre hay que volver a escuchar la “matraca” de ¿y la violencia contra los hombres qué?, la violencia no tiene género, a los hombres también los asesinan, y ahora por si fuera poco debemos añadir al colectivo LGTBIQ+ señalando que este día “no es inclusivo” porque ¿y las personas no binarias qué? ¿y los/las personas trans qué? Y … y … y… ¿qué? ¿Nadie se da cuenta de que todo es una estrategia del patriarcado para ningunear a las mujeres, minusvalorar nuestro sufrimiento, invisibilizar la problemática de la violencia contra nosotras y neutralizar la lucha feminista para dejarnos sin voz?

Punto número uno, la violencia no tiene género, pero la violencia de género sí tiene género y es el del sexo femenino, el de las mujeres nacidas hembras de la especie humana que desde el mismo momento que salimos por la vagina de nuestras madres ya estamos en una posición de subordinación, y desigualdad, respecto a los nacidos varones. La violencia de género es una de las expresiones máximas de violencia que el machismo ejerce sobre las mujeres, si esto no se tiene claro ya en 2021 es por una cuestión de ideología misógina y machistoide que es intolerable a estas alturas del S.XXI.

Punto número dos, ¿en qué momento las mujeres, cuando salimos el 25N con una pancarta gritando “Basta de violencia contra las mujeres”, estamos diciendo sí al resto de violencias que afectan a otras personas y/o colectivos? La cosa es tan absurda e insultante como si dijéramos que por el hecho de que haya un día contra el cáncer dijéramos que no estamos por la lucha contra otro tipo de enfermedades. Al cabo del año existen multitud de días que recuerdan problemáticas de toda índole que afectan a nuestras sociedades, como el día de las enfermedades raras, el del cáncer infantil, el día del SIDA, del Alzhéimer, del Parkinson; el colectivo LGTBQ+ tiene todo un mes de Orgullo para sus reivindicaciones; existe el día de las víctimas del terrorismo, de las víctimas de los accidentes de tráfico, etc. y todas estas personas pueden salir libremente a decir lo que quieran decir, hacer sus reivindicaciones y gritar a los cuatro vientos sus demandas y necesidades al gobierno sin que nadie les vaya detrás suyo con una batería de contra argumentación para decirles que no deberían “quejarse”, ni salir a la calle a reivindicar, ni recordar a las víctimas y a las personas que sufren esas pérdidas o que luchan contra las enfermedades, al contrario, se las apoya como debe y tiene que ser, porque hacer lo contrario es cruel e inhumano, y curiosamente esta crueldad e inhumanidad solo se produce cuando las mujeres decimos que nos están asesinando, violando, acosando, discriminando… Como si fuéramos una panda de locas que se manifiestan sin motivo ni razón.

Pero no quiero basar esta columna en opinión, sino que desplegare toda la batería de datos, estudios, cifras y estadísticas objetivas que demuestran que no, no estamos locas y que sí, tenemos todos los motivos y razones para estar HARTAS. Algo que jamás se le pediría a una víctima de cualquier otro tipo de violencia, pero así va la cosa…

LA FRIA Y CRUEL REALIDAD DE LOS DATOS DE LA VIOLENCIA DE GENERO

El fenómeno de la violencia contra la mujer es algo que sucede a escala mundial, que afecta a cualquier país, a cualquier clase social, y cultura; de modo que podríamos considerarla un problema de tal envergadura que es como otra pandemia, pues ya en 2013, según datos de la OMS, el 30% de la población de sexo femenino del planeta había sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja/ex pareja.

El término violencia de género, fue propuesto por primera vez en 1976 por el Tribunal Internacional de Delitos contra la Mujer, que definió la violencia de género como el asesinato intencional de las mujeres a manos de un hombre por ser mujer”.

La violencia de género es un lastre generalizado que 736 millones de mujeres (1 tercio de las mujeres del planeta) en todo el mundo empiezan a sufrir a edades muy tempranas (entre los 15-24 años) y que se ha agudizado con los confinamientos debidos a la pandemia de COVID-19, así lo afirmó la Agencia Mundial de Salud. Los datos de la agencia de la ONU para la salud revelan que el problema no ha disminuido durante la última década, sino que va a peor.

La violencia de género no es solo el puñetazo en la cara de la mujer que es visible, sino que este tipo de violencia afecta gravemente a la salud integral y el bienestar de las víctimas que se perpetúa mucho más allá en el tiempo tras haber ocurrido produciendo daños psicológicos que duran a veces toda la vida. Hablamos de ansiedad, estrés postraumático, depresión crónica, embarazos/abortos no deseados provocados por violaciones dentro de la pareja, lesiones físicas que a veces llevan a adquirir discapacidades tras brutales palizas como son sordera, pérdida de visión, movilidad, así como enfermedades venéreas entre otros muchos graves problemas de salud crónicos que nunca desaparecen del todo. Pero cabe mencionar que este daño se extiende más allá de las víctimas porque afecta también gravemente a su entorno más cercano que sufre de verla sufrir a ella, y por extensión a la sociedad en su conjunto, pues ¿cómo podemos decir que somos una sociedad democrática y soportar semejantes cifras de maltrato contra la mitad de su población?

El feminicidio es la forma más extrema en la que la violencia de género se manifiesta pues éste es solo el final de una cadena de actos violentos previos de otras muchas formas de violencia que una mujer padece antes de ser asesinada (violencia psicológica, física, sexual, económica…).

Según las últimas estadísticas realizadas en este 2021, a nivel mundial, 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja y 3 de cada 5 mujeres asesinadas lo fue a manos de su pareja, expareja o de algún otro miembro del núcleo familiar; aunque en algún país de áfrica y américa hablamos de hasta 1 de cada 2 mujeres, estos últimos son datos de la OMS.

Otros datos recabados por la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en 2018, muestran que se produjeron 87.000 feminicidios en el mundo, un 58% de los cuales se produjeron dentro de la familia, y un 34% fueron perpetrados por su pareja.  Por regiones, el continente con mayor porcentaje de feminicidios es Oceanía con un 42%, seguido de África con el 38% y América con un 35%. Por debajo de la media están Asia con el 31% y Europa con un 29%. Sin embargo, en cuanto a los casos de violencia física los datos no son tan dispares entre sí, sino que son más parecidos según determinó la ONU en 2015.

CONVENIO DE ESTAMBUL

En 2006 se constituyó el European Institute for Gender Equality (EIGE) con el fin de trabajar en la prevención de la violencia de género y por la igualdad de género en todos los países miembros de la Unión Europea. Posteriormente en 2011 se establece el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, conocido como Convenio de Estambul, en el cual en su Artículo 3 se expone las definiciones de Violencia de Género y de Violencia Doméstica las que deben ser recogidas por todos los países que ratifican el Convenio (entre ellos España). Siendo estas las definiciones:

Violencia de Género: 

Violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y designará todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada”. (Artículo 3a)

Violencia Doméstica:

De igual forma se entenderá como violencia doméstica todo acto de maltrato que se produce en la familia o en el hogar, independientemente de que el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la víctima”. (Artículo 3b)

Además, en el Artículo 11 se hace hincapié en la importancia y en la necesidad de recoger datos estadísticos de manera periódica sobre violencia de género. Sin embargo, existe un claro desconocimiento sobre la situación real de la violencia de género en los países de la UE porque no todos los países se han cumplido con el compromiso serio de crear la legislación y los registros pertinentes. Aunque en el caso de España, por ejemplo, sí se han cumplido con dichos compromisos pues existen múltiples organismos que recogen cifras sobre la violencia de género, como el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, entre otros, así como sí se ha desarrollado una legislación en materia de Igualdad y lucha contra la violencia de género que es hoy en día pionera no solo dentro de la UE sino también a nivel global.

ESPAÑA

En España una mujer es asesinada por su pareja o expareja cada 6 días, y se denuncia una violación cada 4 horas.

Con respecto a las víctimas mortales, según datos de Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, desde 2003 hasta 2021 se han contabilizado 1.118 víctimas (solo para poner en relieve la dimensión de a lo que nos enfrentamos, recordar que ETA asesinó a 850 personas en 40 años, el terrorismo machista lleva 1.118 mujeres asesinadas en 17 años). En el presente año, las víctimas mortales a causa de la violencia de género ascienden a 37, según la última actualización del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, de las cuales 29 de ellas no había presentado denuncia. Las 37 mujeres asesinadas, en lo que llevamos de 2021, dejan 24 huérfanos que se suman al total de 330 en los últimos 8 años (desde que existen registros).

Por otro lado, en los últimos años se ha observado un recrudecimiento en las formas en las que los maltratadores asesinan a las mujeres. Ya no se conforman con una paliza, un apuñalamiento o un tiro limpio, ahora tenemos mujeres descuartizadas que son desperdigadas por contenedores, y acequias; mujeres quemadas vivas, mujeres lanzadas desde coches en marcha o estrelladas con su maltratador dentro; mujeres tiroteadas y apuñaladas de manera múltiple; mujeres asesinadas con hachas, asfixiadas, rociadas con ácido… Es un grado de odio y ensañamiento que va in crescendo año tras año.

En nuestro país, los datos epidemiológicos muestran que el tramo de edad con mayor prevalencia tanto de casos de violencia de género como de feminicidios es el grupo que va desde los 18 y a los 49 años, y dentro de este gran grupo los tramos de edad de los 30 a los 39 años y de los 18 a los 29 años son los grupos de edad que más prevalencia acumulan, mientras que el porcentaje más pequeño de víctimas de violencia de género se encuentra en el de las mujeres mayores de 60 años y en feminicidios son las menores de 18 años las que tienen el porcentaje menor de casos dentro de los casos de violencia de género en relaciones sentimentales adolescentes.

Por otro lado, en España, en 2020 conocimos una cifra realmente alarmante: cada mes se denuncian más de 1.000 violaciones, y las cifras de violaciones grupales han crecido desde 2016 de forma exponencial. Según un informe de septiembre de 2020 publicado por el Ministerio de Igualdad, 1 de cada 2 mujeres (es decir, la mitad de las mujeres que viven en España) han sufrido algún tipo de violencia machista en su vida. Esto incluye situaciones de acoso sexual y callejero.

A continuación voy a exponer una serie de datos muy interesantes y esclarecedores que sirven para desmontar todo el argumentario que se esgrime desde la ultra derecha de que las muertes y agresiones sexuales a mujeres en nuestros país se producen por motivo de la inmigración ilegal, que la mayoría de las denuncias son falsas… entre otras falacias que se dicen desde este sector negacionista, y son los datos publicados en la web https://www.epdata.es cuya fuente es el Ministerio de Igualdad entre otros organismos. 

Según estas estadísticas, las víctimas mortales por violencia de género entre 2003 y 2020 son asesinadas por hombres de nacionalidad española, tanto si la mujer asesinada es española o extranjera (ver gráfica)

Si nos vamos a las denuncias, en los juzgados españoles se presentaron un total de 35.001 denuncias por violencia de género en los primeros tres meses de 2021, según datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). De las 35.001 denuncias interpuestas en este primer trimestre, un total de 675 fueron hechas directamente por la mujer víctima; 323 por los familiares; 990 por terceros, mientras que la mayoría de las denuncias fueron por parte de atestados policiales (30.118), o mediante partes de lesiones directamente en el juzgado (2.895).

Ósea que no son las propias mujeres quienes interponen las denuncias, sino que son los propios agentes de la policía quienes interponen el mayor número con diferencia: 675 de las mujeres frente a las 30.118 presentada por la policía.

Según la estadística anual del INE el número de víctimas de violencia de género (la que sufren mujeres por parte de varones que son pareja o expareja) inscritas en el Registro Central del Ministerio de Justicia aumentó en 2019 hasta las 29.215 mujeres. Por su parte, el número de víctimas de violencia doméstica (la que una persona sufre en el ámbito intrafamiliar) creció un 8,2% hasta las 8.279 víctimas. Así se refleja en la Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que recoge datos sobre víctimas y denunciados por estos delitos, con órdenes de protección o medidas cautelares dictadas y que publica con periodicidad anual.

Se entiende por violencia doméstica todo acto de violencia física o psicológica ejercido tanto por un hombre como por una mujer, sobre cualquiera de las personas enumeradas en el artículo 173.2 del Código Penal (descendientes, ascendientes, cónyuges, hermanos, etc.) a excepción de los casos específicos de violencia de género. 

En 2020 se registraron un total de 39.494 víctimas de violencia de género y de violencia doméstica. De las cuales 34.297 fueron mujeres (29.215 de la violencia de género y 5.082 de la doméstica) frente a los 3.376 hombres víctimas de violencia doméstica.

Alrededor de 2 de cada 10 detenidos en España lo son por delitos de malos tratos en el ámbito familiar, contra la libertad sexual o relaciones familiares, según datos del Ministerio del Interior.   

En cuanto al número de víctimas mortales, un total de 22 hombres fueron asesinados por mujeres que eran su pareja o expareja durante los años 2016 y 2018, frente a las 151 mujeres que fueron asesinadas en ese mismo periodo por un varón con el que tenían o habían tenido relación sentimental (violencia de género), según un informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que analiza las muertes por violencia doméstica íntima en el trienio 2016-2018.Según datos de la macroencuesta de Igualdad sobre violencia sexual cabe señalar muy mucho los siguientes datos: El 57,3% mujeres residentes en España de 16 o más años han sufrido algún tipo de violencia machista (violencia física o sexual por su pareja o ex pareja) a lo largo de sus vidas, por el hecho de ser mujeres, lo que se traduce en 11,7 millones de mujeres, según revela la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, elaborada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

En España más de 53.000 mujeres y 9.000 menores tienen seguimiento policial y viven con protección policial por violencia machista, un 12,4% más que el año anterior. Los casos activos por violencia de género en VioGen (sistema de protección a víctimas de violencia machista) son de 67.912, según datos del Ministerio del Interior. El número de usuarias activas en ATENPRO (servicio telefónico de atención y protección para víctimas de violencia de género) es de 16.529.  Siendo 118.856 altas en el servicio desde que se creó en 2005. En España 1 de cada 2 personas, (la mitad de la población), conoce un caso cercano de violencia de género, según datos del II Macroestudio de violencia de género «Tolerancia Cero» de la Fundación mutua madrileña.

Pero no todo es malo, recientemente hemos tenido dos noticias relevantes en tanto y cuanto al tratamiento de la violencia de género en España. El 19 de noviembre Igualdad anunció que a partir de enero de 2022 se contabilizarán todos los feminicidios, no solo los cometidos por la pareja o expareja, sino que también se incluirán a las víctimas mortales de violencia sexual, familiar, vicaria y social. De este modo casos como el de Laura Luelmo, Diana Quer, Florina Gogos, entre otras muchas entraran dentro de la estadística anual de víctimas de violencia de género. Posteriormente, la misma semana del 25N, el Parlamento español acordó la renovación del Pacto de Estado contra la violencia de género con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, (excepto VOX), éste tendrá carácter permanente y se garantiza su financiación.

Cabe destacar que España, en comparación con la media de otros países europeos, es de los países con las tasas más bajas de feminicidios. Ello es debido a la legislación específica que se creó entre 2004 y 2007, y las políticas implementadas que han permitido poder crear organismos públicos especializados en la prevención de la violencia de género, y lucha contra ella, así como la elaboración de estudios en esta materia.

EUROPA 

Dentro de la UE, un 43% y un 22% de las mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual, y violencia psicológica a manos de sus parejas respectivamente, además según datos de 2014, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, las mujeres europeas tienen un riesgo 5 veces mayor de ser asesinadas por su pareja que los hombres (este dato también va para los negacionistas).

Aunque si analizamos los datos país por país, encontramos que las estadísticas reflejan realidades muy diferentes entre países de la UE en cuanto víctimas, y contextos en los que la violencia de género se ejerce, debido a las grandes diferencias socioeconómicas-políticas-culturales entre países europeos, pero en cambio los datos referidos a los victimarios son bastante homogéneos, pues los estudios realizados al respecto demuestran varios rasgos comunes muy interesantes. Una de las conclusiones a las que se ha llegado es que no hay diferencias significativas entre los varones que ejercen violencia de género contra las mujeres, con los varones que comenten otros delitos. Es decir, los rasgos de personalidad y características psicopatológicas de unos y otros, son muy similares, además se ha encontrado que, dentro del colectivo de presos de delitos no asociados a la violencia de género, presentan una alta aceptación a este tipo de violencia en pareja algo que en los varones de la población en general, no se produce. Por lo que podríamos concluir que los varones delincuentes que ejercen violencia sobre la mujer como los que ejercen otro tipo de violencia tienen rasgos psicopáticos que pueden ser utilizados para predecir la comisión de violencia de género en algún momento de sus vidas.

Sorprendentemente son los países nórdicos (Dinamarca, Suecia y Finlandia) los que concentran las tasas más elevadas de violencia de género del continente europeo, es lo que se conoce como la Paradoja Nórdica. Los factores por los que esto es así no se han llegado a determinar ya que son países donde los niveles de igualdad y no discriminación por razón de sexo son elevados, aunque sí se ha observado que posiblemente una de las razones sea la relación existente entre la violencia de género y las actitudes de sexismo hostil que sí están muy presentes en estos países. Este tipo de sexismo hace que las mujeres sufran un tratamiento desigual y perjudicial hacia las mujeres, pues las subordina a los varones y las coloca en un grupo inferior en el que a la mujer se la quiere en su rol tradicional dentro del ámbito privado de la familia, relegada al cuidado de la casa y el hogar y dependiente del marido y en el que él ejerce control sobre ella. Por otra parte, también el sexismo hostil latente en estas sociedades influye en los profesionales de la salud quienes no se implican a la hora de identificar a mujeres víctimas de violencia de género ni les dan la credibilidad que deberían a sus relatos cuando denuncian, todo ello crea un caldo de cultivo que da como resultado lo que se refleja en las estadísticas, las mujeres sufren la violencia en silencio, y acaban asesinadas.

La violencia de género tiene formas diferentes de manifestarse y de ellas es la violencia psicológica el tipo de maltrato dentro de la pareja que más se produce en todos los países de la UE.

En España, en 2015 la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer elaborada por Delegación de Gobierno para la Violencia de Género arrojó el dato de que la violencia psicológica, concretamente la violencia de control (aislar a la mujer de familia y amistades, imponerle horarios, acosarla, etc.) es el tipo de violencia que más se produce, pues 1 de cada 4 mujeres (25,4%) manifiesta haberla sufrido en su vida en pareja.

No porque no se trate de una violencia física, debe tenerse en menor consideración, sino al contrario, porque por eso mismo, por no ser una violencia visible que deja una marca en la piel de la víctima, hace que exista una alta tolerancia a estos comportamientos dentro de la sociedad, sobre todo en los más jóvenes, quienes tienen la creencia demasiado a menudo que los celos, el control, y el acecho están relacionados con el amor verdadero, uno de los “Mitos del Amor Romántico”, que acaban por justificar actitudes violentas hacia la pareja. De hecho, según datos de la misma Macroencuesta de 2014, en adolescentes y adultos jóvenes, se halló una relación evidente entre niveles altos de dependencia emocional y el ejercicio del maltrato psicológico, tanto en las víctimas como en los victimarios, aunque eran los varones jóvenes los que tenían niveles más altos de dependencia emocional dentro de la población general.

Lo que es cierto es que la tasa de feminicidios en la UE (29%) es más baja en comparación con las de otras regiones del planeta, aunque uno de los principales problemas para combatirla más y mejor sigue siendo a día de hoy la recogida de datos y la comparación de los mismos en los diferentes miembros de la UE, algo que permitiría su estudio y un abordaje integral del problema de modo que podría crearse una estrategia común y más efectiva que lograría bajar aún más las tasas de violencia de género y feminicidios, pero ni siquiera existe una terminología común en todos los países de la UE, a pesar de que el Convenio de Estambul sí recogía una definición clara de violencia de género y de violencia doméstica que debía ser utilizada por los países que ratificaron dicho convenio. A parte, no todos los países han elaborado la legislación pertinente para regular y prevenirla.

Datos del EIGE de 2016, 10 de los países de la UE no tienen leyes que regulen la violencia de género ni la doméstica, y de los 18 restantes que sí la tienen, solo Suecia, Bélgica, Irlanda y España diferencian la una de la otra. Con este galimatías de normativas tan dispares, es imposible poder recabar datos fiables y que puedan ser comparados entre sí para así poder abordar la problemática de manera eficaz y efectiva.

AMÉRICA LATINA

La violencia contra la mujer en América Latina, Centro América y el Caribe es de tal envergadura que varios de sus países tienen tasas que podrían calificarse de auténtica pandemia. México, Brasil, El Salvador y Honduras son los países tienen la mayor tasa de feminicidios. Según datos de CEPAL de 2018, en estas regiones se produce un feminicidio cada 2 horas y media (del que podamos decir que existen registros, pues muchos de ellos quedan sin registrar).

Feminicidios en América Latina. Cifras y datos de 2020 (fuente: estudios realizados por Ayuda en Acción): Bolivia: entre enero-agosto de 2020 hubieron 83 feminicidios (en la cuarentena hubo 53 casos). Colombia: según el Observatorio de Feminicidios, 445 mujeres fueron asesinadas hasta septiembre de 2020 (en la cuarentena, 243). Ecuador: según un informe de la plataforma Alianza Mapeo se produjeron 748 feminicidios desde 2014 hasta marzo de 2020. El Salvador: el Observatorio de Violencia de Ormusa registró 71 feminicidios entre enero- agosto de 2020. Guatemala: el Observatorio de la Mujer, del Ministerio Público, contabilizó 319 feminicidios en 2020. Honduras: entre enero-septiembre de 2020 se registraron 195 feminicidios en el país. Durante el establecimiento del toque de queda por la COVID-19 se registraron 126 muertes violentas de mujeres. México: en 2020 el Observatorio de Feminicidios de México contabilizó 724 feminicidios desde enero a septiembre. Nicaragua: de enero a agosto de 2020, el Observatorio Católicas por el Derecho a Decidir registró 50 feminicidios. Perú: la Defensoría del Pueblo reconoció 145 casos de feminicidios en 2020. Venezuela: 172 mujeres fueron asesinadas por violencia de género entre enero-agosto de 2020.

EN EL MUNDO

Datos de ONU Mujeres sobre violencia contra las mujeres y niñas:

– A escala mundial, el 35% de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física/sexual por parte de una pareja, mientras que las mujeres que han sufrido violencia sexual a manos de un hombre que no era su pareja puede llegar al 70%, según los estudios que maneja ONU Mujeres; además las tasas de depresión, abortos e infección por VIH son más altas en las víctimas que han sufrido este tipo de violencia frente a las que no.

– Las llamadas a las líneas telefónicas de asistencia se han multiplicado x5 en algunos países a raíz de la pandemia de COVID-19, como consecuencia del incremento de la violencia de género provocado por los confinamientos ya que la imposibilidad de salir de casa, el aislamiento social y la falta de recursos económicos hacen que las mujeres sean aún más vulnerables dentro de casa en todo el mundo.

– Solo 48 países han integrado la prevención y asistencia a las víctimas en sus estrategias contra el COVID-19, mientras que 121 países han adoptado medidas para fortalecer los servicios de ayuda a las mujeres.

– 137 mujeres al día son asesinadas por violencia doméstica en todo el mundo. Se calcula que, de las 87.000 mujeres asesinadas en 2017, unas 50.000 lo fueron a manos de familiares o parejas. Y unas 30.000 fueron asesinadas su pareja o expareja.

– Menos del 40% de las mujeres que sufren esta violencia buscan ayuda, y cuando lo hacen la mayoría acude a sus familias y amistades. Menos del 10% acuden a la policía.

– Unos 155 países tienen leyes contra la violencia doméstica, en cambio, ello no significa que éstas se ajusten a las recomendaciones internacionales, ni que se apliquen y ni se hagan cumplir como deberían.

– 15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo y tan sólo un 1% de ellas pidió ayuda profesional.

– En 5 diferentes regiones del mundo el 82% de las parlamentarias denunció haber sido víctima algún tipo de violencia sexual durante el ejercicio de su puesto. El 65% de ellas denunció que habían recibido comentarios sexistas por parte de sus compañeros varones.

VIOLENCIA DE GÉNERO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

La violencia de género, a nivel global en todo el mundo, no ha disminuido en la última década, sino que lo más preocupante y peligroso es que ha aumentado y lo que es aún peor, se ha recrudecido durante los confinamientos derivados de la pandemia del COVID-19.

Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la prevalencia de la violencia de pareja contra la mujer y estimaciones mundiales y regionales de la prevalencia de la violencia sexual fuera de la pareja contra la mujer 2000-2018”, es el mayor estudio sobre violencia de género a escala mundial que se hecho hasta ahora. Los datos extraídos de él no pueden mostrar la totalidad de la dimensión de la problemática ya que las víctimas por temor no denuncian en la mayoría de los casos, aun así, los datos recabados son escalofriantes, pues muestran que los ataques físicos y/o sexuales perpetrados la pareja son la violencia más frecuente que sufren las mujeres, siendo un total de 641 millones de mujeres las víctimas de esta violencia brutal. Aunque cabe señalar que estos números extraídos del macro estudio citado no incluyen el impacto del COVID-19 sobre ello, así actualmente ese dato podría ser sustancialmente mayor.  Por su parte, la directora ejecutiva de ONU Mujeres, durante la conferencia de prensa de la presentación del estudio, destacó la juventud de las víctimas y victimarios.

Como ya es costumbre, voy a cerrar el artículo con una cita. Esta vez del director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus en una conferencia de prensa donde recordó que la violencia contra la mujer está presente en todas las culturas y destacó el preocupante aumento durante esta pandemia del coronavirus: 

Sin embargo, no disponemos de vacunas para ponerle freno, sólo podemos hacerle frente si los gobiernos, las comunidades y las personas adoptan medidas y las integran plenamente con el fin decambiar actitudes perjudiciales, mejorar el acceso a las oportunidades y los servicios para las mujeres y las niñas y fomentar las relaciones saludables y de respeto mutuo”, dijo.

Artículo publicado originalmente en: https://nuevarevolucion.es/hartas/

Artículo escrito por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra.

ENDOMETRIOSIS: cómo los mitos entorno a la menstruación afectan gravemente a la salud integral y la fertilidad de las mujeres

El presente artículo está basado en la información publicada por el portal de información y divulgación científica https://theconversation.com/es entre los meses de marzo y junio de 2020 y abril del 2021. Se tratan de tres magníficos artículos sobre endometriosis y adenomiosis. Los detalles de las fuentes están recogidos en la parte final de la columna para quien desee consultarlos de primera mano.

Hace tiempo que quería abordar este tema pues tengo varias mujeres de mi alrededor afectadas por esta enfermedad, lo cual me lleva a pensar que es una enfermedad común en mujeres en edad fértil, y de hecho a la hora de investigarla los datos que se tienen sobre su prevalencia en este grupo de población así lo avalan. Sin embargo, hace tan solo unos pocos años se ha empezado a hablar de ella, lo que ha propiciado que en los últimos años las afectadas por ella hayan comenzado a salir a la luz para denunciar lo que les sucede, y es ahora cuando sobre todo gracias a plataformas y asociaciones de mujeres, y al activismo feminista, que se han unido para que de una vez por todas se las escuche, pues como suele ocurrir en todo lo que afecta a la salud, vida y vivencias de las mujeres, la endometriosis ha estado invisibilizada durante demasiados años, porque no se ha escuchado ni hecho caso a las mujeres afectadas por ella haciendo que demasiados millones de mujeres de todo el mundo tuvieran una pésima calidad de vida, sin tratamientos médicos en condiciones e ignoradas en muchos casos durante demasiado tiempo.

Uno de los motivos por lo que esto es y ha sido así es porque todo ello se metía bajo el paraguas del mito de que la menstruación duele. No es que la menstruación duela, de hecho, no lo hace, ni ha de hacerlo, pues cuando produce dolor y encima es de tal grado que resulta incapacitante es porque algo va mal y es preciso hacer las pruebas adecuadas que permitan diagnosticar la enfermedad para poder tratarla.

El mito históricamente extendido de que la regla duele es porque este dolor era/es provocado en gran medida por la endometriosis que han padecido millones de mujeres pero que en vez de que la medicina se ocupara de investigarla, se obvió y normalizó porque es algo que se produce sobre todo durante las menstruaciones y claro, esto es algo “de mujeres”; o durante las relaciones sexuales y “bueno, es que las mujeres algunas son frígidas”, o no les gusta el sexo, o usan de excusa que “les duele” para no tener sexo, o se las etiquetado con el famoso trastorno del “vaginismo” que ciertamente existe pero que no siempre detrás de un dolor agudo durante el coito o durante la menstruación del que las mujeres se quejan tan amargamente tiene que ver con los casos que anteriormente he mencionado, sino que muy probablemente fueran/sean casos de endometriosis pero en vez de investigar y tratar a estas pacientes se las embutía/embute a pastillas o se las derivaba al psicólogo o al psiquiatra “porque todas sabemos que las dolencias de las mujeres se curan con tratamiento psiquiátrico, ambulatorio o con sobre medicación, porque estamos locas”(nótese mi ironía).

Por lo que, por favor, de una vez por todas, profesionales de la medicina y salud pública, cuando las mujeres nos quejamos de dolores, sean los que sean, no es por nada, sino que es por algo, porque no estamos locas y sabemos muy bien discernir cuando un dolor es producido por algo normal, y cuando no lo es. Tan solo nos escuchan cuando ya se han producido complicaciones mayores como la infertilidad y entonces ya es muy tarde.

¿Qué es la endometriosis?

La endometriosis es una enfermedad ginecológica que padecen entre el 10 y el 15% de las mujeres en edad fértil (alrededor de 200 millones de mujeres en todo el mundo, 1 de cada 10). La endometriosis se produce por un crecimiento anormal de tejidos del interior del útero (tejido endometrial) que se crean y crecen fuera de donde debiera normalmente. Estos puntos donde suelen producirse estas anomalías son a menudo en la cavidad peritoneal y en menor frecuencia en otros órganos cercanos.

El útero posee varias capas, la más interna de ellas es la que envuelve el útero por dentro y debe permitir la implantación del embrión a su llegada al útero desde las trompas de Falopio, además alimenta al embrión hasta la formación de la placenta. Cuando no se produce un embarazo, esta capa (endometrio) es expulsada (menstruación).  Este sería el proceso natural y normal, pero no siempre sucede así. Hay casos que quedan restos de menstruación por expulsar y éstos son depositados en las trompas de Falopio o en el interior de la pelvis. Este proceso anormal es lo que hace que el endometrio crezca en órganos que no son el útero, creando así tejido endometrial en sitios en lo que no debería haberlo. Esto es la endometriosis.

Normalmente estos tejidos endometriales ocupan los órganos más cercanos al útero, como los ovarios, las trompas de Falopio, la vejiga, etc. acarreando otros problemas secundarios derivados de este crecimiento del tejido endometrial en los órganos que se ven invadidos por tejido extraño como son los calambres y dolores agudos en cada menstruación ya que estos tejidos endometriales anómalos también sangran durante el periodo y suelen desencadenar una reacción inflamatoria en la zona afectada que contribuye también a la intensificación del dolor, llegando en ocasiones a producir dolores tan fuertes como los de las contracciones del parto. Por esto las mujeres que los padecen asocian de manera errónea estos dolores con dolores menstruales, y lo que es peor, los profesionales médicos también lo asocian, sin pensar que es posible que algo va mal y que es necesario hacer pruebas para ver qué está pasando. De ahí que tengamos que romper con ese mito de que la regla duele, y que es posible que duela intensamente como para incapacitarnos, porque rotundamente esto no es cierto. Así que si tenemos dolores menstruales intensos debemos acudir e insistir en que queremos que nos hagan pruebas pertinentes.

Entre los síntomas más frecuentes que produce la endometriosis están los dolores intensos e incapacitantes durante la menstruación, y durante las relaciones sexuales, así como en la zona de la pelvis, en cuyos casos imposibilitan el poder llevar una vida normal; además de estar detrás del 30% de casos de infertilidad femenina.

El diagnóstico de la endometriosis suele requerir la realización de pruebas quirúrgicas (biopsia) por laparoscopia ya que estas pruebas permiten comprobar de manera macroscópica las muestras de tejido y poder así confirmar el diagnóstico, pero para determinar qué grado de severidad presenta la paciente se deben de determinar y evaluar el número de lesiones existentes, cuánto tejido endometrial anormal existe, así como su extensión y la localización en la que encuentran. Además, muy importante, cabe puntualizar que el grado de severidad de la endometriosis no siempre está relacionado con el grado de intensidad del dolor que provoca pues hay mujeres afectadas por endometriosis leves que padecen dolores muy fuertes, mientras otras con endometriosis de severidad no. Como consecuencia las mujeres pasan por un periplo de alrededor de 6 consultas para que sean derivadas finalmente a ginecología y el diagnostico puede llegar a tardar una media de 7 años. Algo que resulta vergonzoso pues con un buen examen pélvico y con pruebas de imagen realizadas por personal de ginecología especialista en endometriosis podrían diagnosticar la enfermedad sin tanto calvario para las mujeres. 

La prueba determinante para diagnosticar con certeza la endometriosis es hacer una prueba quirúrgica por laparoscopia introduciendo una cámara microscópica a través del abdomen que permite ubicar dónde están las lesiones y así poder estudiarlas adecuadamente para emitir un diagnóstico certero.

Tratamiento

En cuanto al tratamiento éste se dirige a paliar los dolores agudos para poder sobrellevarla, y a combatir la infertilidad que en muchos casos produce esta enfermedad. Tratamientos tales como la prescripción médica de analgésicos, y/o terapia hormonal con anticonceptivos. En los casos graves generalmente se recurre a la cirugía para retirar los tejidos endometriales más afectados por la enfermedad. Y también la fisioterapia vaginal para el control del suelo pélvico con el fin de que las mujeres puedan controlar el dolor.

Factores de riesgo

Actualmente aún es un gran enigma el por qué se produce la endometriosis a pesar de que ésta afecta a un elevado número de mujeres y cuyas consecuencias para ellas y sus vidas son terribles, aunque recientemente profesionales médicos han descrito que pudiera estar asociado a determinados factores ambientales, inmunológicos y genéticos, lo cierto es que la escasa financiación y recursos destinados a la investigación de la endometriosis no ayuda a encontrar respuestas, tan solo se tienen ciertas hipótesis pero nada más. Nada que realmente expliqué el por qué o cómo prevenirla. 

En una publicación para “Human Reproduction Update” (https://academic.oup.com/humupd/article/26/2/214/5765414?login=true) fechada en febrero de 2020 escrita por el mismo equipo de investigación que ha escrito uno de los tres artículos en los que está basada la presente columna, propone una posible hipótesis de cuáles podrían ser las causas y el origen de la endometriosis, la cual plantea que la exposición en la etapa prenatal a una serie de factores podrían explicar el por qué en la edad adulta la mujer desarrolla esta enfermedad. Existen dos tipos de factores principalmente:

Factores químicos

Se ha observado en diferentes estudios que existe cierta relación entre la exposición a los contaminantes químicos medioambientales en la etapa prenatal y el desarrollo de alteraciones en el aparato reproductor femenino en la edad adulta, ya que estos contaminantes interfieren en la función hormonal.

Entre los contaminantes químicos medioambientales destacan:

Ftalatos, usados en perfumes, desodorantes, jabones, champú, cosméticos…

Parabenos, conservantes usados como conservantes en los cosméticos

Fenoles, aditivos en jabones, pastas de dientes, lociones para la piel, entre otros

Organoclorinas, presentes en insecticidas y pesticidas

Bisfenol-A, compuesto del plástico

Además, en mujeres con endometriosis, se han encontrado asociaciones frecuentes de altos niveles de disruptores endocrinos: estos disruptores endocrinos son sustancias químicas que pueden alterar el equilibrio hormonal y por lo tanto generan interrupciones o alteraciones en ciertos procesos fisiológicos que están controlados por hormonas. Hablamos de interruptores endocrinos, es decir, sustancias contaminantes, que pueden provocar infertilidad entre otras cosas.

Factores microbiológicos

Estos son los que están basados en una posible contaminación del aparato genital femenino con la microbiota fecal, ya que la distancia entre el ano y la vagina en la edad infantil es mucho más corta que en la vagina adulta y esto favorece dicha contaminación, que a su vez provoca una pérdida del equilibrio microbiológico de la microbiota cérvico-vaginal y que a sí mismo puede provocar una desregulación crónica del sistema inmunitario que generaría posiblemente una endometriosis posterior.

Endometriosis e infertilidad

He mencionado antes el falso mito de que la menstruación es dolorosa, y una de las consecuencias que este falso mito genera es que como está tan normalizado, (social e incluso médicamente), las mujeres no piensan que algo está yendo mal en su endometrio, y es solo cuando tratan de quedarse embarazadas y acuden a la cita médica es cuando descubren que padecen endometriosis, la cual en muchas ocasiones les genera una infertilidad, y es en ese preciso momento en el que son diagnosticadas con endometriosis.

El motivo por el que la endometriosis genera infertilidad es porque el crecimiento anormal de tejido endometrial afecta al correcto funcionamiento de los ovarios y puede producir obstrucción las trompas de Falopio, además la inflamación que genera la endometriosis perjudica la calidad de los óvulos e incluso puede llegar a impedir la implantación correcta del embrión en el útero (el endometrio es el revestimiento interno del útero, cuya función es permitir la implantación del óvulo fecundado cuando se produce el embarazo). Por eso alrededor del 50% de las mujeres con endometriosis se ven obligadas a recurrir a la reproducción asistida, la cual tampoco garantiza poder llegar lograr un embarazo y llevarlo a término con éxito.

Adenomiosis 

Si existe un desconocimiento bastante generalizado sobre la endometriosis, el desconocimiento sobre la adenomiosis es aún mayor, (los artículos de investigación publicados sobre la adenomiosis no supera el 10 % de los publicados sobre endometriosis), algo que resulta paradójico pues ésta es una enfermedad ginecológica muy frecuente (se estima que entre un 20- 35% de mujeres en edad reproductiva está afectada por esta enfermedad).

La adenomiosis, en muchos casos no causa síntomas que den la voz de alarma o por el contrario solo suele provocar molestias leves. Pero, sin embargo, en otros casos, sí provoca fuertes dolores pélvicos, abundante sangrado uterino, dolor intenso durante la menstruación, además de relaciones sexuales dolorosas y problemas de infertilidad llegando incluso a la esterilidad. Así que no estamos ante una enfermedad menor ya que se trata de una enfermedad crónica que merma de manera importante la calidad de vida de las mujeres y que repercute en su bienestar físico y psíquico.

¿Qué es y cómo se produce la adenomiosis?

La adenomiosis se da cuando células del endometrio penetran en el interior de la pared muscular del útero, y allí siguen funcionando de igual modo que harían en su lugar natural. Estas células endometriales desplazadas de manera anormal a la pared muscular del útero, aumentan y se degradan (por efecto de las hormonas del ovario) y producen un intenso dolor y abundante sangrado en cada ciclo menstrual.

De forma natural y normal, en mujeres en edad fértil, todos los meses el endometrio se prepara para un posible embarazo, pero si no lo hay el endometrio se desprende del óvulo y eso es a lo que llamamos menstruación. Pero cuando una mujer tiene adenomiosis, ese tejido endometrial aparece en el músculo de la matriz. Lo que diferencia a ambas patologías es que, en caso de padecer endometriosis, el endometrio también se implanta fuera de su lugar habitual, pero éste lo hace casi en cualquier parte del organismo (en recto, ovarios, vejiga, hígado, apéndice, etc.) mientras que, en el caso de la adenomiosis, lo hace en el músculo de la matriz. Así que podríamos decir que la adenomiosis es una forma de endometriosis.

Los síntomas de la adenomiosis se parecen mucho a los asociados a otras enfermedades ginecológicas como los miomas uterinos, o no ginecológicas como el síndrome de colon irritable. Es por esto que un elevado número de mujeres que la padecen se las diagnostica muy mal y tarde, o incluso nunca se las diagnostica con adenomiosis por lo que nunca llegan a recibir el tratamiento adecuado.

Para un correcto diagnóstico hacen falta dos cosas, uno, herramientas adecuadas de diagnóstico, y dos, profesionales de la salud de la mujer debidamente formados y cualificados para ello. Hoy en día se disponen de herramientas nada invasivas pero muy precisas para la detección de la enfermedad, como son la ecografía transvaginal y la resonancia magnética nuclear. Pero, de nada sirven estas técnicas de diagnóstico si no tenemos en la sanidad pública las y los profesionales sanitarios especializados en enfermedades de la mujer y en su cuidado específico. Al hilo de esto quiero referir a la columna que escribí el pasado mes de octubre sobre la salud de las mujeres (https://nuevarevolucion.es/ni-locas-ni-histericas-la-salud-integral-de-las-mujeres/) y cómo el infraconomiento y la escasa inversión en el estudio de cómo las patologías afectan de manera diferente a hombres y mujeres, y en patologías específicas (como estas de las que estamos hablando) propias que afectan a la salud de las mujeres hacen que todo ello repercuta terriblemente en la salud integral de las mujeres, por lo que es necesario que de una vez por todas la perspectiva de género y que las políticas de igualdad lleguen a la sanidad para mejorar la investigación, la atención sanitaria y la calidad de vida de las mujeres, porque hablamos de salud, y nos va la vida en ello (a las mujeres ya que somos sobre las que menos estudios específicos se realizan). No puede existir una única medicina, un único tratamiento, pues hombres y mujeres somos bilógicamente diferentes y las enfermedades no nos afectan por igual, habrá casos en los que sí, pero hay otros casos, otras patologías que deben ser investigadas y abordadas atendiendo a las diferencias biológicas de los sexos. 

El tratamiento más adecuado para la adenomiosis, suele variar dependiendo de la edad de la paciente, el grado de dolor que padece, los síntomas que presenta y si desea ser madre o no, y ha de abordarse de manera multidisciplinar. Cabe señalar que, al llegar la menopausia esta patología suele remitir por eso es importante tener en cuenta en qué momento vital se encuentra la mujer.

Existen tratamientos médicos con antiinflamatorios no esteroides y con medicamentos hormonales; también están los tratamientos con cirugía muy invasiva como la histerectomía (extirpación del útero) que se realizan cuando los síntomas son muy graves y tras haber fallado todos los tratamientos que se han probado previamente.

La salud que merecemos las mujeres

Algo que me dejó perpleja a la hora de leer e investigar para escribir esta columna, es que cuando cayó en mis manos la principal fuente de información en la que la he fundamentado es que uno de los autores de la investigación denunciaba que “los fondos dedicados a investigar esta enfermedad son escasos. Como muestra del escaso interés en la investigación sobre esta enfermedad, cabe destacar que el número de artículos científicos recogidos en Pubmed de la National Library of Medicine sobre “endometriosis” a finales de mayo de 2020 era de 27.958. A efectos comparativos, muy por debajo de los correspondientes a “in vitro fertilization” (47.604) o “dermatitis” (122.762). Lógicamente el número de artículos publicados en cada campo de investigación está relacionado con la cantidad de recursos invertidos en ese tema. De hecho, nuestro grupo de investigación carece de financiación pública al habernos sido denegados varios proyectos presentados sobre este tema en convocatorias nacionales y regionales”. 

Bajo ese cajón desastre de “es una enfermedad solo de mujeres”, se invisibiliza y silencian estas enfermedades (y tantas otras), como si fueran un mal menor o como si no afectaran a una cantidad importante de personas, algo que es asombroso pues cuando hablamos de enfermedades “de mujeres”, o problemas “de mujeres”, hablamos de algo que afecta al 52% de la población mundial nada más ni nada menos. Es como si se le restara importancia “por ser algo de mujeres” mientras que cuando son problemas de hombres se les da automáticamente una importancia universal y no son solo y únicamente “algo de hombres”. Supongo que ello es debido a que durante siglos la medicina, la ciencia y la investigación ha estado en manos masculinas y todo pasaba por ese sesgo androcentrista que obvia a las mujeres y su biología, como si estudiando a los hombres se nos estudiara también a nosotras, pero por suerte en las últimas décadas las mujeres se están incorporando a todos estos ámbitos y ello está propiciando una apertura de miras más amplia que aborde las realidades biológicas de ambos.

La mujeres que padecen estas dos enfermedades no solo tienen peor salud y ven afectadas sus menstruaciones sino que hablamos de un problema de salud que las impide hacer vida normal, y no solo a la hora de querer ser madres, también en su día a día, ya que estas pacientes suelen presentar altos índices de absentismo laboral derivado de los dolores fuertes e intensos que sufren y que a su vez repercuten en su salud mental, por algo a lo que encima se le resta importancia “Vamos es solo la regla, no será para tanto”, se les dice, entre otras frases manidas que denotan una ignorancia y sexismo brutales.

Estas mujeres son uno de los grupos de pacientes olvidados por el sistema sanitario. En España, las comunidades autónomas en su inmensa mayoría no tienen unidades específicas de endometriosis con profesionales cualificados que puedan tratarla. Esto conlleva graves consecuencias a nivel psicológico para las enfermas, pues vivir con dolor crónico es realmente incapacitante, y muchas acaban desarrollando una depresión, por no hablar lo que en muchos casos supone para una mujer que desea ser madre no poder serlo. Pero lo peor es que se avanza en la investigación y tratamientos de otras enfermedades y en cambio la endometriosis y la adenomiosis a pesar de su amplia prevalencia dentro del sexo femenino sigue sin tener financiación para su investigación y esto hace que aun a día de hoy no se sepa cuál es realmente el desencadenante de las enfermedades y como tratarlas. Por eso las millones de afectadas, de todo el mundo, se unen en asociaciones de mujeres que las padecen y claman por darles visibilidad e instar a crear guías profesionales para personal sanitario y médico, para crear unidades específicas dentro de la ginecología con profesionales formados adecuadamente y sobre todo para la dedicación de fondos suficientes para su investigación, porque sin todo esto es imposible tratarlas adecuadamente y están mucho más lejos de poder ser curadas.

Para finalizar, como ya es costumbre, cierro el artículo con una frase, esta vez de la Asociación de Afectadas por la Endometriosis de Cataluña: “Si todas las mujeres afectadas por endometriosis del mundo formaran un país, sería el séptimo mayor del mundo”.

Fuentes:

https://theconversation.com/una-posible-explicacion-al-origen-de-la-endometriosis-139334

https://academic.oup.com/humupd/article/26/2/214/5765414?login=true

Autoría: María del Pilar García Peñarrubia (catedrática de Inmunología, Universidad de Murcia), Antonio J. Ruiz Alcaraz (profesor asociado, Universidad de Murcia), y María Concepción Martínez-Esparza Alvargonzález (profesora titular de Inmunología, Universidad de Murcia).

https://theconversation.com/endometriosis-una-enfermedad-dolorosa-infradiagnosticada-132034

Autoría: Eva M. Galán Moya  Bióloga molecular e investigadora del Grupo de Oncología Trasnacional del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas, Universidad de Castilla-La Mancha.

https://theconversation.com/adenomiosis-la-hermana-pequena-de-la-endometriosis-158468

Autoría: Francisco Carmona Herrera (miembro del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi Sunyer – Hospital Clínic Barcelona / IDIBAPS y profesor de Ginecología, Universitat de Barcelona).

Artículo originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/endometriosis-como-los-mitos-entorno-a-la-menstruacion-afectan-gravemente-a-la-salud-integral-y-la-fertilidad-de-las-mujeres/

Artículo escrito por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra.

El cuerpo de las mujeres: campo de batalla

La proverbial frase de Simone de Beauvoir: «Nunca olvidéis que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida», hoy más que nunca queda perfectamente retratada con lo que está sucediendo en Afganistán. Aunque no es ni mucho menos un caso único ni aislado. A día de hoy esto sucede en multitud de países, así como ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, incluso en España hemos vivido claramente como esa frase se cumple de manera lapidaria. Recordemos que la II República dotó a las mujeres de derechos civiles, como el derecho a la educación, la aprobación de la ley del divorcio, la incorporación a la vida pública de forma masiva, o la despenalización del aborto. Todos ellos derechos civiles que nunca antes habían tenido. Pero con la llegada de la dictadura franquista todo se esfumó hasta la muerte del dictador y con la posterior Transición de mediados de los 70’s que poco a poco reconoció, no sin la lucha del movimiento feminista, nuevamente los derechos arrebatados por la dictadura franquista. Recordemos también que la ley del aborto en España en esto 40 años de democracia ha sufrido modificaciones según el color del Gobierno que hemos tenido; las leyes de igualdad y contra la violencia de género siguen en debate desde sectores de la derecha y ultraderecha que las cuestionan e incluso pretenden derogadas a la mínima oportunidad que se les presente.

Pongo el ejemplo de España y de Afganistán no porque quiera equiparar ambos, o ni siquiera igualarlos, sino porque pensamos que el vaivén de los derechos de las mujeres es algo que se produce en países lejanos, y no es cierto; el ejemplo “casero” lo tenemos en nuestro país y el ejemplo más actual que ha puesto de manifiesto esta realidad constante es Afganistán.

Los cuerpos de las mujeres son sistemáticamente usados como arma de guerra, tanto en el presente como en el pasado; al igual que los derechos humanos se dan o se quitan a las mujeres de manera arbitraria según soplen los vientos de los Gobiernos de turno del país que sea.

Nacer con sexo masculino te otorga todos los derechos y privilegios que el sistema patriarcal da a quien posee pene y testículos, en cambio nacer con sexo femenino: con útero y vagina, no te da ni un solo privilegio. Posiblemente te dará algún derecho (humano y civil) en tanto y cuanto hayas tenido la suerte de nacer en un país cuya legislación contemple a la mujer como ser humano sujeto de derecho y dignidad como lo son los varones.

Por esto, el sujeto político del Feminismo es la mujer. La hembra humana. Y nadie más.  Si esta base no se tiene clara, no se puede hablar de feminismo, aunque haya quienes estén intentando convertir el feminismo en algo que no es. Este fundamento del feminismo es importante mencionarlo y tenerlo claro para poder abordar el tema sobre el que voy a escribir.

En los conflictos armados todo el mundo tiene claro quiénes son las mujeres (las hembras), aunque nuestro gobierno progresista y “súper feminista” con su ministra a la cabeza no sepa responder a la cuestión de “¿Qué es ser mujer?”. Váyase usted a cualquier país con un conflicto armado y pregunte a un soldado lo mismo, seguramente le responda sin lugar a dudas cuáles son las hembras de la aldea que acaban de invadir y que van a violar; o a un talibán, pregúntele quién ha de ponerse el burka, tornarse invisible y con menos dignidad que una piedra, seguro que tampoco tendrá duda alguna en señalar quién es la mujer.

Las maneras de usar el cuerpo de las mujeres como arma de guerra son múltiples, pero entre las más frecuentes encontramos las violaciones (grupales también), la mutilación genital, la esterilización forzosa, el contagio deliberado de VIH mediante la violación, la esclavitud sexual (prostitución/trata/pornografía), la experimentación médica con los órganos genitales, los matrimonios forzados, embarazos/abortos forzados, la exposición pública a través de la desnudez, entre otros.

El sistema patriarcal androcéntrico que rige el mundo desde tiempos inmemoriales ha convertido el cuerpo de las mujeres en una cuestión política mediante la sumisión y el sometimiento de éstas con el fin de controlarlas usando la cultura, la tradición y la religión como el método perfecto para conseguir tal fin. Cuando hablamos de guerras y conflictos armados todo este entramado es llevado al campo de batalla.

Todas las mujeres , desde las más jóvenes hasta las más ancianas son utilizadas como arma. La violencia sexual en todas sus formas es ejercida de manera brutal contra ellas con el fin de añadir más dolor a la barbarie bélica. Las mujeres son convertidas en mercancía y botín de guerra sin que ello conlleve ninguna condena para quienes perpetran estos delitos pues cuando se firman los tratados de paz nunca la reparación a estas víctimas es contemplado ni los violadores/torturadores reciben una respuesta por parte de la justicia que haga que vayan a prisión; al contrario de lo que pudiera parecer las víctimas supervivientes de las violaciones son repudiadas y marginadas por sus familias y las comunidades donde viven, por no hablar de que la atención psicológica y ginecológica es escasa o nula en estos contextos. Toda esta violencia y marginalidad hace que las mujeres jamás se recuperen del daño infligido.

La investigadora Tica Font experta en este tema dijo sobre la utilización de las mujeres como arma de guerra que “Se usa para castigar al enemigo a través del cuerpo de las mujeres”, además Font apunta que “Se busca en qué espacio va a hacerse, a veces se suele buscar ciertos espacios públicos simbólicos, una iglesia, una escuela, un centro comunitario. Se trata de espacios simbólicos para la comunidad hacia la que se dirige ese ataque a las mujeres”.

Violencia sexual como arma de guerra: casos a nivel mundial. Pasado y presente.

Esta es una realidad que sucede y ha sucedido a lo largo y ancho del mundo: Irak, Afganistán, Nigeria, el Congo, Yemen, etc.; también sucedió durante las dos guerras mundiales donde ambos bandos usaban las violaciones como modo de castigo al enemigo o como hizo el ejército japonés durante la II Guerra Mundial que tenía esclavas sexuales para los soldados. En la guerra de Vietnam el ejército americano aterrorizó a miles de mujeres con las torturas sexuales que perpetraban. Aquí en Europa más recientemente durante la guerra de los Balcanes en los 90; en Colombia con el conflicto con la guerrilla de las FARC.

Actualmente en la guerra de Siria la violencia sexual se ha convertido en una de las “armas” más utilizadas. De hecho, profundizando en ello, la ONU y varias ONG, en diferentes informes han alzado la voz de alarma contra este método de tortura usado masivamente contra mujeres y menores por parte de las fuerzas de seguridad sirias y milicias partidarias del gobierno en las cárceles sirias . Aunque no únicamente, también se han documentado agresiones sexuales en grupo a niñas y mujeres en puestos de control y en redadas en zonas consideradas rebeldes. Además, los territorios bajo el control yihadista han proliferado los matrimonios forzados de mujeres y niñas sirias con sus combatientes, así como lapidaciones a mujeres acusadas de adulterio, y casos de esclavitud sexual.

México donde en lugares como Ciudad Juárez las mujeres son asesinadas, violadas, secuestradas para la trata en cifras de miles/año.

En el continente asiático el conflicto del ejército de Myanmar y la minoría étnica Rohingya, ha dado lugar en Bangladesh al campo de refugiados más extenso del mundo en el que el ejército infringe una brutal violencia sexual contra las mujeres musulmanas.

O aquí en España durante la Guerra Civil y posguerra a las republicanas represaliadas se les rapaba la cabeza, eran violadas y los bebés dados a familias del régimen; otra práctica era hacer que ratas acudieran a roer las vaginas de las presas, y así un sinfín de prácticas que superan a cualquier película de terror que una pueda imaginar.

Pero para colmo, tras finalizado el conflicto/guerra, a las mujeres y niñas nunca se las repara de forma justa a pesar de haber sufrido todo este horror de violaciones múltiples, haber sido prostituidas, explotadas sexualmente, sufrido torturas, etc.

Las mujeres y las niñas en los conflictos armados: cifras y datos

Esta forma de violencia y realidad expuesta en términos tan rotundos no es algo que nos hayamos sacado las feministas de la manga pues hace ya más de 10 años (junio 2008) que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1820 donde la violencia sexual contra las mujeres y niñas es condenada y reconocida como arma de guerra y es por ello que se decretó que el 19 de junio fuera el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos Armados para visibilizar, prevenir y erradicar esta forma de violencia extrema que sufren en inmensa medida mujeres y niñas.

En el 2019, un informe de la ONU señaló que en 2018 se registraron más de 2.500 casos de violencia sexual en guerras y conflictos armados en 19 países. Aunque cabe destacar que, según la ONU, se estima que por cada violación que se registra y de la que queda constancia, existen entre 10-20 casos que quedan sin registrar. Y para muestra, Colombia: en el caso del conflicto colombiano, la Unidad para Víctimas, desde 1985, estimó que alrededor de un total de 26.534 mujeres han sido víctimas de este tipo de violencia sexual.

Desde Amnistía Internacional, la coordinadora del grupo de mujeres, Lola Liceras, en una entrevista concedida a AmecoPress en junio de 2020, define la violencia sexual contra las mujeres como “Una batalla entre hombres que se libra en los cuerpos de las mujeres”, al hablar de violencia sexual en los conflictos armados, Liceras añade que “Las mujeres se convierten en botín de guerra en los conflictos armados al violarlas o al esclavizarlas. Con ello se cree castigar al enemigo y se vengan en el cuerpo de las mujeres. Lo que está detrás es una discriminación de género que en el caso de los conflictos de este tipo se llega al extremo de utilizar el cuerpo de las mujeres como arma de guerra”.

En África, donde Amnistía Internacional ha realizado investigaciones en Sudán del Sur y Nigeria la información aportada es escalofriante. En el caso de Sudán del Sur, donde desde 2013 se está produciendo una limpieza étnica, a pesar de estar en medio de un proceso de paz, se entrevistó a 168 víctimas de violencia sexual. En la misma entrevista para AmecoPress, Lola Liceras cita a una de las mujeres cuyas palabras reflejan perfectamente la barbarie que sufren a través de palizas, humillaciones y llegando en ocasiones a asesinarlas tras divertirse con ellas, “ninguna mujer te lo va a contar, pero ahí fuera nos han violado a todas”, decía esta superviviente

En Nigeria, Boko Haram secuestró a 276 niñas en 2014, pero no solo fueron secuestradas y violadas por los terroristas, sino que el mismo ejército nigeriano que debía protegerlas, las violó también según la información manejada por Amnistía Internacional.

En Ruanda durante el genocidio que tuvo lugar a mediados de los años 90 la violencia sexual fue masiva pues se estima que entre 250.000 a 500.000 mujeres fueron violadas.

En el Congo con una población mayoritariamente femenina pero totalmente sometida por los hombres, las mujeres han sido violadas con armas con el fin de pegarles un tiro directamente en la vagina, o eran violadas por soldados contagiados de VIH para infectarlas, entre otras abominaciones. Tal es así el grado de violencia sexual que soportan las mujeres congoleñas que el mismo gobierno del país registró 15.352 casos de violencia sexual durante 2013 (y este número no ha cesado de aumentar en los años siguientes).

Uno de los primeros procesos judiciales en poner en evidencia la utilización de las mujeres y niñas como arma de guerra en la historia relativamente reciente, es el proceso judicial que tuvo lugar tras la guerra de los Balcanes. El Tribunal Internacional de Derechos Humanos reconoció por primera vez en la historia que la violencia sexual contra las mujeres y niñas en las guerras y los conflictos armados tenía que considerarse no solo un crimen de guerra sino también un crimen contra la humanidad, pues antes de la guerra de Yugoslavia, el derecho internacional tan solo lo consideraba como “una afrenta al pudor y el honor de las mujeres”. Y es que en la guerra de Bosnia la violencia sexual fue brutal pues llegó a ser usada sistemáticamente como parte de la limpieza étnica. Para aportar datos objetivos que tanto gustan pedir a los “negacionistas”, se estima que en la guerra en Bosnia-Herzegovina entre 20.000 y 50.000 mujeres fueron violadas.

En el caso de Latinoamérica, podemos citar el caso de Perú y las esterilizaciones forzadas de mujeres campesinas en las comunidades rurales del país cuyo origen está en el conflicto de violencia política que ejercían grupos rebeldes como Sendero Luminoso y las mismas fuerzas armadas peruanas, desde 1980 al 2000.

Durante estos 20 años de conflicto armado, según el registro de víctimas del Consejo de Reparaciones del Ministerio de Justicia peruano, están documentadas 4.567 víctimas de violaciones sexuales más aparte más de 1.500 víctimas de otras formas de violencia sexual entre ellas las esterilizaciones forzadas a mujeres campesinas en comunidades rurales del Perú.

En cuanto al caso de las personas refugiadas y desplazadas por los conflictos bélicos, ACNUR ha denunciado y evidenciado que las refugiadas mujeres/niñas sufren mayores dificultades en relación con la violencia ejercida contra ellas por razón de sexo en comparación con los varones en situación de refugiados. Esto es porque los conflictos armados dejan a las mujeres en una situación de especial vulnerabilidad en términos de pobreza y salud (integral y materna pues la sanidad desaparece y la tasa de mortalidad materna aumenta 2,5 veces más), la marcha de los hombres a combatir, la perdida de los empleos, la casa… Lo pierden todo y han de salir adelante ellas y los hijos/as que quedan a su cargo. Según datos manejados por ACNUR, la cabeza de familia en una de cada cuatro familias refugiadas es una mujer que ha de enfrentarse totalmente sola a procurar la supervivencia de su familia, ello las expone a la explotación laboral, sexual, a venta de órganos, a alquilar sus vientres, o a terminar por prostituirse.

Justicia y reparación: No hay memoria histórica para las mujeres

La utilización de la violencia sexual contra las mujeres y las niñas como arma de guerra es un crimen históricamente generalizado, pero no fue hasta la última década del siglo XX que comenzó a ser denunciado y tímidamente visibilizado.

A finales de los ‘90, el Estatuto de Roma de 1998 dio lugar a la creación de la Corte Penal Internacional. Esto supuso un gran avance para reconocer la violencia sexual como lo que es, un crimen de carácter internacional. La Corte Penal Internacional, así como el Derecho Internacional Penal reconocen la violencia sexual como crimen de guerra y contra la humanidad (aunque estos crímenes se siguen produciendo con impunidad total).

Un claro ejemplo lo tenemos en el caso Bemba, (ex vicepresidente de República Democrática del Congo), de 2016, famoso por ser el primer caso de violación en un contexto de conflicto armado en el que hubo sentencia condenatoria. La sentencia fue dictada por la Corte Penal Internacional, aunque ésta fue recurrida por la sala de apelación de la misma Corte Penal Internacional y la sentencia fue revertida lo cual supuso la absolución de Bemba por crímenes de guerra y para colmo su posterior presentación a las elecciones de la República Democrática del Congo. Este caso lo que deja constatado es que existe una gran incompetencia de los tribunales y leyes internacionales, pues aquí se perdió una grandísima oportunidad para que los criminales se responsabilizaran de sus actos y servir para lanzar el mensaje de “se acabó la impunidad”. Además, existe la falsa creencia de que este tipo de violencia sexual es perpetrada por milicias, grupos rebeldes, paramilitares, terroristas, etc. cuando de hecho son las Fuerzas Armadas estatales las principales responsables de la violencia sexual contra las mujeres en los conflictos armados.

Esto sucede porque a pesar de que se han desarrollado diferentes normas internacionales importantes en esta materia con el objetivo de crear un marco normativo para los Estados y las autoridades que les permita saber qué deben hacer para proteger a las mujeres y las niñas, éstas son sin rango de tratado por lo que no tienen carácter vinculante para los Estados.

Por otro lado, el Consejo de Seguridad aprobó tres resoluciones más que están centradas en violencia sexual en los conflictos armados. Estas resoluciones han ampliado los mecanismos de Naciones Unidas para la prevención e investigación de los casos de la violencia sexual como arma de guerra, así como para impedir la impunidad de los criminales; además se creó la figura de la Representante Especial del Secretario General de la ONU para la violencia sexual en los conflictos armados.

La importancia de la perspectiva de género en los conflictos armados

Hace poco más de 20 años, en el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1325 sobre las mujeres, la paz y la seguridad, hecho que supuso un hito histórico. Dicha resolución reconoce que la guerra y los conflictos armados afectan de manera diferente a las mujeres y a las niñas, reafirmando así el hecho de que es necesario que las mujeres jueguen un papel primordial en los procesos de paz, la resolución de los conflictos y en la prevención de los mismos.

En estos 21 años, tras la aprobación de la resolución 1325, se ha producido una cierta mejora a la hora de crear marcos jurídicos y normativos que permitan condenar la violencia sexual asociada a las guerras y conflictos armados, sin embargo, esta mejoría no es todavía suficiente, ni de lejos, pues raramente se persiguen los delitos y hay condenas. Esto es porque se necesita que se garantice al 100% el acceso a la protección y seguridad de las mujeres y niñas a través de tribunales nacionales e internacionales, algo que a día de hoy no se produce. Además hay que recalcar que las vivencias que tienen las mujeres en este tipo de conflictos no se reducen a la violencia sexual, sino que se cruzan en ellas múltiples formas de violencia como todo tipo de abusos sociales y económicos que hacen que aún les sea más difícil solicitar ayuda y protección; a lo que hay que añadir un sinfín de efectos diferenciados que se producen por razón de sexo (desapariciones forzadas, torturas, desplazamiento forzado, entre otros delitos), de ahí la necesidad de la perspectiva de género a la hora de tratar estos casos.

Por ello se ha elaborado la “Alerta temprana sensible al género: Guía general y práctica”. Una guía en la que se recoge la perspectiva de género en los sistemas e indicadores de alerta temprana de conflictos armados y guerra, y que además proporciona una lista de verificación con una serie de pasos a seguir para ayudar al diseño, implementación y evaluación de métodos comunitarios que permitan una alerta temprana sensible al género y así poder proteger de manera adecuada a las mujeres y las niñas.

La igualdad como método de erradicar la violencia estructural contra las mujeres

La paz para las mujeres, pero sin las mujeres”. Así podríamos resumir el por qué la paz no llega para las mujeres y el porqué del vaivén de los derechos civiles y humanos de las mujeres en base a las ideologías gubernamentales de turno como ha quedado en evidencia estos días en Afganistán. Esto se ve muy claro con los siguientes datos:

– Desde 1992 hasta el año 2011, las mujeres tan solo representaron menos del 4% de las personas involucradas en las firmas en los acuerdos de paz, y menos del 10% de las personas presentes en las mesas de negociación de estos acuerdos. Actualmente, las mujeres solo representan el 4% de los más de 80.000 profesionales de la ONU para el mantenimiento de la paz.

Sin embargo, con la aprobación de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad anteriormente mencionada, se inauguró la Agenda de Mujer, Paz y Seguridad de Naciones Unidas, se han conseguido ciertos avances. En 2013, más del 50% de todos los acuerdos de paz firmados contemplaban la situación de las mujeres y niñas, así como referencias a la paz y la seguridad. Aunque sería deseable que el ritmo de avances no fuera tan lento pues estamos hablando de Derechos Humanos del 52% de la población mundial y por consiguiente del 52% de la población de cualquier país/territorio, porque no debemos olvidar que las mujeres no somos un colectivo, sino el 52% de la población mundial.

En resumen, no hay paz sin igualdad pues ambas, la paz y la igualdad entre mujeres y hombres están unidas. No puede haber una sin la otra.Y para lograr la paz hay que empezar por la igualdad y para ello hay que ir a la raíz de la desigualdad estructural entre los varones y las mujeres, que no es otra cosa que el género.

El género es ese elemento cultural impuesto desde el nacimiento y que conforma la estructura en la que se sustenta la desigualdad entre ambos sexos, en el cual el sexo femenino está sometido al masculino. Por ello, si eliminásemos esa estructura asimétrica donde ambos sexos fueran iguales, libres de la opresión del género, y educados en los valores de igualdad, no desaparecería la violencia contra las mujeres y las niñas, pero sí disminuirían en gran medida, y por consiguiente viviríamos en sociedades mucho menos violentas y mucho más igualitarias, así como en este caso que nos ocupa, la violencia sexual en las guerras y los conflictos armados. Ya que esta violencia tan brutal no puede ser analizada y atajada como algo aislado, pues forma parte de la misma estructura que sustenta las sociedades misóginas de todo el mundo.

Para concluir, Fatou Bensouda, fiscal de la Corte Penal Internacional, dio un emotivo discurso perfecto para reflexionar:

Cada día soy testigo de las consecuencias que los conflictos armados tienen en las vidas de las mujeres y las niñas. En la valentía y la dignidad de las sobrevivientes, de aquellas que han sufrido, he visto lo mejor de la naturaleza humana. Y en la más dura crueldad de los crímenes contra ellas, he visto lo peor. Lamentablemente, la violencia sexual y de género es habitual en muchos conflictos, a menudo perpetrada como un arma de guerra deliberada o un acto de represión. Soy muy consciente de que, para las mujeres, y las niñas especialmente, el coste de los conflictos armados va más allá de la carga, ya de por sí pesada, de las secuelas físicas y psicológicas. Las mujeres y las niñas a menudo sufren por partida doble. No sólo los combatientes ven sus cuerpos como legítimos campos de batalla, sino que sus propias comunidades posteriormente las rechazan y las aíslan por su desgracia. Si bien las guerras afectan a las comunidades en su conjunto, las desigualdades existentes exacerban las consecuencias para las mujeres y las niñas. Los conflictos intensifican su vulnerabilidad ante la pobreza en la medida en la que se enfrentan a un acceso desigual a los servicios sanitarios y el bienestar, a menos oportunidades económicas y a una menor participación política. La educación de las mujeres y los derechos a la propiedad también disminuyen mientras que el analfabetismo y la mortalidad materna aumentan sustancialmente.”

Artículo originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/el-cuerpo-de-las-mujeres-campo-de-batalla/

Artículo escrito por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra.

Cultura de la violación: Agresiones sexuales. La sumisión química la última moda

Desde la más tierna infancia las mujeres recibimos una disciplina basada en el miedo, en el miedo a ser violadas. Un aleccionamiento sexual del que demasiado poco se habla como tal y que YA BASTA. Ya es hora de que las mujeres hablemos de ello pues NOSOTRAS no somos las responsables y NO TENEMOS LA CULPA de que haya hombres que cometan violaciones. La disciplina, y el aleccionamiento tiene que ser para ellos. Inculcarles desde bien jovencitos que el respeto al cuerpo de la mujer es sagrado, que no se viola, no se fuerza, no se obliga a una mujer a mantener relaciones sexuales, que un “NO ES NO”, siempre, en cualquier momento o circunstancia, que las relaciones sexuales son entre iguales, basadas en el respeto mutuo y en el placer compartido. El foco hay que ponerlo donde toca, y desde luego no está en el inculcar a las mujeres que han de protegerse de la violencia sexual ejercida por machistas que campan a sus anchan en todas partes, y que si alguna vez les sucede es porque igual habían bebido demasiado, llevaban la falda muy corta o habían “tonteado” de más. Desde las más mayores hasta las más jóvenes, todas las mujeres tenemos presente cada vez que salimos a la calle, de fiesta especialmente, la frase «Vigila tu vaso, no te vayan a echar algo en la bebida”. A día de hoy esa frase ha pasado de ser algo casi mitológico a ser un peligro real y que efectivamente sí existe y se cumple en un porcentaje mayor del que jamás habíamos imaginado. 

Las mujeres tenemos el mismo derecho que los varones a divertirnos dónde y cuándo queramos; tenemos el mismo derecho a vivir en libertad; a no vivir atemorizadas, ni a salir con miedo, porque los locales de ocio, las calles y todos los espacios son también nuestros para disfrutarlos.

¿De qué hablamos cuando decimos “violencia sexual”? Normalmente, se asocia a la violación, pero en realidad, la violencia sexual es mucho más que eso pues dentro de ella hay un amplio abanico de tipologías de violencias a las que llamamos violencia sexual que no necesariamente son lo que comúnmente se conoce por violación. En el imaginario colectivo la violación se describe como una agresión en la que existe una agresión física de carácter sexual en la que se produce una penetración forzada, generalmente de un varón a una mujer, pero ésta sería solo la violencia sexual en su máxima expresión dentro de ese abanico de tipologías en el que se incluyen además de la violación: el acoso sexual en el trabajo, el acoso callejero (insinuaciones, miradas, piropos, tocamientos, roces, etc. no deseados), acoso en los transportes públicos, discotecas, en la playa, en la universidad… Obligar a tu novia/esposa a hacer alguna práctica sexual no deseada o incluso llegar a violarla, el incesto, el sexting, la violencia sexual hacia los menores (pedofilia, corrupción de menores), la explotación sexual a través de la trata y la prostitución, etc. Todos ellos actos sexuales no consentidos ni deseados por parte de la víctima. En este artículo me voy a centrar en el menos conocido pero el que sin embargo en los últimos años ha aumentado de manera exponencial, la violación mediante la sumisión química.

Violencia sexual. Tipologías. España en cifras 

Las violaciones, y la violencia sexual en general, tiene su raíz en la violencia machista sistemática que afecta y atraviesa a las mujeres por el simple hecho de serlo. Es machismo y misoginia en estado puro en una de sus máximas expresiones. Como he mencionado con anterioridad, la violencia sexual son multitud de actos no consentidos a los que las mujeres nos enfrentamos a diario en nuestras vidas. Es muy raro encontrar a una sola mujer que no haya sufrido alguna agresión de este tipo a lo largo de su vida, pero que a pesar de estar tan extendida y ser una variedad tan amplia de actos, lo escalofriante no es saber esto sino saber que lo que conocemos y lo que se denuncia es tan solo la punta del iceberg pues se estima que solo un 2% de todas las agresiones que se producen son denunciadas. Además, es importante recalcar que el violador rara vez es un extraño que aparece de la nada o un desconocido cualquiera que nos acecha. No, el hecho es que la mayoría de agresiones/abusos sexuales están cometidos por hombres cercanos, que conocemos y en quienes confiamos, y es precisamente por eso, porque aprovechan esa cercanía y confianza para agredirnos.

Según el estudio del Ministerio del Interior “Análisis empírico integrado y estimación cuantitativa de los comportamientos sexuales violentos (no consentidos) en España”, realizado por el Grupo de Estudios Avanzados en Violencia de la Universidad de Barcelona, con datos del 2018 y 2019, y dirigido por  el catedrático de Psicología Antonio Andrés Pueyo, se calcula que en nuestro país unos 235.000 delincuentes sexuales, (de los que solo el 5% logra ser detenido y condenado), perpetran alrededor de 350.000 agresiones sexuales al año, lo que significa que 1 de cada 45 mujeres y 1 de cada 60 menores, al año, están en peligro de ser víctimas de una agresión sexual

Según este mismo estudio se pueden extraer otras conclusiones muy relevantes como que la cifra oculta del número de agresiones sexuales, que se producen en España al año, es mucho mayor a las que sí se denuncian, se estima que entre 350.000 y 400.000 nunca llegan a denunciarse; hablamos de una tasa de denuncias por delitos sexuales de 21 denuncias por 100.000 habitantes. En España, en 2021, se registraron 1.601 violaciones con penetración (12.638 fueron agresiones sexuales sin penetración) de enero a septiembre, los delitos sexuales subieron en total un 32% respecto al 2020 (2.000 delitos sexuales más). Entre las que sí se denuncian estarían las del grado más grave, es decir, las que la agresión sexual termina con la muerte de la víctima, y los delitos sexuales en los que las agresiones se ejercen con violencia (pero sin penetración), los abusos sexuales, el acoso sexual y los referentes a la explotación sexual (trata y prostitución); seguidos de las agresiones sexuales con penetración, (que aumentaron en el primer trimestre de 2021 un 25% respecto al 2020. Unas 426 agresiones sexuales), la pornografía infantil y la corrupción de menores. Respeto a estos últimos el estudio señala que el abuso sexual afecta al 15% de los menores de edades comprendidas entre los 6 y 15 años, siendo las niñas las víctimas en mayor porcentaje.

Respecto a otros delitos sexuales diferentes a la violación, encontramos que también han aumentado. En 2021, se han conocido unos 12.000 casos de este tipo de delitos contra la libertad sexual. Por comunidades autónomas, las que registraron un mayor número de delitos sexuales en 2021 son: Cataluña con 1.548 delitos (265 violaciones); Andalucía con 1.330 delitos (141 violaciones) y Madrid con 1.118 delitos, (123 fueron violaciones).

Un dato que resulta altamente preocupante es el aumento de agresores sexuales menores de edad. El informe de 2020 de la Fiscalía que fue presentado en septiembre del pasado año alertó sobre este dato pues se observa que ha habido un incremento del 12% en menores víctimas de estos delitos, pero además señala que los abusos sexuales cometidos por menores comenzaron ya a dispararse en 2019 (1.300 casos, un 20% más que en 2018) y que la edad en la que comienzan a cometerlos es inferior a los 14 años.

Otro estudio relevante de reciente publicación, es el “Informe sobre los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual en España 2020”, realizado por la Dirección General de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad con datos extraídos del Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC), datos que son aportados por Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza, Mossos d’Esquadra, Policía Foral de Navarra y las policías locales al sistema (SEC). De este informe se desprenden estas principales conclusiones:

(Gráfica extraída del ‘Informe sobre los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual en España 2020‘)

En 2021, hubo 12.769 víctimas de los delitos contra la libertad e indemnidad sexual de las cuales el 85% son mujeres, el porcentaje asciende al 92% cuando se trata de casos de violaciones, de acoso sexual y de agresiones sexuales sin penetración. En cuanto a la edad de las víctimas de delitos sexuales, en 2020, el 49,1% de ellas fueron menores de edades comprendidas entre los 0 a los 17 años. Los delitos más repetidos fueron en un 50% abusos sexuales. Por otro lado, el grupo de menores de edad y el grupo de los 18 a los 30 años, son las 3/4 partes de las víctimas totales. 

Al elaborar el informe se detecta que la delincuencia sexual mantiene un patrón de estacionalidad, pues queda patente que ésta aumenta de mayo a octubre (verano), en cambio disminuye en los meses de invierno. Los abusos sexuales y las agresiones sexuales (con y sin penetración) son los delitos que se dan con mayor frecuencia, un 76%. Los delitos sexuales cometidos en el interior del hogar aumentan en 2020 pasando de un 41% en 2019 a un 59% en 2020. El informe deja también claro el perfil de los agresores sexuales, que es el de un varón en el 97% de los casos, de edades comprendidas entre 18 y 40 años (el 86%), y de nacionalidad española (67 %). En las 2/3 partes de los casos investigados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en 2020, víctimas y victimarios no tenían relación entre ellos. Respecto al ámbito en el que se producen los delitos sexuales, en el caso de las mujeres, un 16% de ellos se cometen en el ámbito de la pareja/expareja, y un 21% en el entorno laboral, amistades, y conocidos.

Uno de los motivos que explicarían el incremento en los últimos años de las agresiones sexuales entre menores, sería el temprano acceso a la pornografía y la falta de una educación afectivo-sexuales de calidad centrada en el deseo compartido, el respeto mutuo y las relaciones basadas en la igualdad. Sobre el tema de cómo la pornografía daña gravemente las relaciones sexuales y emocionales de los jóvenes, y el por qué ello hace que se hayan incrementado los casos de violencia de género y sexual entre menores, escribí un artículo hace tiempo en este mismo medio https://nuevarevolucion.es/pornografia-la-educacion-sexual-de-la-juventud-del-s-xxi/

Por ello, la educación sexual integral es tan necesaria abordarla desde ya, porque las cifras de los informes y registros oficiales nos indican que el número de agresiones sexuales se está disparando en los últimos años de una forma alarmante y muy preocupante a edades cada vez más tempranas. La educación afectivo-sexual que reciben los jóvenes es prácticamente nula, y cuando la hay se hace de manera inadecuada y deficitaria, todo se centra en métodos anticonceptivos, profilaxis y poco más; por no hablar de que parece que los padres y madres han dejado de preocuparse por este tema y ya no lo hablan con sus hijos e hijas. Es de vital importancia que la educación sexual se aborde tanto desde el ámbito privado de las familias, como desde el ámbito de las escuelas y centros educativos desde edades tempranas, y que se haga desde el desarrollo de la empatía por la pareja, en el cuidado, en los derechos humanos, en el respeto mutuo, en la idea de que en una relación sexual debe haber deseo y que el deseo es tan importante como el consentimiento porque sin deseo no hablamos ya de relaciones sexuales, sino de violencia y sumisión, porque el sexo solo tiene sentido cuando disfrutamos ambos. Es decir, el sexo y las relaciones sexuales reales son todo lo contrario a lo que la machista industria del porno enseña, que no es otra cosa que cultura de la violación.  Pero para todo ello es necesario que existan profesionales de la enseñanza formados en educación sexual que impartan contenidos adecuados porque no podemos descansar esa responsabilidad en el/la “profe de mates” que en ratos muertos da cuatro cositas al alumnado de cómo se pone un condón. Eso no es educación afectivo-sexual. 

Al porno hay que sumarle que el uso de las nuevas tecnologías, dispositivos móviles, apps, redes sociales junto con la nefasta educación afectivo sexual de nuestros menores y la deshumanización generalizada que está impregnando las sociedades modernas, han hecho que aparezca otro tipo de violencia, la ciberdelincuencia y por ende los ciberdelitos sexuales: sexting, ciberacoso, grooming… Cuyas principales víctimas son las mujeres y menores de edad, como así queda constatado en los registros de las Fuerzas de Seguridad del Estado del año 2020, en los que 2.029 casos de ciberdelincuencia sexual, (lo que supone un 12’4% más de casos que en el 2019 y el doble que en 2014), cuyas víctimas son menores en un 80%, de los cuales el 66% son de sexo femenino y de todos ellas el 91% de nacionalidad española.

 (Gráfica extraída del ‘Informe sobre los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual en España 2020‘)

Dentro de los ciberdelitos sexuales sobresalen especialmente los delitos de contacto con menores de 16 años a través de las tecnologías con fines sexuales como el abuso sexual, el acoso sexual, y la corrupción de menores y/o con discapacidad. En cuanto a los victimarios, el mayor número de ellos se encuentra entre los hombres españoles de 41 y 64 años.

En resumen, podemos afirmar que el año 2021 pasará a la historia como el año en el que las estadísticas de criminalidad del país las encabezaron los delitos sexuales con 6 agresiones sexuales con penetración denunciadas, al día (1.601 al año).

Violación por sumisión química

La violación por sumisión química, es la agresión sexual que se produce cuando a la víctima se le ha suministrado algún tipo de droga o sustancia química que le provoca sueño o somnolencia y la deja incapacitada para poder decidir por sí misma de manera consciente y autónoma, es decir, se le anula su voluntad y capacidad para consentir nada; además no solo la dejan inconsciente, sino que también impiden que pueda recordar algo de lo sucedido, o solamente recuerde flashbacks, vagos recuerdos, alguna imagen y lagunas entre memorias inconexas. 

El perfil de las víctimas, más común, es el de mujeres jóvenes o muy jóvenes, que encontrándose en espacios de ocio y fiesta son drogadas. Aunque también se han dado casos del uso de la sumisión química para robar, y en este caso el perfil más habitual es el de personas mayores.

Hay que dejar claro a las mujeres que se hayan encontrado en esta situación o que puedan encontrarse que no duden de que han sido víctimas de una violación ya que no se pueden considerar como relaciones sexuales consentidas cualquier acto sexual ocurrido bajo los efectos de estas sustancias, de hecho es un delito que está penado por la ley aunque en la actualidad en nuestro Código Penal las agresiones sexuales mediante sumisión química están tipificados desde el 2010, año en el que se introdujo el artículo 181.2 pero no lo considera “agresión” (violación), sino que lo contempla como “abuso sexual” porque se entiende que este tipo de violación no puede ser considerada como tal ya que no se ejerce violencia ni intimidación sobre la víctima y no hay un “No” expreso por parte de la ella. Esto es lo que las feministas llamamos justicia patriarcal.

La legislación debe ser modificada por ser injusta y un insulto hacia las víctimas, de ahí que siempre hagamos hincapié en la necesidad de impartir justicia y legislar con perspectiva de género. No puede ser que si estoy incapacitada porque me han drogado para hacer conmigo lo que se quiera, eso no se vea como violación o como un acto violento ¿qué más violento que drogar a una persona para hacer con ella lo que se quiera sabiendo que no puede resistirse y que no podrá recordar nada, ni probar nada puesto la droga que se le administra en breve espacio de tiempo no deja rastro? Es demencial. En este sentido, la nueva Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual (más conocida como ley del solo sí es sí) que está en trámites en el Parlamento español, recoge esto y propone que el concepto de abuso sexual desaparezca para que así todo acto que se produzca en estas circunstancias sea considerado como agresión (violación), y que las penas puedan elevarse hasta a los 15 años de prisión,  algo que ya está contemplado en tratados internacionales ratificados por España, como el Convenio de Estambul del Consejo de Europa.

A día de hoy datos oficiales no tenemos, aunque sí sabemos que es un delito sexual que va en aumento porque cada vez acuden más mujeres a los hospitales para ser atendidas por los servicios especializados tras haber sido violadas por sumisión química, por eso tanto los profesionales de la sanidad como la policía ha trasladado ya a la opinión pública la preocupante situación respecto a este tipo de violencia sexual. Tan solo tenemos los datos de algunos hospitales especializados en esta violencia como el Clinic de Barcelona que sí ha publicado sus cifras. En un informe reciente, se publicó que, del total de las víctimas de agresiones sexuales, el 30% se corresponde a la violación por sumisión química, y de ellas el 55% de las victimas tiene menos de 25 años. Datos que se corresponden totalmente con las publicadas por el Hospital La Paz de Madrid que estima que el 35% de víctimas de agresiones sexuales lo son porque la víctima sospecha que ha sido drogada. Así que no, no son casos aislados, porque además el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses registró 2.054 agresiones sexuales en 2020, de ellas en 685 casos se realizó un análisis toxicológico a la víctima por sospecha de haber sido sometida a una sumisión química, y los resultados revelaron que en el 76% de los casos (520) la víctima efectivamente había sido drogada (1 de cada 4 violaciones). Estos datos han sido corroborados también por varios organismos internacionales que estiman que un 20% de las violaciones lo son por sumisión química.  Pero según los datos globales recopilados por el Instituto Nacional de Toxicología, en los últimos 5 años, la estimación es aún más elevada: un 33% de las agresiones sexuales lo son por sumisión química. Lo que indica que hablamos de 1 de cada 3. Por su parte, la Fiscalía de Madrid dio a conocer sus datos el pasado año en los cuales se recoge que en 2019 se registraron un 14% de denuncias de violación por sumisión química, un porcentaje que se dobla en 2021 con un porcentaje del 35%.

Aunque estas cifras son muy reveladoras, éstas no recogen la dimensión real del problema al que nos enfrentamos, pues en la Macroencuesta sobre la violencia hacia las mujeres realizada por el Ministerio de Igualdad y publicada en 2020, solo el 8% de las mujeres víctimas de algún tipo de violencia sexual se atreven a denunciar, es decir que más del 80% de las agresiones sexuales permanecen ocultas.

Cabe mencionar que el estudio pormenorizado de registro de datos de este tipo de agresión sexual se ha comenzado a partir de enero del presente año, de modo que podamos obtener datos fiables y reales sobre la situación en la que nos encontramos al respecto y la magnitud del problema al que nos enfrentamos.

La fiesta de la burundanga: tipos de drogas y tipos de sumisión

Existen entre 350-400 drogas/sustancias químicas que pueden provocar la sumisión, entre todas ellas, la más famosa, la escopolamina, conocida como burundanga. Una droga que casi de manera inmediata produce somnolencia, náuseas, dificultades en la movilidad y, por último, una pérdida de conciencia. Aunque el cuerpo de la víctima reacciona y hace todo lo que pide su agresor, una vez pasado el efecto de la droga, la víctima sufre una amnesia que hace que le sea imposible recordar de manera total o parcial lo que ha sucedido la noche anterior. A la hora de denunciar una violación por sumisión química con esta sustancia resulta muy difícil poder probarlo pues una vez transcurridas unas 6 horas la droga desaparece del sistema de la víctima y no deja rastro ni en sangre ni en orina, y se acaba achacando que lo sucedido es debido a una “mala borrachera”, y si se denuncia, debido a todo esto, se desestima o entra directamente a calificarse de “denuncia falsa”.

Otra droga también muy utilizada es el medicamento psicotrópico conocido como benzodiacepina, un fármaco que tiene un efecto sedante y ansiolítico, produce relajación muscular y una disminución de la excitación neuronal. Por la mañana la víctima tiene una sensación de “resaca”, lo cual hace que cuando se da cuenta de lo sucedido la invada un sentimiento de vergüenza, ridículo y culpabilidad creyendo así que ha sido culpa suya por “beber demasiado”, cuando en realidad esto no es así, sino que ha sido drogada y violada.

También es muy común que se produzcan agresiones sexuales bajo los efectos del alcohol que en grandes cantidades puede provocar una amnesia y una disminución de la capacidad para poder consentir una relación sexual en plenitud de las facultades mentales de la víctima, algo que obviamente utiliza el agresor. De hecho, en una mayoría de los casos, 2 de cada 5 (un 39%), el test de toxicología dio positivo en alcohol. Mientras que las benzodiacepinas suelen estar presentes en el 31% de los casos, y la cocaína o el cannabis se detectó en 1 de cada 4 casos. Pero lo cierto es que en la mayoría lo que se encuentra es una mezcla de sustancias, o bien mezcla de alcohol y fármacos (32%), alcohol y drogas (38%), o los 3 juntos, drogas, alcohol y fármacos (30%). Lo curioso es que, aunque la burundanga se ha hecho muy famosa por ser la “droga de los violadores”, en España, los responsables del Instituto de Toxicología la han catalogado como “mito” porque no se ha detectado en la mayoría de los casos.  

En la actualidad existen tres tipos de métodos para detectar restos de sustancias tóxicas hasta cuatro semanas después de la agresión, y el uso de uno u otro va en función al tiempo transcurrido entre la agresión y la denuncia:la sangre, válida para las primeras 12 o 24 horas, en función del tipo de droga, las dosis y el metabolismo de la persona; la orina, una “muestra crucial” porque permite analizar tóxicos hasta pasados cinco días de su consumo; y, por último, el pelo. Porque cada nuevo centímetro del pelo equivale a un mes de crecimiento, lo que hace posible que los forenses puedan valorar la existencia de restos de sustancias en él.

Tipos de sumisión química: 

– La sumisión oportunista. Es la más frecuente. Se produce cuando el agresor aprovechando que la víctima se haya bajo los efectos del alcohol y/o las drogas, que la impiden consentir en plenitud de sus facultades mentales, éste comete la violación.

– La sumisión premeditada o proactiva. En estos casos el agresor es quien administra (casi siempre en la bebida) alguna sustancia a la víctima sin que ella se dé cuenta.

– La sumisión química mixta. Es cuando se mezcla la ingesta voluntaria de sustancias y/o alcohol por parte de la víctima y además el agresor administra sin el consentimiento de la víctima otras sustancias.

Procedimiento judicial, y tratamiento a las víctimas

¿Por qué utilizar la sumisión química para perpetrar una violación? Pues la respuesta es sencillamente porque el violador se aprovecha de los huecos y puntos flacos que sabe que se producirán en caso de que haya un juicio, porque lo cierto es que según la legislación vigente violar mediante la sumisión química protege al agresor y no a la víctima, y esto quiero remarcarlo, porque esta protección al agresor no se produce en cualquier otro caso en el que haya sumisión química mediante, como es por ejemplo en el caso de un robo. Según nuestro Código Penal, una persona víctima de un robo bajo los efectos de la sumisión química se cataloga inmediatamente como robo con violencia, no como hurto. En este supuesto la sumisión química, sí se considera que es un agravante y por eso pasa a ser robo con violencia. Pero paradójicamente, cuando hablamos de violencia sexual, una violación bajo sumisión química no es considerada como agresión (violación), sino como abuso, porque se considera que no ha habido ni intimidación ni violencia por parte del agresor a la víctima ya que ésta no se ha resistido ni ha dicho “no” expresamente. Así que, es un atenuante y ello hace que el caso se juzgue como abuso sexual. ¿Qué es la justicia patriarcal? Pues es esto. 

Por otro lado, el agresor sabe que la víctima sufrirá una amnesia que la impedirá poder recordar lo sucedido y si decide interponer una denuncia no podrá hace un relato coherente, conciso y claro de la agresión, de modo que se pierde la principal herramienta de enjuiciamiento, el testimonio de la víctima. Por no mencionar que casi en la totalidad de las violaciones no hay testigos y cuando los hay suelen ser porque estamos ante una violación múltiple y ningún agresor va a delatar a otro. 

A parte de estos dos poderosos motivos para usar la sumisión química como modus operandi, otro es porque la víctima al estar drogada e incapacitada física y mentalmente no puede oponer resistencia por lo tanto no hay forcejeos, arañazos, golpes, heridas que puedan ser utilizadas a la hora de presentar un parte de lesiones que se corresponda con las típicas de una agresión sexual. Aunque sí pueden encontrarse heridas, y lesiones en el interior de la vagina de la víctima, pero para ello es necesario que el examen sea realizado por un médico forense, y lamentablemente en la mayoría de los casos este examen no se realiza en el tiempo y forma adecuados. ¿Y por qué no lo son en tiempo y forma adecuados? Pues porque no existe un procedimiento médico y policial especifico y claro para este tipo de agresiones, así que cuando se interpone la denuncia en comisaría dicho examen se hace a posteriori cuando las lesiones ya están en proceso de curación, y en estos casos la intervención de la policía es determinante porque de ello dependerá la decisión del juez. Es por ello que es tan necesario que se creen ya protocolos de actuación específicos y muy concisos, para coordinar a policías, sanitarios y personal de la judicatura, que permitan tratar a las víctimas garantizando todos los pasos y evitando errores fatales que pueden llevar a la desestimación del caso, a penas injustas o a la absolución del agresor.

En cuanto al tratamiento a las víctimas la desprotección es prácticamente total, la falta de atención y credibilidad que sufren las mujeres violadas por el método de la sumisión química además del estado del shock en el que se encuentran, hace que muchas mujeres, tarden en interponer la denunciar, algo que, en estos casos, es fundamental para probar que ha habido una violación. A ello hay que sumarle que las mujeres saben que una vez denunciada la agresión se comienza un camino doloroso y revictimizante que contribuye aún más a su destrucción mental pues han de contar la historia un sinfín de veces y esto es fatal para la salud mental de las víctimas pues con cada relato se revive todo otra vez para luego en muchos casos no ser creídas o ser maltratadas por el sistema que debería protegerlas y velar por no dañarlas más, pues no existe “el manual de la perfecta víctima de violación”. A estas víctimas se les exige que no tengan lagunas, que no incurran en contradicciones, que no haya incongruencias ni confusiones en el relato, ni en los detalles, cuando eso es imposible por el puro proceso de estrés postraumático que produce a raíz del trauma de la violación, es por eso también que es muy importante que los Cuerpos de Seguridad del Estado, personal sanitario y de la judicatura sea formado en género, en violencias machistas, y específicamente en este tipo de violencia sexual.

Recomendaciones a víctimas

Vergonzosamente, todavía no hay información accesible para la ciudadanía en forma de guías, folletos, dípticos, trípticos, campañas de información específicas a nivel autonómico o estatal, etc. para difundir toda la información pertinente en relación a la sumisión química con fines de violencia sexual, cuales son los centros de referencia hospitalario en este tipo de agresiones para poder acudir a ellos, y de cómo se ha de proceder en caso de ser víctima de ella. Algo que es muy importante saber, porque sin saber cómo proceder es muy probable que tu agresor nunca sea enjuiciado, y que tu denuncia sea desestimada. En 2018, Amnistía Internacional publicó un informe, “Es hora de que me creas. Un sistema que cuestiona y desprotege a las víctimas”, en el que denuncia todas las trabas con las que se encuentran las víctimas a la hora de denunciar, la falta de apoyo y credibilidad que se les da a lo largo de todo el proceso, lo que supone para las víctimas que se las una y otra vez sin pudor alguno y sin que obtengan justicia.

Recientemente, el Ministerio de Igualdad ha creado los centros de crisis contra las violencias sexuales. Se prevé que haya uno en cada provincia para atender de forma integral a las victimas sin necesidad de que hayan interpuesto una denuncia. Sin embargo, no estarán en marcha hasta el 2023 ¿y mientras qué? Toda esta desinformación hace que las víctimas empiecen un periplo por diversas instituciones, centros de salud y comisarias que acaban en nada porque el itinerario a seguir es desconocido por eso aquí he resumido los pasos más importantes a seguir y una serie de recomendaciones que pueden ser útiles a las mujeres. 

Si existe la certeza de haber sufrido una agresión, lo ideal es acudir, lo más rápido posible, a una farmacia para someterse a un test de drogas. Esta prueba permitirá determinar si hay tóxicos en el organismo. Hacerlo es clave para poder interponer una denuncia, además de abrir la vía a realizar otras pruebas que permitan comprobar si ha existido una violación. Es importante que el test se haga rápido, ya que, según expertos en toxicología consultados, estas drogas desaparecen del organismo de una forma muy rápida.

Lo segundo es ir a un juzgado de guardia, en vez de ir a una comisaria; acudir con la misma ropa, sin haberse duchado ni lavado y a ser posible sin haber orinado. Ya que en estos casos las pruebas son cruciales porque la mayor y mejor prueba en una agresión sexual es la mujer en sí misma y su cuerpo, que puede estar plagado de pruebas que demuestren que ciertamente ha sido agredida y así poder incriminar al agresor. Además, siguiendo estos pasos es la forma de que la víctima pueda ser examinada por un forense y no por un médico de atención primaria que no esté especializado/familiarizado con la manera correcta de examinar a víctimas de agresiones sexuales, ya que un médico forense sí está formado para extraer pruebas clave, elaborar un informe pericial y poder garantizar la cadena de custodia de las mismas para presentarlas en el juicio ulterior. Otra vía para ello es que la víctima denuncie o que diga que quiere hacerlo cuando acude al centro sanitario porque sin denuncia o manifiesto expreso de querer hacerlo, el juez no activará el procedimiento forense. Y esto es muy importante porque cuantos más análisis, pruebas y exploraciones se realicen cuanto antes mejor garantizará que el proceso de enjuiciamiento acabe bien porque sin estas pruebas todo queda en manos del testimonio de la víctima que como pasa en estos casos siempre suele ser vago y difuso lo cual hace que la denuncia no prospere. 

Protocolos

En la actualidad existen diferentes protocolos a seguir en caso de que entre por urgencias médicas hospitalarias una víctima de agresión sexual pero estos protocolos varían en función de la comunidad autónoma en la que se encuentre. Por ejemplo, desde 2018 Madrid y Barcelona, tienen hospitales de referencia, La Paz y el Clinic, respectivamente. Aunque lo son solo para víctimas mayores de 16 años. Otras comunidades autónomas con protocolos son Cantabria desde 2017, y Andalucía desde 2020.

La unificación de protocolos es tan importante porque permite unificar criterios y procedimientos que garanticen eficazmente todo el proceso de recogida de muestras, interrogatorio a la víctima y el tratamiento de las pruebas, así como el personal que ha de encargarse de cada cosa.  Un protocolo único en el que estén establecidas debidamente las preguntas a formular a la víctima que permitan reconocer las situaciones en las que se ha dado la agresión y los síntomas que se presentan para poder así determinar que ha de realizarse un test de drogas por sospechas de estar ante una sumisión química. Por ejemplo, si la víctima tiene amnesia parcial/total, si perdió el conocimiento, si sufrió parálisis, si habla raro, si presenta alteración en la visión, somnolencia, confusión, etc. 

Entre las pruebas habituales están los análisis de sangre y de orina, aunque en la mayoría de casos de poco o nada sirven pues pasadas unas horas estas sustancias desaparecen. Solo una muestra del cabello puede probar que sí ha habido sumisión química, pues el tóxico sí permanece en él transcurrido el tiempo. El problema es que esta prueba no suele estar contemplada en los protocolos porque se precisa de la solicitud de un juez para que un forense la realice y para ello antes la víctima ha de interponer denuncia. Algo que no debería ser así. Con o sin denuncia se debería poder realizar esta prueba porque muchas víctimas no denuncian o acuden a los centros de referencia de manera inmediata y la prueba del cabello, por ejemplo, es buena para cuando ha transcurrido mucho tiempo ya que para realizarla con resultados fiables deben haber pasado de dos o tres meses (y que la víctima no se haya cortado el pelo) porque al estudiar el pelo desde la raíz se observa donde existe la acumulación del tóxico y así determinar que se corresponde con el momento de la agresión.  Sin embargo, la realidad es que el análisis del pelo muchos jueces y juezas deniegan la recogida de estas muestras por considerar que las víctimas llegan tarde (pasadas ya 72 horas), pero no debería ser así porque tomar esta decisión es resultado de la ignorancia científica en cuanto a la prueba del cabello se refiere, por no mencionar como operan en el imaginario colectivo los estereotipos de en cuanto como una víctima debe ser y debe actuar cuando realmente no existe ese tal estereotipo porque cada víctima reacciona de diferente manera. Unas denuncian inmediatamente, otras a los días, otras al mes siguiente…

La ministra de Justicia en unas declaraciones recientes anunció que se está trabajando en un protocolo único para toda España que permitirá recoger muestras del delito sin que la víctima denuncie previamente. Las muestras estarán bajo custodia hasta que el delito prescriba con el fin de que las víctimas puedan denunciar cuando se sientan preparadas, aunque esta medida todavía no ha sido presentada formalmente. Lo que sí ha hecho la ministra en una entrevista reciente al periódico El País, es decir que había pedido expresamente que se incluyan recomendaciones para las mujeres en futuras campañas. Cita literal: “He pedido que se elaboren consejos para las mujeres, para que sepan que no deben coger nunca una copa que le traiga un extraño, por ejemplo”. Una vergüenza pues una vez más se pone el foco en las mujeres y no en los hombres que son quienes comenten estas agresiones. Las campañas deben ir dirigidas a los hombres para que se enteren de una vez por todas que no se droga a las mujeres para abusar de ellas. Las leyes, son también muy importantes, y en este punto gracias a las movilizaciones feministas, desde 2016 con el caso de “la manada” de Pamplona, se ha conseguido que en el proyecto de Ley Orgánica de Garantía integral de la Libertad Sexual que se aprobó el pasado mes de julio en el Consejo de Ministros se introduzca expresamente como forma de agresión sexual la «sumisión química«. Además, se introdujo el agravante de género en estos delitos como estipula el Convenio de Estambul. 

El patriarcado es un juez

que nos juzga por nacer,

y nuestro castigo

es la violencia que no ves.

El patriarcado es un juez

que nos juzga por nacer,

y nuestro castigo

es la violencia que ya ves.

Es feminicidio.

Impunidad para mi asesino.

Es la desaparición.

Es la violación.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía…

(“Un violador en tu camino”, Las Tesis)

Artículo originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/cultura-de-la-violacion-agresiones-sexuales-la-sumision-quimica-la-ultima-moda/

Artículo por: Laura Isabel Gómez Garcia, La Gata Negra.

8 de marzo, Día de la Mujer: Las invisibles. Sinhogarismo femenino

Otro año más el Día de la Mujer ha llegado. Cada 8 de marzo salimos a la calle para seguir reivindicando las mismas cosas: el fin de la violencia machista, el fin de la brecha salarial, la abolición de la prostitución, el derecho al aborto libre, gratuito y seguro, políticas reales y eficaces para la conciliación familiar, etc. Es una lucha que no acaba… Parece mentira que en 2022 aun tengamos que seguir saliendo a la calle en este día para reclamar unos derechos que históricamente deberíamos tener simplemente porque es lo justo.

El 8 de marzo no es un día de fiesta, ni de celebración, ni un día para que nos feliciten, ni para congratularnos por “lo maravilloso que es ser mujer”. Sino todo lo contrario. Es un día de reivindicación, de denuncia, de salir a la calle en tropel a gritar ¡BASTA YA! ESTAMOS HARTAS. Pero también es un día de visibilización de todas aquellas problemáticas ocultas o no tan ocultas que nos afectan a las mujeres todos los días, toda la vida, pero que en cambio no se habla de ellas. Por eso este año mi artículo para el 8 de marzo lo voy a dedicar a la visibilización del sinhogarismo femenino, pues las mujeres víctimas del sinhogarismo son junto a las mujeres prostituidas las más invisibles dentro de las invisibles. Porque como suele ser habitual cuando hablamos de las personas sin hogar, a la mente se nos viene la imagen de un varón sin techo, no muchas personas verán la imagen de una mujer y es esa realidad que quiero poner sobre el tapete.

¿Qué es vivir en situación de sinhogarismo?

El sinhogarismo no es solo vivir en un banco del parque o en un cajero automático, cuando hablamos de sinhogarismo a parte de vivir en la calle, es también vivir en una pensión, vivir en un recurso de acogida, vivir en casas de conocidos por temporadas porque has sido desahuciada/o, vivir en un coche porque has tenido que dejar tu casa, o tener que vivir en un colchón en el lugar de trabajo porque el sueldo no da para un techo propio. En definitiva, el sinhogarismo no es solo dormir en la calle, sino que es no tener acceso a una vivienda digna y segura que nos provea de un espacio propio e íntimo en el que vivir para poder desarrollarnos plenamente y al que llamar hogar.

Realmente no existe un término a nivel global para definir qué es una persona sin hogar, aunque dentro del ámbito europeo se utiliza la tipología ETHOS (European Typology on Homelessness and Housing Exclusion) de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que trabajan con personas en situación de sinhogarismo en la cual se distinguen 4 grupos de personas: 1) Personas sin techo. Son las que viven en la calle literalmente. 2) Personas sin vivienda. Son las que temporalmente se alojan en recursos de acogida, albergues, y residencias para personas que viven en la calle, y/o inmigrantes. 3) Personas que viven en viviendas inseguras. Son las que viven en domicilios ocupados, o en casas donde la persona vive bajo amenazas, coacciones y sufre violencia por parte de otras con las que convive. En este grupo se encuentran las mujeres que víctimas de violencia de género. 4) Personas sin hogar que viven en una vivienda inadecuada, como por ejemplo chabolas, cabañas, viviendas abandonadas, furgonetas, caravanas, etc.

En resumen, el punto en común que tienen las 4 tipologías es que ninguna de las personas en esas situaciones viven en espacios que puedan ser definidos como un hogar. Un hogar es una casa digna en la que se respete la intimidad, la seguridad y el bienestar de la persona, así pues, lo que diferencia a una persona en situación de sinhogarismo de otra que no lo está es tener un hogar al que volver al final del día y en el que levantarte para comenzarlo.

El sinhogarismo es un problema social estructural que está causado por factores sociales, sanitarios, económicos, laborales y políticos que lo convierten en una violación de todos los derechos humanos y que atenta contra la dignidad y la vida de las personas que se ven en esta situación. Paradójicamente, a pesar de la gravedad de esto, el sinhogarismo no está dentro de las preocupaciones de la sociedad, esto es en gran medida porque está invisibilizado y soterrado bajo una pila de mitos que hacen que no veamos a estas personas como lo que son, seres humanos como tú y yo pero que la sociedad deshumaniza hasta hacerlas desaparecer.

Todo esto es aún peor si hablamos del sinhogarismo femenino ya que entonces hablamos de doble invisibilización, por razón de situación exclusión habitacional y por razón de sexo (a la que a veces se le suma una triple, o cuádruple si encima hablamos de mujeres migrantes, o que sufren discriminación por su orientación sexual, por discapacidad física/mental, etc.).

La vida en la calle es una brutalidad diaria para todas las personas sin hogar. En nuestro país se estima que hay unas 33.000 personas que viven en la calle. Estos datos han sido extraídos del Informe de la Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar 2015-2020, aunque según Cáritas ahora la cifra estaría en las 40.000 tras el impacto de la pandemia del COVID-19. De ellas 2 de cada 10 son mujeres (20%).

La realidad del sinhogarismo no es la misma para todas las personas, sino que además es diferente según el sexo de la persona pues las mujeres se enfrentan a situaciones específicas de mayor violencia y vulnerabilidad (violencia sexual, prostitución, acoso, violencia machista, delitos de odio…) muy diferentes a las que se enfrentan los hombres, así como las razones que llevan al sinhogarismo a menudo no son las mismas en hombres que en mujeres, sino que suelen estar ligadas a sucesos vitales y problemáticas muy diferentes, por eso estos matices es algo tan importante a tener en cuenta, pero que rara vez se contempla a la hora de abordar la problemática.

En el caso de las mujeres el sinhogarismo está ligado frecuentemente a la violencia de género. Según los datos existentes de estudios realizados por la Universidad de Barcelona del año 2019, el 70% de las mujeres que viven en la calle han sufrido violencia de género. Dato que se corresponde con el recogido por la Asociación Aires en ese mismo año que señala que el 60% de las mujeres sin hogar afirman que han llegado a esa situación como causa directa de haber sido víctima de violencia de género.  Datos del INE, muestran que el 24,2% de las mujeres en situación de sinhogarismo han sido víctimas de agresiones sexuales y el 28 % han sido abusadas sexualmente en la infancia y en la adolescencia. A esto hay que sumarle los delitos de odio por aporofobia a la que se enfrentan las personas sin techo que en el caso de las mujeres es aún peor; según datos delObservatorio HATEnto, el 60% de ellas aparte de a la violencia machista han sufrido delitos de odio. Además, hay que destacar que el 32% de las mujeres sin hogar han intentado suicidarse. Otros estudios realizados en países de la UE, corroboran que el porcentaje de mujeres viviendo en la calle que han sido víctimas de violencia de género es alto en todos los países, por lo que hablamos de un mal endémico, global y generalizado.

Para las mujeres que se ven abocadas al sinhogarismo la espiral de violencia no cesa porque se vayan lejos de su agresor con quien estaban conviviendo, sino que una vez en la calle, la violencia se vuelve peor y más extrema, sobre todo la violencia sexual. Datos de 2012, de la encuesta de personas sin hogar del INE, ya nos indicaban que un 24% de las mujeres sin techo habían sido víctimas de agresiones sexuales, muchas veces dichas agresiones perpetradas por sus “compañeros de calle”.

Aunque no siempre hay una situación de violencia de género previa que lleva a la mujer a vivir en la calle, a veces un divorcio conflictivo donde la mujer no ha trabajado fuera del hogar y ser dependiente económicamente de su pareja (violencia económica) hacen que acabe en situación de sinhogarismo. Otras causas recurrentes suelen ser el de tener un problema de salud (muy a menudo de salud mental); pérdida de la casa como consecuencia de empleos precarios y temporales que suelen estar desempeñados por las mujeres; también como consecuencia de un proyecto migratorio truncado a la que se le añade estar en situación irregular. Otro caso muy frecuente es el de las mujeres que trabajan de internas en domicilios particulares en los que realizan las tareas domésticas y de cuidados de personas mayores y/o menores. En estos casos el lugar de trabajo y la vivienda se convierten en el mismo espacio pero que en cambio cuando enferman muchas de ellas son abandonadas en los hospitales (este es un caso que se ha dado mucho durante la pandemia) y de ahí pasan a estar en una situación de calle ya que no vuelven a trabajar en ese domicilio (a ello hay que sumarle que la inmensa mayoría son mujeres inmigrantes, sin contrato, ni seguridad social, ni nada y muchas de ellas en situación irregular).

Por todo esto es tan importante abordar la exclusión habitacional desde diferentes perspectivas. Porque el sinhogarismo femenino, en concreto, se produce por causas totalmente diferentes y con problemas añadidos en relación al sinhogarismo masculino. Por ende, se hace de vital importancia la necesidad de crear espacios específicos para las mujeres dentro de la red de recursos que atiende a las personas sin hogar.

¿Por qué se ven más hombres en la calle que mujeres?

Ciertamente, el sinhogarismo es un problema que afecta mayoritariamente a los varones, aunque cada vez son más las mujeres que se ven en esta situación. Pero para explicar el por qué a ellas no se las ve apenas viviendo en las calles no es tanto porque el problema afecte en menor medida a las mujeres como que porque mientras que los hombres se instalan en la vía pública o en recursos de acogida o albergues, las mujeres suelen recurrir a otras soluciones.

Anteriormente he mencionado los cuatro tipos de sinhogarismo que existen, porque reducirlo al hecho de vivir en la calle es no ver la totalidad del problema y su verdadera dimensión, ya que no siempre ser una “persona sin techo” es sinónimo de vivir en la calle, y es ahí en ese matiz donde encontramos a las mujeres que hay que visibilizar. De hecho, los estudios empíricos que se han realizado sobre el tema y sobre el terreno con mujeres en situación de exclusión residencial dejan en evidencia que el sinhogarismo femenino generalmente se produce de puertas para dentro, es decir, hay que buscar en las infraviviendas, en el chabolismo, en la ocupación, en casas de familiares y amistades, entre otras situaciones, que hacen que las mujeres no puedan realizar su proyecto de vida plenamente y poder así salir de la pobreza extrema que afecta en proporciones dramáticas a las mujeres por factores que ya se han explicado hasta la saciedad desde los estudios sociológicos de género en los que se explican que las causas de feminización de la pobreza viene dado porque las mujeres ocupan la mayor parte de puestos de trabajo temporales, empleos precarios, pensiones paupérrimas, entre otras realidades a las que se enfrentan las mujeres a diario.

Estas investigaciones sobre el sinhogarismo femenino indican que son diversas las razones por las que el porcentaje de mujeres durmiendo y viviendo en la calle es mucho menor. Las mujeres que se ven sin hogar siguen trayectorias radicalmente diferentes a las de los hombres. Ellas echan mano de toda la ayuda y apoyo de su red social con tal de no verse viviendo a la intemperie. Solo acaban viviendo en la calle cuando todos los recursos a su alcance de apoyo familiar, social y de Servicios Sociales han fallado. Esto es algo que no se da con los varones, por eso a ellos sí que se les ve con mayor frecuencia en bancos, parques, cajeros, en albergues, etc. Además hay que señalar que la inmensa mayoría de mujeres en situación de sinhogarismo tienen hijos e hijas pequeños y es el miedo a perderlos lo que las empuja a buscar ayuda de personas cercanas antes de arriesgarse a pedir ayuda institucional que las haga correr el riesgo de perder los derechos sobre sus criaturas, (esta es la razón por la que tampoco se las suele ver en albergues o casas de acogida para personas sin techo), prefieren recurrir a la ayuda de su red social o recurrir a otras salidas como la ocupación, el chabolismo, u otros espacios. Solo y únicamente cuando se ven en la pura calle es cuando recurren a estos recursos de ayuda social, lo que hace que muchas pierdan a sus hijos e hijas y acaben viviendo solas en la calle.

Por último, otro de los motivos por los que las mujeres sufren el sinhogarismo de manera “privada” es porque los recursos y servicios destinados a las personas sin techo están frecuentemente diseñados para la población masculina (o unisex), sin espacios propios para mujeres; recordemos que muchas vienen de situaciones de violencia y abusos y necesitan sentirse seguras donde se preserve su intimidad, algo que no se da en la mayoría de estos recursos de acogida temporal, albergues, etc. De ahí que sea tan necesaria la incorporación de la perspectiva de género en este ámbito.  

La importancia de la perspectiva de género a la hora de abordar el sinhogarismo

Todos estos datos nos muestran que para abordar la problemática del sinhogarismo, en el caso de las mujeres, es necesario y de vital importancia adaptar los recursos a las necesidades específicas de las mujeres e incorporar la perspectiva de género en todos los planes, proyectos, recursos, medidas, acciones y estrategias dirigidas a la ayuda de las personas que viven en la calle.

El Recuento de Personas sin Hogar en la Ciudad de Madrid de 2016, reveló que solo el 11,5% de las personas sin hogar en Madrid eran mujeres. Dato que chirria cuanto menos porque lo cierto es que la pobreza tiene rostro de mujer en elevado porcentaje por lo que resulta extraño que el dato sea ese (según datos de Naciones Unidas de 2020, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres, y según datos del INE de marzo de 2021, en España había un total de 4.255.564 mujeres de entre 16 y 64 años en riesgo de pobreza y/o exclusión social, siendo el desempleo una de las principales causas. Frente a los 3.100.000 hombres). De hecho, según datos del 2014, recabados en Madrid, el 53,6% de las personas en riesgo exclusión social y situación de pobreza eran mujeres, frente a un 46,4% de hombres; y entre los jóvenes de 18 a 29 años sin hogar, las mujeres suponían el 18% en 2005 (antes de la crisis), porcentaje que creció hasta el 25% en 2012 (en plena crisis). Por lo que, si seguimos la serie histórica, resulta realmente increíble que en 2016 el porcentaje fuera el 11,5%, de facto, el dato que da Cáritas actualmente es el del 20% (citado en el apartado anterior).

Pero más allá de datos, esto tiene una explicación y es que el sinhogarismo además de tener múltiples caras y realidades, como he mencionado antes, las mujeres lo viven de manera radicalmente diferente a los hombres, y son las realidades vitales de las mujeres lo que no aparecen en las estadísticas puesto que cuando se hacen los estudios de campo tan solo se contabilizan las personas que viven en la calle a la intemperie o que acuden a recursos de acogida temporales como los albergues, y es en esos espacios donde no se encuentran las mujeres sin techo pues ellas hacen otros recorridos, como también ya expliqué anteriormente. Así que no es solo que se invisibiliza sistemáticamente a las mujeres, sino que tampoco se tienen en cuenta otras formas de sinhogarismo existentes que afectan a las mujeres, pero también a los hombres, lo que hace que no se tenga ni de lejos una perspectiva real de la situación pues demasiadas personas quedan fueran de esos estudios de campo tan estrechos de miras.

Como he mencionado en el apartado anterior, para abordar la totalidad de la realidad del sinhogarismo y su problemática hay que hacerlo desde la perspectiva de género que nos permite ver, entender, y poder dar respuestas adecuadas a las personas, pues hombres y mujeres transitan por trayectorias vitales y realidades muy distintas y lo que es adecuado para los hombres no lo es para las mujeres, y viceversa. De este modo puede evitarse que muchas personas acaben finalmente viviendo en la calle, pues la perspectiva de género permite entender las casuísticas tan dispares entre unos y otras, nos permiten ver todas las variables y versiones que hay dentro del fenómeno del sinhogarismo, diseñar recursos y medidas óptimas para que las mujeres puedan acudir a ellos y hacerse así visibles. Además, no solo las mujeres, sino también el tener en cuenta que no todas las personas son atravesadas por las mismas realidades, a parte de la diferencia sexual, está la étnica, la orientación sexual, la discapacidad física o intelectual, problemas de consumo de sustancias, el país de origen, entre otras, que cuando se suman a la diferencia sexual hacen que hombres y mujeres vivan la situación de sinhogarismo doble, o triplemente más brutal.

Esto no es algo que digamos las feministas, es que los mismos equipos de investigación más recientes, se han dado cuenta que a la hora de trabajar e investigar sobre el sinhogarismo, si se quiere hacer de forma correcta, la perspectiva de género es fundamental, porque sin investigaciones y estudios bien diseñados que contemplen todas estas realidades sistemáticamente obviadas e invisibilizadas, no pueden diseñarse posteriormente medidas, ni recursos eficaces para afrontar el sinhogarismo. Por eso para aplicar la perspectiva de género en este ámbito los estudios y posteriores acciones deben estar centrados primero en la trayectoria vital de mujeres y hombres, en la etapa de su vida en la que se encuentren, incluir no solo datos cuantitativos sino también incluir datos cualitativos que tengan en cuenta las voces de las personas, solo así, teniendo en cuenta todas estas aristas podrán ser diseñadas políticas públicas realmente eficaces para hombres y para mujeres que sufren esta situación tan terrible de tener que vivir en la calle.

Por otro lado, si realmente queremos saber la dimensión del problema no podemos quedarnos solo en los estudios que solamente contabilizan a las personas en situación de calle y/o albergues (donde sobre todo son hombres) como sucede actualmente, sino que hay que ampliar el abanico para que no se queden fuera personas que sufren otro tipo de sinhogarismo (donde se encuentran las mujeres). Esta es la explicación por la que desde siempre el fenómeno del sinhogarismo se haya visto desde un prisma androcéntrico en el que la realidad de las mujeres ha quedado invisibilizada prácticamente, algo que no solo ocurre en este caso que nos ocupa, sino que ha sucedido y sucede en otros ámbitos como el sanitario, el judicial, el educativo, el laboral… Donde el varón es la medida de todas las cosas. 

Otros factores específicos que nos atraviesan a las mujeres, que explican el porqué de la exclusión social femenina, y que quedan fuera a la hora de abordar el sinhogarismo femenino son: la brecha salarial, el reducido mercado laboral del que disponemos y que se reduce aún más cuando decidimos ser madres; la falta de políticas reales de corresponsabilidad y conciliación de la vida familiar y laboral que nos aboca a empleos temporales, y precarios (el 32% de las mujeres trabaja a tiempo parcial frente al 8% de los hombres) con reducción de jornadas para poder atender a la casa y a la familia; pensiones de 400 euros o menos porque a pesar de haber estado trabajando toda la vida nuestras cotizaciones han sido escasas o nulas por esas razones anteriormente mencionadas; las violencias que sufrimos solo por ser mujeres como la machista y la sexual, etc. Todo ello hace que sigamos siendo dependientes en mayor o menor medida de nuestras parejas o familiares y que son todos ellos factores de riesgo que podrían acabar por llevar a vernos en la calle a cualquiera de nosotras. De hecho, si se cuantificara el número de mujeres que habitan espacios inseguros (ocupación, bajo amenaza de desahucio, acogidas por familiares/amistades, alquileres precarios, chabolas etc.) el número sería mucho más elevado al de los hombres.

Hay que tener en cuenta también dentro del sinhogarismo femenino que la inmensa mayoría de mujeres en esta situación, antes de verse en la calle han pasado por situaciones en las que para poder sobrevivir y evitar a toda costa la calle se han visto abocadas a mantener relaciones con parejas que las maltrataban, a la prostitución, a intercambiar techo y comida por cuidados, limpieza y compañía, o trabajar gratis a cambio de poder vivir en un habitáculo dentro del lugar de trabajo. Todas estas situaciones previas a la vida en la calle son las que hacen que el sinhogarismo femenino sea origen y factor de riesgo de enfermedades físicas y mentales; situaciones de infravivienda que sumados a los abusos y violencias que afrontan las mujeres antes de verse completamente en la calle, hacen que para cuando llegan a la calle sus condiciones físicas, y psíquicas sean más graves que en los hombres.

Las mujeres prefieren pasar por todas estas calamidades antes de recurrir a la vida en la calle porque la violencia contra las mujeres es mucho más brutal aun si cabe en el ámbito callejero y en recursos de acogida temporales que se comparten con los varones donde se dan múltiples factores de riesgo que las hacen vivir situaciones de violación a su intimidad, falta de seguridad, sensación de miedo, indefensión, situaciones degradantes y vejatorias. No es solo el hecho de ser mujer en un ámbito tan hostil, violento, extremo y machista, sino que además puede que sea una mujer pobre, posiblemente inmigrante y/o que quizás tenga algún tipo de discapacidad que la hace aún más vulnerable.

Investigando para este artículo en una de las fuentes consultadas, en la web https://asociacionrealidades.org, he dado con una frase de una campaña para cerrar el artículo que describe perfectamente la realidad de las mujeres en situación de sinhogarismo, “No eres una persona en la calle, eres una mujer en la calle”.

He de decir que esta es una realidad en la que no había profundizado hasta ahora y he descubierto demasiadas cosas que no me gustan, que son injustas y que como sociedad debemos visibilizar. Decía Virginia Woolf que “las mujeres deben tener dinero y una habitación propia” y escribiendo este artículo esa frase ha cobrado más sentido para mí que nunca.

Originalmente publicado en: https://nuevarevolucion.es/8-de-marzo-dia-de-la-mujer-las-invisibles-sinhogarismo-femenino/

Por: Laura Isabel Gomez Garcia, «La Gata Negra».